BARCELONA -- Valentín ‘Taty’ Castellanos, que malogró una ocasión de oro en el Spotify Camp Nou que le habría dado el triunfo al Girona, se desquitó a lo grande ante un Real Madrid tan descontrolado como desquiciado y se apuntó el segundo poker de goles de su carrera profesional en una noche tan difícil de olvidar en Montilivi como en Madrid... Y en Barcelona.
Una victoria en Vallecas dispararía al Barça 14 puntos por encima del Madrid con 21 por disputarse hasta el final del campeonato, con lo que las pocas, mímimas, dudas que pudieran existir respecto al campeón acabarían desapareciendo. Tan centrado, tan fijos sus ojos en la Champions, el equipo de Ancelotti encajó una goleada indigna, no excusable en las ausencias de Courtois y Benzema, frente al mismo Girona que en la primera vuelta ya le arrancó un empate en el Bernabéu.
Y lo hizo por medio de un argentino que llegó para convertirse en el sucesor de Stuani y cuyos once goles son una excelente carta de presentación en su primera aventura europea, aterrizado desde un New York City con el que en 2021 se proclamó máximo goleador de la MLS.
El 17 de abril de 2022, el NYC goleó por 6-0 al Real Salt Lake y Castellanos marcó cuatro de aquella media docena de goles. Un año después, frente a todo un campeón de Europa, el Tati disfrutó de su mejor jornada desde que aterrizó en un equipo al que gusta jugar el balón, se atreve con un sistema que en ocasiones parece hasta suicida y se bastó para ridiculizar a Militao, a Rudiger y a Carvajal.
El Barça, el 20 de marzo de 2022, fue el último equipo que le marcó cuatro goles al Madrid. Aquello (0-4) fue en el Bernabéu pero lejos de casa no encajaba tamaña goleada el equipo merengue desde el ocho de noviembre de 2020, cuando fue derrumbado por el Valencia en Mestalla. Nunca más padeció tamaño castigo fuera de su estadio hasta que aterrizó en Montilivi y cayó ridiculizado por un recién ascendido excepcional.
Descontrolado el Madrid en una defensa a la que Castellanos dejó en evidencia una y otra vez y desquiciado por un Vinicius tan soberbio, decisivo y brillante con el balón como provocador sin él. Asistente y goleador, el brasileño, ya amonestado, se jugó la expulsión hasta en tres ocasiones, ya fuera por soltar el brazo a Oriol Romeu, pisar a Arnau o encararse con Santi Bueno.
El Girona consumó su salvación y el Madrid consumó su rendición. La Liga será del Barça... Pero la forma en la que abdicó el equipo de Ancelotti en Montilivi no pudo nunca imaginarse tan triste.