Durante más de 15 años, Lionel Messi ha sido la principal figura del Barcelona, anotando y asistiendo en cientos de goles, ganando incontables trofeos. Sin embargo, ¿cómo ha cambiado su juego con el transcurrir del tiempo, a medida que ha madurado y ha contado con varios cambios en su elenco de reparto? Gabriele Marcotti analizó los datos y nos presenta el siguiente resumen.
Nota: Estadísticas y datos medidos por 90 minutos a través de Opta y StatsBomb y basados en partidos jugados por Messi antes del paro del fútbol europeo en marzo, debido al coronavirus.
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Su irrupción en el Barcelona (2003-08)
Lionel Messi se destacó entre sus colegas desde edad muy joven. Mientras que a los jóvenes técnicos les encanta hablar sobre desarrollar y fomentar talentos, la realidad es que Messi contaba con aptitudes tan claras y tan bien definidas (muy superiores a las mostradas por compañeros de equipo y rivales) que asegurar que el argentino tuviera la posesión del balón por el mayor tiempo posible terminó convirtiéndose en su ruta más rápidas para alcanzar el éxito.
Podía regatear el balón, era veloz, tenía excelente sentido de los tiempos cuando corría desde la zaga y podía convertir goles. Y si consideramos que era capaz de lograr todo ello en espacios cerrados, lo más fácil era colocarlo en el medio de la acción. Jugaba en la parte superior del diamante de la formación 3-4-3 utilizada por la mayoría de los equipos de la cantera del Barcelona, con libertad y licencia para convertirlo en un segundo delantero.
A sus 17 años, comenzó a jugar de forma regular con el equipo B del Barça (a veces como volante ofensivo, en otras como extremo izquierdo), acumulando algunos minutos con el primer equipo. Para la siguiente temporada, la 2005-06, Messi ya había cumplido 18 años, convirtiéndose en una presencia regular en la formación del técnico Frank Rijkaard.
El entrenador holandés utilizaba un sistema 4-3-3; por ello, la posición actual "por el medio" de Messi no existía en ese momento. Siendo demasiado pequeño e inexperto para jugar por cuenta propia en la delantera, el único destino posible era ir por las bandas. Y debido al hecho que existía, con toda razón, una jerarquía establecida (el Barcelona había ganado el titulo de La Liga de España en la temporada anterior), Messi compartió la banda derecha con Ludovic Giuly.
Es una costumbre sumamente normal que los jugadores más jóvenes, incluso los más talentosos, comiencen a jugar en un primer equipo dentro de un rol que les ayude a ganar confianza. Muchos 10 y centrodelanteros comienzan jugando como extremos tradicionales, con la intención de darles espacios, minimizar responsabilidades y hacer su labor lo más sencilla posible. Por ejemplo, si son diestros, juegan por la banda derecha y tienen la tarea de enfrentarse a los zagueros, desbordarlos y utilizar cruces frente a ellos.
En el caso de Messi, quien es zurdo, lo natural era ponerlo a jugar por la izquierda, excepto que dicha posición era ocupada en el Barcelona por un señor llamado Ronaldinho, quien era en ese momento dueño del Balón de Oro y contaba con argumentos para ser considerado el mejor jugador del mundo. Tenía licencia plena para recorrer la cancha a su gusto y frecuentemente terminaba penetrando el área contraria, haciendo sociedades con Deco, talentoso pasador, quien formaba parte del trio de mediocampistas de Rijkaard y solía incursionar en el ataque hacia arriba.
Las estadísticas iniciales de Messi reflejaban esta situación. Regateaba mucho el balón (9.77 intentos por cada 90 minutos en la campaña 2005-06, seguido por 9.79 y 11.77 en los torneos 2006-07 y 2007-08, respectivamente) y lo hizo con éxito (7.40, 7.08 y un sorprendente promedio de 8.64), lo que no sorprende mucho, considerando que éste recibía frecuentemente el balón por la derecha en situaciones de marcación personal; mientras que los rivales se concentraban en la amenaza que representaba Ronaldinho por la banda contraria.
