MADRID -- Los derbies madrileños suelen ser bastante entretenidos en los últimos 10 años. Desde la llegada de Diego Pablo Simeone, el Atlético de Madrid ha dado ese paso definitivo para poder competir de tú a tú a un Real Madrid que sigue teniendo el monopolio de los enfrentamientos directos entre ambos.
Sin embargo, y llevado todo a la noche del sábado, fue un derbi sin mucho sentido deportivo. Porque los dos equipos fueron contemplativos y no ofrecieron mucho más allá del pragmatismo autosuficiente de dos escuadras que quisieron tirar de lo práctico antes de buscar el espectáculo. Es más, los dos goles llegaron a balón parado tras ciertas facilidades de sus zagas rivales, sobre todo la del Atleti que, en el gol de Álvaro Rodríguez, dejó al uruguayo solo en el área.
Pero la traca llegó tras el pitido final con los tweets del Atlético de Madrid. En el primero, los colchoneros decían que “nada nuevo en el Bernabéu”. En el segundo, se enseñaba la pierna del “agresor” Ángel Correa, que había sido expulsado en el último tramo de partido tras un codazo muy light sobre Rudiger.
El Atleti prosiguió con las declaraciones del Team Manager rojiblanco, Tomás Reñones, quien afirmaba que “tampoco es ninguna sorpresa” el arbitraje de Gil Manzano para terminar con el comunicado del CEO de la entidad, Miguel Ángel Gil Marín, quien comentó el domingo que “No podemos normalizar lo que es anormal” en relación a los arbitrajes del Madrid.
Está bien que haya rivalidad en el campo, pero el fútbol en los tiempos actuales ha virado hacia un discurso aburrido y milimetrado de unos protagonistas que saben qué decir en todo momento para no mojarse en exceso. Porque en 2023 da la sensación de que importa más la imagen de lo que haces que realmente lo que uno hace en el terreno de juego. Por eso, más allá de los lamentos del Atleti sobre el arbitraje, creo que le da un punto de morbo mediático y deportivo a un partido que fue bastante insulso.
Entre las quejas del Atleti y el silencio del Madrid, que está donde tiene que estar, podemos adivinar que las relaciones entre ambos clubes no pasan por su mejor momento. Lo cual choca con el buen trato, qué menos, que ambas directivas tienen entre sí. Pero una cosa es el “postureo” y otra la realidad. Ya son varias las quejas de los colchoneros sobre el comportamiento del Madrid que ha derivado en la ruptura del pacto de no agresión que ambas entidades tenían sobre fichar a los jugadores de cantera.
Veremos si, en el futuro, los derbies siguen esta línea o, por el contrario, se relajan un poco las relaciones que cada vez son más tirantes entre los señores de traje de ambos clubes.