BARCELONA -- Ousmane Dembélé no volverá a jugar hasta el mes de octubre y su quinta lesión muscular ha provocado un disgusto indisimulado en el Barcelona, donde no se entiende la actitud del jugador, que notando ya molestias en Bilbao se tomó los dos días de fiesta concedidos por Valverde a la plantilla sin más y a su regreso a los entrenamientos, este lunes, abandonó la sesión preparatoria dolorido para confirmarse en un examen médico la rotura fibrilar que, se sospecha, sufrió en el partido de San Mamés.
Fuentes cercanas al vestuario confirmaron a ESPN Deportes que al acabar el choque frente al Athletic, Dembélé fue preguntado directamente por su estado y que su respuesta, despreocupada, dio a pensar que no tenía realmente ningún problema, rechazando la posibilidad de ser examinado el sábado en Barcelona, junto a Luis Suárez, y marchándose en sus días libres.
Lo sucedido el lunes por la tarde devolvió al escenario la desconfianza que existe en el club con Dembélé, cuyas lesiones musculares le han apartado del campo en prácticamente un tercio de los partidos del Barça y que se suman a no pocos actos de indisciplina que afectando al equipo en conjunto le señalan a ojos de todos.
Lesionado por última vez el 4 de mayo en Balaídos, el delantero francés se ausentó en la recta final de la temporada, quedando fuera de los planes de Valverde tanto en el desastre de Anfield como en la final de Copa en Sevilla. Para entonces, sin embargo, se habían apagado los ecos de la crítica por su desordenado ritmo de vida y se entendió que, ante el nuevo curso, daría un paso al frente en su carrera deportiva.
A mediados de junio su representante, Moussa Sissoko, fue citado en las oficinas del club y allí se le trasladó un voto de confianza al jugador, declarándole intransferible pocos días antes de que el propio presidente, Josep Maria Bartomeu, proclamase que Dembélé “es hoy mejor futbolista que Neymar”.
Su nombre, de hecho, fue insinuado como parte integrante de la operación Neymar, especulándose con que sería del agrado del PSG pero, de forma inmediata, apartándose del asunto por deseo personal del jugador, convencido en permanecer en el Barcelona y dispuesto a mostrar su mejor imagen.
Pero apenas comenzar la temporada el pasado más turbio regresó al primer plano. Y si Valverde acogió primero con incredulidad este último capítulo, el enfado en el club con Dembélé, otra vez en el ojo del huracán, es evidente.