No vimos mucha acción por parte de Messi en el área contraria, en comparación con años posteriores (ostentó promedios de 6.26, 5.39 y 5.54 toques en el área contraria por cada 90 minutos) y tampoco remataba con mucha frecuencia (3.60, 2.72 y 2.79 por cada 90 minutos). Cuando hacía sus intentos de tiros a larga distancia, Messi no era particularmente efectivo, convirtiendo apenas uno de 62 intentos a distancia superior a 21 yardas en el transcurso de las temporadas 2005-06, 2006-07 y 2007-08.
Lio fue diligente en su labor defensiva durante el mismo periodo; de hecho, su promedio ajustado por posesión de quites + intercepciones por cada 90 minutos fue superior a 3.0 por única vez en su carrera.
Asimismo, es probable que su desarrollo se haya visto afectado por dos razones: una serie de lesiones musculares le limitaron a hacer 23 apariciones como inicialista en Liga en los torneos 2006-07 y 2007-08, mientras que el club le confería mayores responsabilidades. Adicionalmente, Messi aún no había cumplido 21 años y tal como lo apunta Guillem Balagué en su biografía del astro argentino, Messi seguía alimentándose en mayor medida con la dieta de cualquier adolescente: gaseosas, pizzas y mucha carne roja. Pero eso cambiaría muy pronto...
Reemplazando a Ronaldinho (2008-10)
Durante el verano de 2008, se produjo un simbólico relevo de antorcha en el Barcelona. Pep Guardiola reemplazó a Rijkaard como técnico del primer equipo, coincidiendo precisamente con los traspasos de Deco y Ronaldinho. Esto le demostró al nuevo entrenador que Messi no sólo era el futuro del club, sino que ese futuro era aquí y ahora.
Messi recibió la camiseta número 10 y se convirtió en el jugador mejor pagado del equipo; sin embargo, era cuestión crítica que lograra mantenerse sano físicamente, tras haber sufrido ocho lesiones musculares durante las dos campañas anteriores. Su dieta tenía que cambiar; por ende, empezó su tratamiento con un nutricionista y, quizás no fue coincidencia que comenzara a ganar fortaleza y durabilidad.
Guardiola moldeó al equipo de una forma innegablemente provechosa para Messi, quien comenzó a disfrutar de algunas de esas libertades creativas adentro y que pronto se convertirían en su tarjeta de presentación. Thierry Henry, quien había llegado un año antes, prosperó como extremo contando con licencias similares, pero la diferencia radicaba en que parecía correr detrás de los defensas.
En líneas generales, el estilo de los primeros años de Guardiola (altamente dependiente de la posesión y pases cortos) se adaptaba a las características de Messi. Se sentía cómodo en áreas congestionadas y rodeado por futbolistas natos, que van de Xavi Hernández a Andres Iniesta en el mediocampo hasta el recién llegado Dani Alves como lateral derecho.
Messi tuvo una fenomenal temporada 2008-09, con el Barcelona alzando su triplete de Liga - Copa del Rey - Champions League. Generó mucho fútbol (su promedio de asistencias con "expectativa de gol" (xG) en juego abierto ascendió hasta alcanzar 0.35), mientras que regateó efectivamente el balón (9.27 intentos por cada 90 minutos; 6.27 completados) e intentó una mayor cantidad de remates (3.65).
Fue revelador ver que Messi (en la que sería una de sus señas características durante la era Guardiola), intentaba en mayor medida remates de calidad, con un promedio entre xG / remates de 0.15. Su nivel físico mejoró sustancialmente, al igual que su toma de decisiones. Por su parte, el estilo Guardiola, que favorecía tomar un pase extra si ello implicaba intentar un mejor remate, también ayudó.
