Avance o no a la final, sea o no campeón en Wembley, Italia ya ganó, dio un golpetazo sobre la mesa y mandó al mundo un mensaje contundente: está de regreso
MÉXICO -- Luego de conquistar su cuarta Copa del Mundo de la FIFA en Alemania 2006, Italia entró en un inesperado y angustioso letargo futbolístico que ha durado prácticamente 15 años.
En ese lapso, la Squadra Azzurra tocó fondo al quedar fuera en Fase de Grupos de los Mundiales de Sudáfrica 2010 y Brasil 2014, además de ni siquiera asistir a Rusia 2018 por primera vez desde Suecia 1958.
En cuanto a Eurocopa se refiere, jugó la final en 2012 ante España, mientras que cayó en 4tos de final frente a España en 2008 y Alemania en 2016, respectivamente.
En estos 15 años fatídicos muchas fueron las causas de la debacle italiana, en 2010 el mal de los campeones del mundo: no renovarse a tiempo. En los años siguientes camadas de futbolistas que no dieron el estirón para llenar los zapatos de Del Piero, Totti, Pirlo y Cannavaro.
Tras el fracaso rotundo que significó no ir a Rusia y que cimbró de pies a cabeza a todo el Calcio, llegó la cordura de darle las riendas a un DT serio y trabajador como Roberto Mancini.
Aunado a esta fundamental decisión, los clubes italianos dejaron de sobreexplotar la contratación de foráneos en la Serie A y comenzaron a generar en los llamados "Equipos Primavera" nuevos y mejores futbolistas.
Ejemplo de ello es el mediocampista de 23 años Nicolo Barella, surgido del modesto Cagliari y que hoy es figura en el Inter de Milán y pieza clave en el 11 de Mancini.
Gianluigi Donnarumma (22 años) y Federico Chiesa (23 años) son otros jóvenes que gracias a sus buenas actuaciones tienen a su país en las semifinales de la Euro 2020.
Por otra parte están los casos de clubes como: Atalanta y Sassuolo, que pese a ser modestos en cuanto al presupuesto, forman buenos jugadores y además practican un futbol sumamente agradable marcando en varios juegos 3 o más goles a lo largo de la temporada.
Atalanta aportó a la convocatoria a: Matteo Pessina y Rafael Toloi, Sassuolo lo hizo con: Manuel Locatelli y Domenico Berardi, misma cantidad que el todopoderoso Inter con: Alessandro Bastoni y el mencionado Barella.
El famoso Catenaccio italiano de defender a ultranza y “golear” 1-0 hoy está totalmente obsoleto. Esta versión “molto felice” de Italia es muy sólida en defensa con Bonucci y Chielini, que dicho sea de paso vs Bélgica en 4tos se “comieron” y nulificaron a un “toro de lidia” como lo es el delantero Romelu Lukaku.
En mediocampo Verratti, Jorginho y Barella recuperan muchos balones, además tienen llegada llegando desde una segunda línea y enlazan con Insigne y Chiesa o Berardi por las bandas. Immobile es ese “killer” que tiene gol, se bota del área y genera espacios para sus extremos.
El juego por el boleto a la final ante España es un premio a la convicción de ideas de este equipo, que en ningún momento especuló con el resultado y siempre buscó incrementar sus ventajas, nunca se traicionó y eso en el futbol actual es oro molido para los amantes de este deporte.
Italia, como la potencia histórica que es, tarde o temprano siempre vuelve. Después de autodestruirse, renace como el Ave Fénix y se reinventa con un futbol acorde a los tiempos que se viven.
Avance o no a la final, sea o no campeón en Wembley el próximo 11 de julio, Italia ya ganó, dio un golpetazo sobre la mesa y mandó al mundo un mensaje contundente: está de regreso y amenaza con recuperar el trono que le pertenece de cara al Mundial Catar 2022.