Llenar los zapatos de Lionel Messi o Cristiano Ronaldo es tarea imposible. Sin embargo, los herederos de sus dorsales en Barcelona y Real Madrid no fueron capaces ni siquiera de ofrecer versiones decentes de los monstruos que dominaron el futbol los últimos 15 años.
El 13 de junio de 2019, Eden Hazard fue presentado en el Santiago Bernabéu ante 50 mil espectadores, luego de que el Real Madrid le pagó al Chelsea una suma cercana a los 100 millones de euros por el futbolista belga.
Hazard llegó a la ‘Casa Blanca’ con etiqueta de ‘figura mundial’ luego de brillar en la Premier League. Lo hizo a una edad ideal (28 años) y con la mesa servida para desplegar su talento, y si bien era difícil esperar que hiciera olvidar a Cristiano o siquiera escribiera una historia parecida, sí que se contemplaba que fuera capaz de brindarle muchas alegrías al madridismo.
A ciegas se le dio un contrato por cinco temporadas (hasta el 30 de junio de 2024), de las cuales ya transcurrieron cuatro y no pueden calificarse de otra manera que un rotundo fracaso. Eden Hazard es uno de los más grandes fiascos en la historia del conjunto merengue. Ni más ni menos.
Múltiples lesiones, una baja de juego tan incomprensible como impresionante y sobre todo la incapacidad para revertir una situación adversa, han condenado al belga a un rol que ni siquiera alcanza la categoría de secundario. Sencillamente no existe cuando el entrenador piensa en una alternativa que pueda ofrecerle solución alguna en los partidos.
Poco y nada se habla del rotundo fracaso de esta millonaria contratación, pues se llegó a afirmar que el atacante sería “el próximo Balón de Oro” o “el jugador que iba a eclipsar a Lionel Messi”.
Debutó en agosto de 2019 a los 16 años para convertirse en el segundo jugador más joven en la historia del FC Barcelona en hacer su aparición con el equipo estelar en Primera División.
Desde su presentación dejó constancia de que se trataba de un futbolista con ‘estrella’, llamado a convertirse en un referente del club y forjar una carrera inolvidable.
Su entrenador en el filial, el exportero Víctor Valdés, hablaba maravillas de este chico que era capaz de desempeñarse en cualquier posición del frente de ataque debido a su versatilidad y talento, pues lo mismo tenía la facultad para ganar en el mano a mano por los extremos y asistir, o jugar como centro delantero ya que contaba con alta certeza en la definición, además de que con su velocidad y habilidad se convertía en una verdadera pesadilla para los defensas.
Tuvo un ascenso meteórico y de inmediato fue llamado a la selección española bajo la tutela de Luis Enrique, en donde impuso otra marca, la del goleador de menor edad en ‘La Furia Roja’ a sus 17 años.
Todo iba bien, el Barça lo blindó, el chico era feliz en el club hasta que llegaron las lesiones, una tras otra y así empezó su calvario y declive. Con todo y que hace un par de temporadas recibió un espaldarazo mayúsculo.
Tras la inesperada marcha de Messi, Fati heredó —tal vez de forma precipitada y hasta inmerecida porque seguía siendo una promesa—la playera con el número 10 y el peso que ello significaba.
En estos dos años el delantero ha seguido inmerso en sus problemas de rodilla y con Xavi, aparentemente ya recuperado al 100 por ciento, su participación ha sido escasa, entrando a los partidos como relevo y sin pesar en lo absoluto.
La realidad de Ansu es que el equipo ya se plantea su salida en el próximo mercado de pases, con todo y que fue considerado la joya más grande de la cantera en los últimos años, y su padre ya hizo público su malestar debido a su poca participación, y el deseo de llevárselo a otro equipo.
Así las cosas, con diferentes circunstancias y contextos, pero ni Eden Hazard ni Ansu Fati fueron capaces de portar los números de Ronaldo y Messi con la dignidad que requería tal responsabilidad.