BARCELONA -- Philippe Coutinho disfrutó el domingo del triunfo del Barça sobre el Levante y este lunes se convirtió ya definitivamente en parte de un club que con su fichaje recupera la fantasía brasileña. La que marchó a París personalizada en Neymar y que fue moneda corriente en los últimos 25 años del Barcelona.
Por más que Ronaldo pusiera en el foco un teórico, interesado en su discurso, desencuentro de los cracks brasileños con el Barça, la realidad dibuja a ojos de la hinchada del Camp Nou el espectáculo breve de Romario, su también efímera explosión, la excelencia de Rivaldo, la magia de Ronaldinho o la maravilla de Ney que representan, de alguna manera, los antecedentes que debe reafirmar Coutinho a partir de ahora.
El Barcelona respondió con un golpe de efecto a quienes pusieron en duda su ascendente en el fútbol mundial tras la salida de Neymar con destino al (http://espndeportes.espn.com/futbol/francia/nota/_/id/3436067/oficial-neymar-es-nuevo-jugador-del-psg) millonario PSG y con el fichaje de Coutinho mandó una señal inequívoca de que su poder de seducción se mantiene inalterable y que, además del aspecto financiero, que no es poco, el Camp Nou, la filosofía del club, o Messi siguen siendo reclamos de primerísimo nivel.
“Coutinho es un futbolista extraordinario” solventó desde Inglaterra Pep Guardiola, entrenador del Manchester City y buen conocedor del ascendente brasileño en el Camp Nou, ya en su etapa de futbolista.
El último y gran fichaje del Barça, el jugador más caro de la historia azulgrana, llega al Camp Nou tanto para ir tomando (se sospecha) el relevo de Iniesta como devolver lustre a esa banda izquierda que dejó Neymar y en la que hace dos décadas se encargó de maravillar Rivaldo, la fantasía más alejada de la fanfarria en lo que a brasileños se refiere.
ROMARIO
La colección de estrellas brasileñas en la época moderna del Barça puede inaugurarse con Romario, el tipo menos hablador que se recuerda en la era del Dream Team pero que, íntimo de Stoichkov, convirtió su primera temporada, la 1993-94, en una fiesta continuada. El ‘Baixinho’ aseguró a su llegada que marcaría 30 goles en la Liga y cumplió su promesa. Ni uno más anotó en un curso soberbio… Y que no tuvo continuidad.
Ganador con la selección brasileña del Mundial de Estados Unidos, Romario no volvió a Barcelona al comienzo de la pretemporada siguiente y enfrentado a Johan Cruyff, se pasó los siguientes meses preparando
su huida con destino a Río de Janeiro, lo que solventó en enero de 1995, apenas dos días después de que el Barça fuera aplastado en el Bernabéu por 5-0.
RONALDO
Ocupado el mando del Barcelona en enterrar cualquier resquicio de Johan Cruyff, dos meses después de un despido que aún se recuerda como una de las crisis más polémicas en la historia del club, el entonces presidente Núñez se lanzó a por el joven que más prometía en el concierto mundial: Ronaldo Nazario.
El Barça lo fichó en Miami, en plena disputa de los Juegos Olímpicos de Atlanta en el verano de 1996, por una cifra record de 15 millones de euros. Y su eclosión en Barcelona fue, sencillamente, bestial.
Ronaldo reniega de su paso por el Barça pero no niega, no puede, que aquella temporada 1996-97 fue probablemente la más salvaje de su carrera. Marcó 47 goles en 49 partidos, logró un triplete de títulos (solo se le escapó la Liga) y se marchó de mala manera con destino al Inter de Milán tras un divorcio que aún duele entre algunos hinchas del club azulgrana.
RIVALDO
Para ocupar el vacío del ‘Fenómeno’, de manera urgente, el Barça miró hacia La Coruña y sin pestañear pagó la claúsula de rescisión de Rivaldo. Lo hizo el último día hábil para inscribir jugadores en la Champions y aquellos 24 millones de euros, nuevo record en el club, se entendieron con el paso del tiempo bien invertidos.
Rivaldo era un magnífico, excepcional, futbolista en el terreno de juego que, sin embargo, no disfrutaba fuera de él del carisma de sus antecesores. A pesar de ello completó 235 partidos de azulgrana en 5 temporadas, conquistó el Balón de Oro, se enfrentó a Van Gaal y marcó un gol imposible, de chilena frente al Valencia en el último suspiro del último partido de Liga que le sirvió al Barça para… acabar cuarto y lograr plaza en la Champions League. Eran otros tiempos.
