El desempeño de México en la Copa Oro no alcanza para provocar ilusión rumbo al Mundial: fue irregular, enfrentó a rivales de escaso nivel y en ningún momento fue exigido.
República Dominicana, Surinam, Costa Rica, Arabia Saudita (invitado), Honduras y Estados Unidos —sin sus mejores futbolistas—, fueron los rivales a los que enfrentó la Selección Mexicana de Futbol en la Copa Oro.
Es el tercer mundo del balompié, el subsuelo, los sótanos sombríos, el nivel más pobre que existe en el mundo. En esa ‘liga’ juega México y en esa liga fue campeón.
El lugar común dirá lo siguiente: se tenía que ganar y se ganó. En tanto la realidad grita que no existe progreso alguno del conjunto nacional, que no fue brillante en la justa, menos dominante y ni hablar de una preparación exigente rumbo a la Copa del Mundo.
El equipo fue sumamente irregular, carente de recursos en algunos momentos, predecible, priorizó la entrega, el orgullo y la lucha por encima de la calidad, y con eso le alcanzó. Disputó una Copa Oro que para nada representa un parámetro ni mucho menos un paso hacia adelante.
El analista de Futbol Picante entrega tres nombres fortalecidos después del título de Copa América.
Lo rescatable es poco pero existe: la irrupción de Gilberto Mora que además de talento, le da un toque de frescura y atrevimiento necesarios al Tricolor; la confirmación de que Raúl Jiménez está de regreso y es el futbolista que marca la diferencia en el equipo; y el papel protagónico que adquirió Marcel Ruiz en el mediocampo.
Más allá de eso hay poco y nada. Javier Aguirre es el mismo de toda la vida: un entrenador que se aferra con futbolistas que no refrendan en la cancha su convocatoria ni mucho menos su titularidad —Roberto Alvarado—, que no perdona la falta de entrega y sudar hasta la última gota de sudor, y que con el hábil discurso oculta las carencias de su equipo.
México en la Concacaf es como el equipo del barrio que mientras no salga de su territorio es dominante y presume una cuestionable calidad y fortaleza…
Sin embargo, tan pronto deja la zona de confort se topa con la realidad, y la realidad del conjunto azteca es el tercer mundo futbolístico, ni más ni menos.
