El veneno de la culpa, la recriminación y la victimización ya fluía por las venas del "madridismo" --el sustantivo colectivo que agrupa a la importante tajada de humanidad que jura lealtad a la otra Casa Blanca, sobre la avenida La Castellana de la capital española-- antes de llegar a la cancha para lo que se convertiría en la noche más oscura de Real Madrid en la historia de la Champions League.
Dos derrotas --de local esta última semana-- ante sus archirrivales de Barcelona, el yin a su yang, significaban que Real Madrid había quedado eliminado de la Copa del Rey y, salvo por intervención divina, fuera de carrera por el título de España. La Champions League era lo único que les quedaba. Es el premio más grande del fútbol de clubes y un torneo que ganaron cuatro veces en los últimos cinco años. Ganar cinco de seis parecía impensable, pero también lo era ganar tres al hilo, y lo lograron el año pasado. Durante una temporada en la que no ha habido un club europeo dominante, Real Madrid tenía motivos para albergar esperanzas a pesar de sus limitaciones.
Los sueños europeos de Real se vieron promovidos por el rival más improbable que le tocó en octavos de final. Ajax es un gigante histórico del fútbol --solamente cinco equipos ganaron más Copas de Europa-- aunque de la misma manera que General Electric es un gigante de la industria: el juego ha evolucionado, y los ingresos que aceitan las máquinas fluyen hacia los clubes grandes de las ligas más importantes.
Ajax ni siquiera había clasificado a la Champions League las cuatro temporadas anteriores, y la última vez que llegaron a octavos fue hace 13 años, cuando más de la mitad de su once titular actual cursaba la primaria. Y, más importante aún, el partido de ida, en Ámsterdam, había terminado con un triunfo por 2-1 para Real Madrid --que no jugó bien, pero ganó porque, bueno, eso es lo que hacen los ganadores-- y eso significaba que el equipo español podía ganar, empatar, o incluso perder 1-0 y aun así pasar a cuartos de final.
Pero todo se derrumbó. A los 20 minutos, Ajax ya estaba 2-0 arriba. Para el minuto 62, Real Madrid estaba tres goles abajo, lo que significaba (por la regla del gol de visitante) que tendría que marcar tres veces para avanzar. Cuando convirtieron uno para achicar el déficit, Ajax inmediatamente devolvió el golpe con un increíble tiro libre para poner el parcial en 4-1. Y así terminó la cosa, aunque a esa altura gran parte del público del estadio más grande de Europa ya se había retirado, disgregando madridistas enfundados de blanco en la oscuridad de la noche.
Esto no fue Buster Douglas noqueando a Mike Tyson en Tokio. Esto más bien se trató de un macho joven desafiando al macho alfa para terminar dejándolo fuera de la manada. En parte gracias a sus piernas frescas y su valentía, y en parte porque su rival todavía no se ha dado cuenta de que está más lento, no está tan audaz, pero sí está demasiado arrogante.
La primera prueba de la arrogancia se vio reflejada en el capitán, Sergio Ramos. Recibió una tarjeta amarilla en la primera pierna – la tercera en el torneo, lo que significó que quedó suspendido para este partido – y más tarde dijo que lo había hecho de manera intencional. "Estaría mintiendo si dijera que no los forcé a darme la segunda tarjeta amarilla]", dijo Ramos, sabiendo que iba a tener que cumplir con la suspensión en la segunda pierna contra Ajax. Más tarde, Ramos se retractó, pero la UEFA, el organismo que dirige este torneo, no le creyó y le agregó la suspensión de un partido más.
Esa clase de actitud – de parte de tu capitán, ni más ni menos – repercute en todo el equipo. Pero esto es sólo una parte de la película.
La primera explicación sería que la eliminación temprana de Real Madrid – la primera vez que no llegan a los cuartos de final en nueve años – se debe a las partidas en el verano del entrenador Zinedine Zidane y de Cristiano Ronaldo, quien se sumó a Juventus. Pero esa sería una explicación un tanto simplista. Cristiano tampoco ha tenido una buena pasada por la Champions League con otra salida temprana y con Juve detrás de Atlético Madrid por dos goles. En cuanto a Zidane, la realidad es que la corona de la temporada pasada en la Champions League fue más bien una cortina de humo.
Real Madrid terminó la campaña 2017-18 tercero en La Liga, unos 17 puntos fuera de ritmo. En la Champions League, no tuvieron una buena etapa de eliminación, sobre todo en casa, en el Bernabéu, un lugar en donde el público no perdona. "Son como el público de la Opera. Tienen un estándar muy alto, y no tendrán problema en abuchearte si no cumples con las expectativas… sin importar si ganas, empatas o pierdes”, dijo Carlo Ancelotti, quien ganó la Champions League con Real Madrid en 2013-14, arrancando su ciclo exitoso.
Real Madrid se vio superado por largos tramos en casa ante Paris Saint-Germain, cayó por 3-1 ante Juventus (y sólo terminó avanzando gracias a un penal tardío) y en las semifinales con Bayern, fueron los beneficiarios de un tremendo error del portero. De hecho, llevan perdidos tres de los últimos diez partidos en casa en la Champions League y los últimos cuatro en fila en todas las competencias. Por lo que uno se pregunta si, en medio de toda esa experiencia, la ansiedad también ha desempeñado un papel importante.
A decir verdad, el club se dio cuenta de que era necesaria una reconstrucción después de la temporada pasada. Es simplemente eso, como sucede en todos los deportes, o lo haces con cuidado, pero si intentas recargar en vez de reconstruir y depositas tu fe en los jugadores que no son los indicados, terminarás pagando el precio. Julen Lopetegui, el “entrenador de sistema” elegido para reemplazar al más ortodoxo Zidane, tuvo un comienzo pobre en la temporada y fue despedido después de 14 partidos. Estrellas en ascenso como Isco, Marco Asensio y Dani Ceballos no pasaron de inmediato al siguiente nivel por más de una razón. Veteranos como Karim Benzema y Gareth Bale, que se suponía que tenían que brillar después de correrse de la sombra de Cristiano, languidecieron en su lugar, sobre todo el galés: alguna vez el jugador más caro del mundo, ahora Bale es una figura menospreciada en el Bernabéu.
Este es el final de un ciclo que, quizá, debería haber terminado hace un año, pero se extendió gracias a la combinación única de talento, experiencia y altanería. Sin nada más por lo cual jugar, Real Madrid ahora está camino a su temporada baja más larga en 42 años. Esa fue la última vez que quedó fuera de todas las competencias a principio de marzo. Tal como lo dijo el defensor, Dani Carvajal, después del partido, al fin se ha terminado esta pésima temporada de Real.