El torneo 2009-10 fue atípico, debido a la llegada de Zlatan Ibrahimovic al club blaugrana. Guardiola era el gran tema de conversación del panorama futbolístico, contando con una plantilla conformada por siete canteranos egresados de La Masía y una filosofía que predicaba movimiento y posesión; sin embargo, el centro delantero Samuel Eto'o, quien había trabajado incansablemente a favor de jugadores más glamorosos ubicados detrás de él (primero Ronaldinho y ahora Messi), se encontraba inmerso en una disputa contractual. Adicionalmente, existía la percepción de que, a pesar de todos sus éxitos, el Barcelona contaba con una nómina corta, ligera y unidimensional. Si se pudiera incorporar a un jugador dotado, no sólo con fortaleza física, estatura y poder, sino que también contara con un delicado toque de balón, seguramente sería un equipo mayor a la suma de sus partes. Así las cosas, Ibrahimovic terminó mudándose al Camp Nou proveniente del Inter de Milán, por un pase cercano a los $45 millones junto con el contrato de Eto'o, quien terminó jugando en Italia.
A pesar de ello, Ibrahimovic no encajó dentro del estilo del Barcelona y tuvo choques con Guardiola. No hubo problemas personales entre ambos jugadores, pero el impacto causado por Zlatan sobre el juego de Messi fue evidente: sus toques en el área cayeron, de un promedio de 8.79 a 7.92 y sus remates a larga distancia se incrementaron sustancialmente, de 36 a 63. Dicho total fue el más alto de su carrera hasta 2016-17, cuando Messi estaba cerca de cumplir 30 años y volvía a jugar al lado de un genuino centro delantero (Luis Suárez).
Dicho en términos simples: mientras Eto'o trabajaba con el fin de crear espacios para otros, Ibrahimovic se movilizaba menos y quizás tenía mayor determinación para convertirse en el punto culminante del ataque. Ibrahimovic congestionaba la mitad de la cancha y ello implicaba que Messi tenía que operar mucho más alejado del arco contrario.
El Barça obtuvo el título de Liga ese año con un récord de puntos en la tabla (99); sin embargo, no pudo alzar el trofeo de Champions League. La campaña de Messi fue productiva, con 33 goles en liga en juego abierto. Fue esa clase de actuaciones la que rápidamente convenció a Guardiola de que Messi podía ser más productivo sin la presencia de Ibrahimovic, quien fue enviado al Milan. Henry, cuyos minutos y producción también entraron en declive, terminó despachado a la Major League Soccer.
Por su parte, David Villa hizo su llegada. El asturiano también era centrodelantero, pero contaba con mayor movilidad y versatilidad. Mientras tanto Pedro, quien había llegado proveniente del equipo B y comenzó a ser suplente de Henry en la campaña anterior, fue designado como titular. Finalmente, Messi contaba con un tridente ofensivo hecho a la medida de sus aptitudes.
El eje de la rueda (2010-14)
Con Pedro y Villa como contrastes naturales y el juego de pases cortos de Guardiola en pleno desarrollo, Messi terminaría disfrutando de algunas de sus mejores temporadas en lo individual. Siendo creador y rematador a la vez, era en teoría el extremo derecho titular; pero dentro de un tridente ofensivo tan fluido, Messi terminaba abarcando toda la delantera, y ello implicó que pasara mucho tiempo jugando por el medio.
El Barcelona fue campeón de Liga y Champions en el torneo 2010-11 y si bien sus goles en liga anotados en circunstancias distintas al cobro de penales decayeron hasta sumar 27 tantos, Messi se mantenía intocable a la hora de regatear (10.75 intentos, 7.47 con éxito) y aportó un estelar promedio de 0.34 xG asistidos en juego abierto.
