La entrada al juego de Torres coincidió con el despertar furioso del Barcelona, al final, ni eso fue suficiente ante el desplome de un equipo que no sabe por dónde transita.
FERRAN TORRES vive sus mejores, o al menos, más destacados días, desde que llegó al Barcelona. El delantero valenciano, muy por encima del invisible Lewandowski, se ha convertido junto a Lamine Yamal en el único argumento ofensivo del campeón. Y de manera entre sorprendente e inexplicable, Xavi Hernández decidió dejarle en el banquillo en un partido que se entendía trascendental.
Ferran quedó fuera para que Joao Félix entrase de inicio y aunque su entrada en juego coincidió con el despertar furioso del Barça, al final ni eso fue suficiente ante el desplome final de un equipo que no se sabe por dónde transita. Entre el desastre y la desesperación, el campeón acumula una vergüenza difícil de comprender, pero más aún lo hace contemplar como al delantero valenciano le aparta del escenario un portugués cuyo impacto en el juego oscila entre la limitación y la nulidad.
Fue entrar Ferran y rebelarse el Barça con furia. Fue llegar y sumarse a Lamine Yamal para darle aire al equipo. No hubo juego, pero sí ese arrebato que, de hecho, exigía el momento. No fue al final suficiente. De hecho, todo fue un nuevo desastre. Pero entre todo ello quedó la sentencia de que el valenciano debe ser un futbolista, ahora, imprescindible para lo que venga.
LAMINE YAMAL Mientras Lewandowski vagaba como alma en pena por el césped y Joao Félix se hacía ver más por sus aspavientos que por su incidencia en el juego, Lamine Yamal pedía el balón y una, dos, tres, cuatro veces, las que fueran necesarias, buscaba la banda, la velocidad, el quiebro. Todo.
Todo el futbol ofensivo del Barça durante los primeros 60 minutos pasaron por las botas del jovencísimo canterano, que agradeció la suma de Ferran a la causa y debió hundirse moralmente al comprobar el castigo final.
LA DEFENSA La defensa no tiene defensa. Sorloth se bastó y sobró para volver locos a Koundé y Araújo. El francés lleva semanas en derrumbe, pero la caída del uruguayo es tan evidente como inesperada.
A ellos se sumó una vez más Christensen, apenas un espectador de lujo en el 0-1 que anotó Gerard Moreno y al que Xavi castigó en el descanso, sacándole del campo para dar entrada a un Cubarsí mucho, muchísimo más joven y mucho más entonado a pesar del desastre final.
Y Cancelo, también. Tanto por el error garrafal que supuso el 0-2 de Ilias Akhomach como por su poco acierto tanto al irse al ataque como los despistes habituales en defensa. Y que motivaron que el partido acabase como acabó.