RONALDINHO
La jugada maestra del binomio Laporta-Rosell. Despistando con un interés por Beckham, que acabaría en el Real Madrid de Florentino Pérez y en plena campaña electoral a la presidencia del Barcelona, Sandro Rosell, entonces colaborador principal del que sería nuevo presidente Laporta, se aseguró el fichaje del crack que triunfaba en el PSG.
Sin ser el fichaje más caro de la historia Ronaldinho sí fue el tipo que despertó al Barça de su peor pesadilla moderna y le devolvió la sonrisa a un club deprimido y alejado de la excelencia y, lo peor, de un Madrid galáctico al que, de sopetón, sometió bajo su embrujo.
Ronaldinho, a quien dejó escapar el Madrid, completó cinco temporadas en el Barça que deambularon entre la magia inicial y el desplome final, en 2008, cuando daba que hablar más fuera que dentro del campo… Pero al cabo de diez años de su marcha permanece en el recuerdo la imagen de aquella estrella que, entre otras cosas, alumbró el nacimiento en la élite de Leo Messi.
NEYMAR
Descartado por el Real Madrid en edad infantil por no querer pagar los 60 mil euros que, se afirma, pidió en aquel momento Walter Ribeiro por su fichaje, el Barça se hizo con él en 2013, después de unas increíbles negociaciones que acabaron provocando el enjuiciamiento del club y la dimisión del presidente Rosell.
Deportivamente, sin embargo, Neymar fue una maravilla futbolística en el Camp Nou, creciendo al lado del mejor Messi y convirtiéndose en un jugador de referencia durante las cuatro temporadas que permaneció en un Barça que con él redescubrió el carácter jovial de Ronaldinho y el gusto por el carnaval de Ronaldo.
La salida de Ney se mantiene aún fresca en el recuerdo del barcelonismo y su amigo Coutinho viene a ocupar un vacío especial en el vestuario: el de una estrella diferente, el de un jugador especial encargado de personalizar esa magia brasileña que tantos aplausos despertó en el Camp Nou.
LOS OTROS
En la historia, sin embargo, son más de una treintena los jugadores brasileños que jugaron en el Barça. Desde que Fausto Dos Santos se alinease en 30 partidos en 1931 y hasta Paulinho, capaz de cambiar a lo bestia las dudas por alabanzas tras su fichaje procedente de China.
Evaristo de Macedo, autor de un gol mítico que sirvió para eliminar por primera vez al Real Madrid de la Copa de Europa, puede considerarse el primer legendario de una lista en la que también hubo dos cracks que pasaron de puntillas.
Mario Marinho, central indiscutible de la selección brasileña, apenas disputó 37 partidos en una temporada y media, después de una excelente eclosión y de ser después ignorado por el entrenador Hennes Weisweiler en 1975.
La otra gran decepción la personalizó Roberto Dinamita, mejor goleador en la historia de Vasco da Gama y que apenas disputó 9 partidos con el Barcelona entre enero y marzo de 1980, marcando solo 3 goles y volviendo a Río de Janeiro tras no adaptarse a un club en crisis.
Cleo (fichado para sustituir al lesionado Schuster y cuya boda fue lo más destacado de su paso por un Barcelona en el que no jugó), Bio, efímero y solo recordado por un penalti histórico al Anderlecht, Aloisio, el primer fichaje extranjero del Cruyff entrenador, Da Silva, Jaguaré, Batista, Giovanni Silva, Sonny Anderson, Motta, Rochemback, Geovanni, Belletti, Silvinho, Edmilson, Keirrison, Henrique, Douglas, Maxwell, Adriano, Rafinha o Marlon completan la lista…
Sin olvidar a Dani Alves, el lateral con mejor prestancia en un club del que llegó a ser el extranjero con más partidos y del que a pesar de marchar por la puerta de atrás en el verano de 2015 se mantiene en el recuerdo de manera inalterable.
Y, aunque tuviera pasaporte portugués, mereciendo entrar en la lista Deco, el colega de Ronaldinho en la resurrección de un Barça cuya hinchada espera con los brazos abiertos a Coutinho, confiada en que el recién llegado se convierta en el último mago brasileño.