El año siguiente sería el último de Guardiola en el Barça y fue en ese momento cuando el técnico comenzó a experimentar con formaciones más exóticas, incluyendo jugar con tres defensas y varios ensayos en el mediocampo. Cesc Fabregas, nacido y criado en la cantera del Barcelona, regresó al club después de una larga estadía en el Arsenal para darle un segundo aire a la sociedad entre Xavi e Iniesta. Sin embargo, su repercusión fue mínima. Alexis Sánchez, quien también llegó durante el verano, tampoco pudo satisfacer las expectativas, y Villa pasó seis meses fuera de acción en la campaña 2011-12 debido a una lesión.
La agitación interna tuvo como consecuencia que el Barcelona terminara la campaña con las manos vacías de trofeos, pero eso no detuvo a Messi a la hora de asumir mayores responsabilidades. Terminó la campaña con un total de 73 tantos en todas las competiciones (una cifra absurda bajo cualquier circunstancia), pero fueron sus 40 goles en partidos de liga (restando penales) los que realmente destacaron la labor de Messi, aparte de que sus tantos se produjeron gracias a un promedio de xG/remates de 0.17, una cifra absurdamente alta para un jugador que sumó el sorprendente total de 187 remates.
Tito Vilanova, quien fue por largo tiempo asistente de Guardiola, asumió la dirección técnica del equipo culé. Sin embargo, fue diagnosticado con cáncer en diciembre de 2012 y pasó gran parte del resto de la temporada sometiéndose a los tratamientos correspondientes. Villa regresó a la cancha; no obstante, siguió viéndose afectado por las lesiones y jamás volvió a ser el mismo, mientras que Sánchez siguió confrontando dificultades.
En esta etapa de su carrera, Messi constituía prácticamente la totalidad de la ofensiva del Barcelona, y se encontraba encendido. Ganó su tercer Balón de Oro consecutivo y convirtió 42 goles en liga con la excepción de penales, siete de los cuales se produjeron tras 58 remates a distancias mayores a 21 yardas. Su promedio de toques en el área contraria disminuyó ligeramente, alcanzando 8.8 por cada 90 minutos, lo que quizás era señal de que se había convertido fundamentalmente en rematador. Su posición promedio dejaba pocas dudas: efectivamente, Messi jugaba como centro delantero.
En este punto, era evidente que el Barcelona giraba en torno a Messi y que él cargaba toda la responsabilidad del ataque en sus hombros. En el verano de 2013, el club le procuró cierta ayuda de la mano de Neymar, mientras que Gerardo "Tata" Martino reemplazó a Vilanova, quien lamentablemente falleció en abril de 2014. Martino era oriundo de Rosario, el mismo terruño natal de Messi, y fue considerado como el hombre apropiado para conectar con él, tango a nivel personal como deportivo.
A pesar de todo ello, la fuerte "Messi-dependencia" proseguía dentro el plantel culé. Neymar, con apenas 21 años, necesitó de cierto tiempo para adaptarse y se vio limitado a 19 partidos de liga como titular. Fuera de la cancha, el presidente Sandro Rosell se vio obligado a renunciar después de ser objeto de acusaciones por malos manejos en el pase de Neymar y el Barcelona fue encontrado culpable de violar normas relativas a la firma de jóvenes extranjeros, lo que redundó en un veto a nuevos fichajes.
Messi cargó con su equipo lo más que pudo en 2013-14 e intentó más remates que nunca (5.34); sin embargo, fue menos efectivo, terminando con 22 tantos en liga, excluyendo penales. Las lesiones musculares, que había logrado evitar durante varias temporadas, volvieron a asomar su cabeza. Por su parte, el Barcelona terminó la campaña en blanco y Martino dejó la dirección técnica.
Nacimiento de la "MSN" (2014-17)
Durante el verano de 2014, con el Atlético de Madrid convertido en campeón de España y el Real Madrid haciendo gala del título de Champions League, se hizo obvio que la idea del falso 9 o el tridente fluido ya no funcionaba para el Barcelona, lo que terminó incrementando la ya fuerte carga asumida por Messi.
