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El Barcelona fichó al brasileño Ronaldo hace 25 años, un romance histórico y efímero

BARCELONA -- Ronaldo Nazario en azulgrana. La aventura breve pero inolvidable de su etapa en el Barcelona comenzó el 17 de julio de 1996, hace 25 años, cuando el entonces joven crack brasileño estampó en Miami su firma en el contrato que le llevó personalmente Joan Gaspart a la concentración de la selección que preparaba su participación en los Juegos Olímpicos de Atlanta. Un fichaje mediático, un fichaje monumental... Y una temporada para el recuerdo.

Ahora, cuando en pleno escándalo con las grabaciones descubiertas de Florentino Pérez está a punto de estrenarse en España la serie Galácticos en la que Ronaldo tiene un protagonismo evidente, regresa al plano aquel fichaje que hace 25 revolucionó el Camp Nou y al barcelonismo en pleno, que creyó encontrar en aquel brasileño a un ídolo de largo recorrido... Pero cuya permanencia en azulgrana fue de apenas un suspiro.

Su etapa en Barcelona fue breve pero intensa. Breve pero adornada de jornadas inolvidables, de goles soberbios y de un enamoramiento inmediato con la hinchada del Camp Nou, que nueve meses después de su debut ante el Atlético de Madrid disfrutó de su última exhibición frente al Deportivo La Coruña sin sospechar que los ocho años de contrato que se habían firmado en Miami desembocarían al cabo de once meses en su marcha al Inter de MIlán.

El fichaje de Ronaldo por el Barça comenzó a gestarse la última semana del mes de mayo de 1996. Días después del explosivo despido de Johan Cruyff el entonces presidente del club, Josep Lluís Núñez, convino con sus más directos colaboradores la necesidad de dar un golpe de efecto con que paliar ante los aficionados la furia provocada por la salida del entrenador holandés. Bobby Robson, el nuevo técnico, apostaba por fichar a Alan Shearer, máximo goleador de la Premier League las dos últimas temporadas y con quien mantenía muy estrecha relación, pero Núñez, recordando el caso de Archibald y Hugo Sánchez sucedido doce años antes, impuso el nombre del joven brasileño, sucesor de Romario en el PSV Eindhoven y cuya figura, con 19 años, ya se aventuraba monumental.

La negociación con el PSV no fue sencilla. Aunque una lesión en la rodilla le dejó fuera de competición más de media temporada durante el curso 1995-96, la explosividad que había mostrado ya en su primer año (35 goles en 36 partidos) y los 19 marcados en 21 apariciones en aquella segunda campaña le convertían en la figura más brillante de la Liga holandesa y en un jugador llamado a marcar época.

El Barcelona presentó una oferta de 10 millones de dólares que el entonces presidente del PSV, Willem Maeyer, ni respondió, advirtiendo que Ronaldo era "intransferible"... Situación que cambió de pronto en cuanto el futbolista, desde Río de Janeiro, reveló sus deseos. "No quiero volver a Holanda”, proclamó a comienzos de junio, mientras el Barça negociaba públicamente el fichaje de su compatriota Giovanni con el Santos... y con él en secreto.

También el Inter de Milán, que acababa de malvender a Roberto Carlos al Real Madrid, fijó sus ojos en Ronaldo, igualando la oferta del Barça y retirándose poco después, pero adquiriendo un derecho preferencial para el año siguiente mientras pagaba 5 millones por el nigeriano Nwankwo Kanu al Ajax Amsterdam.

El Barcelona aumentó su propuesta a los 15 millones de dólares que le siguieron pareciendo insuficientes a un PSV que recordando el tira y afloja de tres años antes con Romario de protagonista se descolgó exigiendo el doble, que en el Camp Nou se entendió como el comienzo del acuerdo. Así, el 10 de julio el club holandés dio su visto bueno a una oferta de 20 millones de dólares y se redactaron los contratos, con Ronaldo ya concentrado a las órdenes de Mario Zagalo para disputar los Juegos.

Ahí se abrió el capítulo final y más alucinante si cabe de la novela de su fichaje. Americo Faria, director responsable de la selección brasileña, prohibió a los representantes del Barcelona, con el vicepresidente Joan Gaspart a la cabeza y el doctor Borrell encargado de someterle a una revisión médica, que tuvieran ningún contacto con Ronaldo, descubriéndose la mano del PSV, que pretendía aumentar el precio, apoyándose en una cláusula del contrato que especificaba su validez durante solo 15 días.

Borrell se coló en el hotel por las cocinas para visitar a Ronaldo en su habitación y Gaspart llegó hasta el jugador disfrazándose de camarero para conseguir su firma y los dirigentes brasileños, furiosos pero rendidos a la evidencia, acabaron por permitir al Barça presentar al delantero en una sala del hotel.

DEL IDILIO AL DIVORCIO
La aventura de Ronaldo en Barcelona se ha explicado ya muchas veces. El enamoramiento inmediato, el idilio del Fenómeno con una hinchada entregada a su sonrisa, goles y rendimiento... Y el divorcio inesperado, inconcebible para todos y recibido con una incredulidad que costaría de encajar alrededor del Camp Nou.

Debutó de azulgrana marcando dos goles el 25 de agosto de 1996 en el estadio de Montjuïc con ocasión de la Supercopa de España contra el Atlético de Madrid (5-2) provocando ya el delirio y dejó para el recuerdo imágenes icónicas de goles soberbios. Compostela, Valencia, Deportivo, Zaragoza, Real Sociedad, Atlético, Real Madrid, Paris Saint-Germain... Fueron 47 goles en 49 partidos, una espectacularidad nunca vista y todavía recordada.

El divorcio final, que se consumó el 30 de mayo, comenzó a gestarse ya en noviembre, semanas después de su legendario gol al Compostela y cuando el Barça, a pesar de tener firmado un contrato por ocho temporadas y pagarle un sueldo entonces astronómico de 1.8 millones de dólares anuales, pretendió retocar las condiciones, asustado por su impacto, y comenzó a negociar con sus representantes una mejora, que estos aprovecharon para exigir un aumento sideral, casi inalcanzable y que acabó con su marcha.

"Me engañaron. Yo quería quedarme pero no estaba en mis manos y Núñez nos engañó”, afirmó muchos años después el propio Ronaldo recordando aquella salida abrupta que provocó sus lágrimas cuando conoció el desenlace y su traspaso al Inter de Milán, que pagó los casi 34 millones de dólares especificados en su cláusula de rescisión.

Así acabó, de mala manera, un sueño que durante un año maravilló en Barcelona. El fichaje de un Fenómeno del que se cumplen 25 años.