BARCELONA -- El Barcelona, al cabo de cuatro años y 17 días, volvió a saborear las mieles de un título de Liga que sentenció, con una rotundidad insultante, en su visita a un Espanyol que comenzó el derbi optimista por los resultados de los demás equipos que pelean por evitar el descanso y apenas mantuvo la esperanza durante los primeros 20 minutos, cuando los goles de Lewandowski y Alejandro Balde le hundieron en la miseria.
El título de Liga número 27 de su historia, el 12º conseguido en campo contrario, disfrutado en el campo de su histórico rival ciudadano y con una goleada indiscutible. No podía el equipo de Xavi Hernández redondear una jornada más feliz... Por más que no pudiera acabar con su celebración al tener que abandonar a la carrera el césped cuando los ultras más exaltados del Espanyol invadieron el campo con la intención de agredir a los jugadores azulgranas, que tuvieron que ganar los vestuarios a la carrera.
Fue el triste epílogo de una noche sin discusión futbolística y que, quien sabe, puede perjudicar gravemente a un Espanyol que se arriesga a ser sancionado con el cierre del estadio, en el momento en que, de cara a los partidos frente a Atlético y Almería, más necesitará el equipo de su apoyo.
SOLVENTE
Al cabo de 74 años el Barça volvió a celebrar una Liga enfrentándose a su rival ciudadano y si en 1949 lo hizo sufriendo y remontando (2-1) en el desaparecido estadio de Les Corts, esta vez lo consumó con una goleada indiscutible para cerrar a la primera oportunidad un campeonato que ha dominado con solvencia desde que el 30 de octubre el Real Madrid se dejó el liderato empatando en el Bernabéu (1-1) contra el Girona.
Un día antes, en Mestalla, Lewandowski, en el último suspiro, marcó el gol con que el equipo azulgrana derrotó al Valencia y que le otorgó el liderado. Un liderato que ya no dejó escapar. Y que más que defender fue haciendo más suyo a medida que avanzaba el campeonato.
No ha sido este un Barça especialmente brillante pero sí contumaz, decidido y solvente para quedarse sin oposición desde hace muchas semanas. Ha mantenido una regularidad magnífica, se ha convertido en el mejor equipo defensivo de toda la historia de la Liga y agarrado muchas veces al 1-0 (hasta en once jornadas) ha ido recorriendo con una superioridad palmaria el recorrido del campeonato.
Ajeno a polémicas, sin caer en provocaciones por el asunto Negreira, que está en investigación judicial sin que se adivine ninguna prueba en su contra, el equipo de Xavi ha sabido hacer de la necesidad virtud.
No tiene a un futbolista capital (Lewandowski ha respondido con sus goles pero no ha sido el jugador diferencial que se habría esperado para dar que hablar en Europa) pero sí a un colectivo con la suficiente solvencia para ir quemando etapas en la Liga. Con un Ter Stegen magnífico y una defensa en la que Araújo ya es capital, Christensen extraordinario y Balde el descubrimiento del año, el Barça apenas ha concedido doce goles en 34 jornadas, manteniendo a cero su portería en 25 partidos.
El Barça es campeón por méritos propios. Apenas ha sufrido tres derrotas en toda la Liga (Real Madrid, Almería y Rayo Vallecano) que explican bien a las claras que por encima de cualquier rendición de sus rivales ha sido un equipo indiscutiblemente superior a cualquiera.