Con el fin de abordar esta situación, Luis Enrique sustituyó a Martino en el banquillo y el club blaugrana adquirió los servicios de Luis Suárez, proveniente del Liverpool, por una cantidad cercana a los $90 millones. Tras la partida de Alexis Sánchez, se sentaron las bases de la llamada "MSN" (Messi-Suárez-Neymar) y el Barcelona ganaría otro triplete.
Sin embargo, el cambio no fue inmediato. Suárez llegó con una suspensión por cuatro meses a cuestas, luego de haber mordido al italiano Giorgio Chiellini en el Mundial de Brasil. Por su parte, Neymar mostró una mejoría sustancial, sin llegar aún al nivel que mostraría posteriormente. De hecho, no vimos a la MSN junta en la cancha hasta enero de 2015. Pero quizás lo más importante es que Messi mantuvo la plenitud de su nivel y jugó todos los partidos de Champions League, Copa del Rey y Liga de España, como titular en todos esos compromisos con la excepción de sólo uno.
Su promedio de remates volvió a bajar (de 5.34 a 4.62 por cada 90 minutos), al igual que sus regateos (intentados: de 9.67 a 8.52; exitosos: de 6.78 a 5.75); sin embargo, su producción ofensiva mejoró tremendamente. Convirtió 38 tantos exceptuando penales (tercer total más alto de su carrera), aunque también logró sumar 0.33 xGA (expectativa de goles en contra) en juego abierto, lo que refleja el talento que tenía a su alrededor.
La presencia de Suárez fue crítica, permitiéndole a Messi regresar a la posición de extremo derecho de manera más permanente, aunque siempre contó con licencia para penetrar y crear. Probablemente, Suárez fue la síntesis perfecta entre Ibrahimovic y Eto'o: el uruguayo contaba con la habilidad técnica de Ibrahimovic, junto al ritmo de trabajo y movimiento inteligente de Eto'o.
Adicionalmente, Suárez desarrolló rápidamente un entendimiento positivo con Messi, despejando el camino con carreras oportunas que sacaban a los defensores de sus posiciones, haciéndose siempre disponible para un buen pase. Y la presencia de Neymar por la banda izquierda también ayudó enormemente, ya que implicaba que los equipos rivales no podían sobrecargar la banda de Messi.
Esta situación permaneció sin mayores cambios durante la temporada 2015-16, aunque el hecho de contar con Suárez por la totalidad de la campaña y no solo por cinco meses, ayudó a Messi a desprenderse de una buena porción de la responsabilidad ofensiva. Al operar cada vez más lejos del área contraria, pudimos constatar distintos aspectos de su juego. Por ejemplo, sus remates a larga distancia alcanzaron un tope personal con 62 y mejoró su promedio goleador a larga distancia, convirtiendo seis tantos, el mejor registro de su carrera.
Siguió disminuyendo su promedio de regateos (sus intentos por cada 90 minutos cayeron hasta sumar 7.66) y, en parte debido a que jugaba cada vez más lejos de la meta contraria, su xG (0.62, la menor desde el torneo 2008-09) y promedio de xG/remates (0.13, el más bajo desde 2007-08) declinaron, después de haber alcanzado los picos de campañas anteriores. A sus 28 años, su producción defensiva también mantuvo su declive: su promedio de quites ajustado por posesiones más intercepciones fue de 1.02.
Este era un Messi mucho más orientado al juego colectivo y dispuesto a hacer que los jugadores a su alrededor mejoraran su nivel; aunque eso es más fácil de lograr cuando tienes compañeros de la talla de Neymar y Suárez. Dani Alves, el defensor con aptitudes de extremo que le permitió a Messi pasar gran parte de las campañas anteriores como extremo sólo en teoría, partió del Barcelona en el verano de 2016 y Messi pasó cada vez mayor tiempo fuera del área contraria.
