Sergi Roberto jugó los 93 minutos que duró el Clásico en el que el Real Madrid humilló con una goleada histórica (0-4) al Barcelona en el Camp Nou.
¿Cuál fue el aporte o peso específico del mediocampista? Ninguno, nulo, nada. Inició el partido por las bajas de Pedri y Frenkie de Jong, pero el que se haya mantenido en la cancha todo el encuentro es sencillamente inexplicable.
De hecho fue responsable directo del segundo gol merengue al ser incapaz de competir contra Luka Modric y sus 37 años. Lo vio pasar y solo le faltó aplaudir el servicio a Benzema para que firmara la debacle azulgrana.
No es nada nuevo el pobre desempeño de Sergi Roberto, a quien durante años probaron como lateral derecho y tampoco dio el ancho, y ahora como mediocampista, en teoría su posición natural, solo deja en evidencia que no está para competir al más alto nivel ni tiene la calidad para jugar en el Barça. ¡Y es uno de los capitanes!
Recién renovado, por cierto. Increíble pero cierto.
El Barcelona y sus futbolistas viven bajo un gran cobijo en el que se les enaltece de forma inmerecida en muchas ocasiones, y hablar de críticas o de cuestionar su rendimiento es casi casi una utopía.
Lo de Sergi Roberto es escandaloso, vivirá eternamente del gol que le hizo al PSG en una remontada tan histórica como intrascendente (el Barça quedó fuera de esa Champions, goleado por la Juve), y poco más habrá que recordar de su prolongada estancia en el club.
Sus defensores y el propio Xavi suelen argumentar que es un jugador que aporta al juego de posesión, pero más allá de eso resulta imposible destacar alguna característica que le sume algo al equipo.
Es lento, por ende no tiene desequilibrio, no brinda profundidad, no es un abastecedor de balones decisivos, es sumamente endeble cuando defiende, en fin. Se trata de un futbolista que bien podría jugar en un equipo de media tabla en España, pero nada más.
Sin embargo, Xavi, que con otros jugadores no ha tenido la misma consideración —Piqué en su momento y ahora Jordi Alba—, está empecinado en defender a su “amigo” e imponerlo con todo y que esto vaya en detrimento del funcionamiento colectivo.
Jugar con Sergi Roberto un partido de alta exigencia como en su momento fue la eliminatoria ante el Manchester United en la Europa League y ahora frente al Real Madrid es conceder mucha ventaja porque sencillamente no está a la altura de las circunstancias y claramente lo rebasa la competencia.
Barcelona pagó 55 millones de euros más 10 en variables por Ferran Torres a finales de 2021, que se convirtió en el fichaje español más costoso en la historia del club.
Su paso por el equipo ha resultado desastroso y en dinero tirado a la basura. Venía de fracasar rotundamente con el Manchester City de Pep Guardiola —que pagó por él 23 kilos al Valencia— y en una decisión inexplicable el Barça le hizo ganar el doble al conjunto inglés, que se desprendió de un jugador que ya no le interesaba y que sólo calentaba la banca.
Por oportunidades no se puede quejar porque Xavi en cuanto llegó lo hizo titular indiscutible y lo probó en todos los puestos de ataque, pero a la fecha sigue sin responde en ninguno.
No es un centro delantero nominal, tampoco es el más desequilibrante por los extremos porque no es hábil en el mano a mano, más allá de que sí cuenta con velocidad. Y ya ni hablar de su escasa certeza en la definición.
Aunque el conjunto azulgrana pierda dinero, como le sucedió con Coutinho y tantos otros, debería tener como prioridad negociarlo o cederlo en el próximo mercado, porque está claro que su nivel no le da para competir en la élite.
Por si fuera poco, su actitud en cuanto a entrega o vergüenza deportiva cada que es utilizado ahora como relevo en momentos apremiantes, deja mucho que desear. Basta de justificar y mantener a costa de lo que sea a fichajes fallidos como el de Torres.
Por cierto, en otro sitio en donde se topó con su realidad fue con la selección española en el pasado Mundial. Sin mayor mérito que ser yerno del entrenador en turno —Luis Enrique— fue convocado y titular en algunos partidos, hasta que resultó insostenible mantenerlo y también acabó en la banca.
Esto no lo dice ni lo dirá la prensa protectora del club. Son incapaces de cuestionar o evidenciar a futbolistas que naufragan en el equipo con más pena que gloria y que reciben una oportunidad tras otra sin justificar su precio ni mucho menos su condición de “refuerzos”.
LOS OTROS
Marcos Alonso no era un jugador que necesitara el Barça. Su posición natural es lateral izquierdo, y ahí con Alejandro Balde, convertido en una grata revelación, además de Jordi Alba, el puesto estaba más que cubierto.
Xavi lo ha empleado como defensa central ante algunas urgencias como la lesión de Andreas Christensen, pero claramente no domina dicha demarcación y ante el Madrid fue el responsable directo del primer gol al no cortar atrás de mediocampo el contragolpe merengue.
Lo mismo que con los anteriores, tendrían que buscarle acomodo, pues no lo necesitan, no tiene la calidad para estar en el plantel y es un activo desperdiciado.
Finalmente Eric García, canterano culé que volvió tras un paso fallido por el City y del que se tenían grandes expectativas para que tomara el relevo de Gerard Piqué; sin embargo, es evidente la poca confianza que le tiene Xavi al tenerlo como tercera o cuarta opción en la defensa central.
Pese a que es muy joven (22 años) y está a tiempo para mejorar y reencauzar su carrera, está claro que el desempeño mostrado a su regreso ha sido francamente decepcionante.
FRACASO
Todo indica, salvo un desastre de dimensiones mayúsculas, que el Barcelona ganará LaLiga, pues a falta de 11 jornadas le saca esa misma cantidad de puntos al Real Madrid.
Con todo y eso el balance de la temporada será negativo: por segundo año consecutivo eliminado en Fase de Grupos de la Champions League. En la Europa League tampoco accedió ni a los octavos de Final. Goleado y humillado en casa en la Semifinal de la Copa del Rey por el acérrimo rival.
Ya el discurso de que es un club en reconstrucción y la paciencia hacia el proyecto de Xavi no alcanza. Si un equipo como el Barcelona solo gana un título y en el resto de las competencias no es capaz ni de competir, no puede calificarse de otra manera más que como un rotundo fracaso.
Y eso lo sabe el barcelonismo, así como los jugadores, cuerpo técnico y la directiva, así que basta de maquillar tropiezos históricos, y sobre todo, basta de consentir y solapar a futbolistas mediocres que no aportan absolutamente nada y que pasan años bajo el amparo de la ausencia de crítica o análisis sobre su pobre nivel y desempeño.
El regreso de Leo Messi resulta indispensable, así como una depuración de la actual plantilla en la que hay muchos indignos de portar la camiseta azulgrana.