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El Barcelona conmemora 25 años del golazo de Ronaldo mientras añora un 9 goleador

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BARCELONA -- El Barcelona disfrutó solo durante una temporada de Ronaldo Nazario. El 17 de julio de 1996, durante la concentración de la selección brasileña en Miami, el delantero cerró su fichaje por el club azulgrana, que pagó por él 15 millones de euros al PSV Eindhoven.

El 27 de julio de 1997 fue presentado en San Siro como futbolista del Inter de Milán, que se lo arrancó al Barça por 26.5 millones después de varios meses de incertidumbre por una mejora de contrato prometida desde el club y que comenzó a gestarse el 12 de octubre de 1996, hace 25 años, con gol para la posteridad.

Ronaldo había debutado de azulgrana el 25 de agosto en la Supercopa de España frente al Atlético de Madrid con un doblete y despertando una admiración indisimulada entre la hinchada del Barça, aún marcada por el despido de Johan Cruyff tres meses antes y que recibía el nuevo proyecto dirigido por Bobby Robson con evidente desconfianza. Pero entre ese clima enrarecido sobresalía la sonrisa y el poderío del joven brasileño, que sin necesidad de adaptación explotó con grandeza.

Marcó nueve goles en sus primeros ocho partidos con el Barça y el 12 de octubre visitaba con el equipo azulgrana a un Compostela tan irregular como impredecible. Y aquella noche en el estadio de San Lázaro se consumó la obra maestra. Ya ganaba el Barça por 0-2 superada la media hora de partido cuando Ronaldo tomó un balón en el centro del campo y se dirigió sorteando con tanta agilidad como potencia a cualquier rival que le saliera al paso para anotar un gol que entró por la puerta grande en la historia del club. Y que allí permanece.

Bobby Robson se llevó las manos a la cabeza al lado de un maravillado Jose Mourinho, su ayudante, mientras la afición local premiaba aquella obra de arte con sus aplausos y alguien entre la junta directiva del club que presidía Josep Lluís Núñez cometió la torpeza de proclamar que Ronaldo debía ser "blindado" con un nuevo contrato. Aquello se convirtió en noticia, ofreció argumentos a sus representantes (Alexandre Martins y Reinaldo Pitta) para empezar a presionar al club azulgrana... Y la historia acabó como acabó: con el jugador llorando al conocer su traspaso al Inter de Milán al acabar la temporada.

AÑORANZA DESCONOCIDA
El Barcelona conmemora este 12 de octubre aquella gesta como el recuerdo de una noche para la historia. Un gol grabado en oro similar al que marcase Johan Cruyff al Atlético de Madrid en 1973, Ronaldinho en el Bernabéu en 2005, Lionel Messi al Getafe en 2007, Evaristo en 1960 o Romario en 1994 al Real en el Camp Nou, Koeman a la Sampdoria en 1992, Rivaldo al Valencia en 2001... Goles tan magníficos que merecen un punto y aparte y que, en este presente del club colocan en el plano no solo aquella añoranza sino la necesidad que tendría hoy el Barça de disfrutar de un jugador diferencial en su punta de ataque.

Desde la marcha de Luis Suárez, el último gran '9' en azulgrana, el gol ha sido una asignatura pendiente en el Camp Nou que la salida intempestiva de Leo Messi en agosto ha catapultado sin disimulo al primer plano. La posición del uruguayo no ha sido ocupada con un futbolista de referencia como fuera Ronaldo, o Romario, o Eto'o... Y ni Martin Braithwaite ni Luuk de Jong parecen estar en disposición de devolver aquella brillantez y solvencia al puesto.

El Barcelona sufre hoy la abstinencia del 9 en plena reconstrucción de un club herido tanto en los despachos como en el césped a la espera de recuperar el músculo financiero perdido y, quién sabe, regresar al mercado con la grandeza de antaño. Suspirando con un punto iluso, quién sabe, en ser capaz de reclutar a Erling Haaland en 2022 para devolverle ese papel que siempre tuvo.

Un papel que en el campo cumplieron tantos delanteros fenomenales durante la historia y entre los que destacó aquel Ronaldo Nazario, a quien un solo año de azulgrana le bastó (47 goles en 49 partidos) para convertirse en leyenda. Y que el 12 de octubre de hace 25 años entró en la historia del club... Sin saber que aquella noche, aquel gol, iba a desencadenar el principio del fin de su aventura en el Barça.