Como consecuencia, Messi se convirtió en un jugador aún más letal desde la distancia, convirtiendo ocho de 66 remates a distancias mayores a 21 yardas; su xGA en juego abierto sumó la asombrosa cifra de 0.45. Terminó la campaña con 31 goles en liga (restando penales) y 51 tantos en todas las competiciones.
La era post-Neymar (2017-presente)
El verano de 2017 se vio marcado por dos partidas clave del Camp Nou. Luis Enrique fue sustituido por Ernesto Valverde, mientras que Neymar activó su cláusula de rescisión para fichar por el Paris Saint-Germain, por el pase récord de $250 millones.
El movimiento de Neymar tomó al Barcelona fuera de guardia y los réditos de dicha venta fueron invertidos en la adquisición de jugadores con distintas características. Ousmane Dembele, quien era más un correcaminos que iba de arriba abajo, apenas tenía 20 años y se vio afectado por las lesiones, imposibilitado de causar mayor impacto. Mientras tanto, Philippe Coutinho, quien llegó en enero de 2018, era más creador y también confrontó problemas para adaptarse al sistema de Valverde. Por su parte, Suárez también comenzó a mostrar signos de desgaste a sus 31 años, convirtiéndose en un centro delantero tradicional.
Messi se adaptó, producto de la necesidad. Se incrementaron sus toques en el área contraria (10.99 en 2017-18 en 2017-18; 10.26 en 2018-19) mientras se vio obligado a ir más adelante, cerca de Suárez; pero también hizo mayores remates de larga distancia cuando tenía bloqueado el camino al arco rival. Nuevamente lo hizo muy bien, convirtiendo 16 goles en 171 intentos en distancias superiores a las 21 yardas durante esas dos temporadas. Parte de su éxito se debió a los tiros libres, una cualidad de su juego que parecía mejorar con la edad: anotó 12 goles por esa vía en el transcurso de dos años, tras haber convertido 21 en la totalidad de su carrera.
Messi seguía siendo extremo derecho en el papel, aparte de un regateador altamente efectivo y se ubicaba regularmente entre los líderes de liga en esa categoría; sin embargo, en mayor parte se topó con circunstancias en las cuales aprovechaba el regateo para armar un remate o un pase, en vez de intentar esas vertiginosas carreras que veíamos cuando Messi era más joven. Mientras tanto, su aporte defensivo seguía cayendo y en raras ocasiones intentaba replegarse, probablemente producto de su edad. De hecho, no era extraño ver a Messi y Suárez trotando para dejar a los volantes a cargo de la recuperación del balón.
Las estadísticas de Messi para la temporada 2019-20 son las que podemos esperar por parte de un candidato al Jugador Más Grande de todos los tiempos a sus 32 años, quien intenta cargar con el equipo como solía hacerlo. Su promedio de xG/remates fue de 0.11, el menor de su carrera. Sin embargo, logró sumar la vigorosa cifra de 16 goles (excluyendo penales) antes de la suspensión de La Liga de España en marzo pasado y como es costumbre, sus remates a larga distancia hacían la diferencia: 7 de sus 16 tantos en juego abierto fueron producto de tiros de largometraje, siendo la mayor proporción de su carrera por amplio margen. Cuatro de ellos fueron producto de tiros libres; siendo evidencia adicional de que la habilidad de patear el balón es lo último en perderse gracias a la edad.
El viejo término de "Messi-dependencia" volvió a ponerse de moda con los equipos de Valverde porque, a pesar de obtener dos títulos de Liga, no lograron convencer y dependieron fuertemente de su talismán. De cierta manera, aparte de los años de las eras Guardiola y MSN, ésta ha sido la historia constante de su carrera. Probablemente, la diferencia radique en que, por estos días, Messi saldrá a relucir ocasionalmente (frecuentemente con un cañonazo lejano) en vez de desbordar constantemente a sus rivales, con todo un equipo a su servicio.
A pesar de ello, este es el ocaso de una carrera con el que la mayoría de los jugadores mortales solo pueden soñar.