La solidez defensiva del surcoreano Kim Min-jae, el fútbol total del georgiano Khvicha Kvaratskhelia y el instinto goleador del nigeriano Victor Osimhen se llevan los flashes del Napoli campeón. Y con razón: con ellos como estandartes, el orgullo de la ciudad, tierra del patrono San Genaro y segunda casa de Diego Armando Maradona, se volvió a consagrar en la Serie A, treinta y tres años después.
No obstante, en el largo y sinuoso camino de los napolitanos hacia la gloria, que implicó tocar fondo y renacer de la mano del propietario y presidente Aurelio De Laurentiis, hubo muchas decisiones acertadas que pusieron al equipo en los primeros planos, con el director deportivo Cristiano Giuntoli y el director técnico Luciano Spalletti como responsables del éxito celeste.
Porque si la historia es una sucesión de sucesos sucedidos sucesivamente, el Napoli se ha encargado de honrarla.
1. Recambio
Sustituir una pieza por otra de su misma clase.
Después de vivir en el infierno, con un par de descensos y una bancarrota, Napoli se asentó durante la última década como uno de los equipos más consistentes de Italia. Cuatro títulos (tres Copas Italia y una Supercopa), participaciones fijas en torneos continentales y luchas hasta las últimas fechas por el ansiado y postergado Scudetto acompañaron a lo largo de los últimos años a un club que nunca perdió su carácter pasional.
Si algo les faltaba a los partenopeos, era consagrarse como los mejores del país. Con ese fin, tuvieron que pasar generaciones de grandes jugadores y, con ellos, difíciles decisiones: la temporada pasada, la plantilla estaba plagada de referentes y, ante la necesidad de reducir la masa salarial (lo hicieron en un 16%), De Laurentiis y Giuntoli tomaron una siempre difícil decisión, el recambio.
Esta palabra –a esta altura, quizás se trate de un concepto en sí mismo– tiende a traer pánico al mundo del fútbol, principalmente cuando implica dejar atrás a camadas exitosas, como la que conformaron, entre otros, el legendario capitán Lorenzo Insigne (hoy en Toronto FC), el goleador histórico Dries Mertens (Galatasaray), Kalidou Koulibaly (Chelsea), Fabián Ruiz (Paris Saint-Germain), David Ospina (Al Nassr) y Faouzi Ghoulam (Angers), que entre los seis se combinan para más de 1600 partidos vestidos de celeste.
Apostar por una renovación tan tajante en el marco de un equipo que incluso el año pasado peleó hasta el final la Serie A, a pesar de la disconformidad de un sector de la hinchada, denotaba, al menos, valentía y seguridad.
2. Apuestas
Depositar la confianza en una persona, idea o iniciativa que entraña cierto riesgo.
Erling Haaland, Zlatan Ibrahimovic y hasta Cristiano Ronaldo estuvieron cerca de arribar a Napoli bajo la conducción de Giuntoli. Pero ninguno llegó a la ciudad de San Genaro y Maradona.
Gran parte de los secretos del director deportivo reside en mirar donde otros no lo hicieron. A pesar de no tener un presupuesto bajo -los 260 millones de euros que costó el equipo son una ganga bajo los parámetros de la Premier League, pero no de la Serie A-, el elenco del sur buscó y encontró talento a desarrollar fuera del mainstream. Hay una certeza: ningún miembro del plantel campeón llegó a Nápoles como una superestrella consagrada.
Algunas fuertes inversiones por jugadores que tardaron en asentarse como piezas clave, como el arquero Alex Meret (26 millones en 2019), el extremo Chucky Lozano (45 millones en 2019) y el delantero Victor Osimhen (71 millones en 2020), provenientes de Udinese, PSV Eindhoven y LOSC Lille, respectivamente, y tratándose los últimos dos en récords de la era De Laurentiis, se combinaron con verdaderos chollos.
El caso de Kvaratskhelia es el más icónico. El joven atacante georgiano jugaba el año pasado en Rubin Kazan, pero en marzo rescindió su contrato por las concesiones de la FIFA para quienes se encontraban compitiendo en Rusia y Ucrania. Kvaradona, como se lo apoda en Nápoles, volvió a su país, disputó unos partidos en el Dinamo Batumi y fue comprado por tan solo 11.5 millones de euros, la tercera parte de lo que pretendía antes el conjunto ruso, por Napoli. En enero de 2023, las cuentas de Rubin Kazan se mofaron de la Juventus, haciendo alusión a un reporte que indicaba que la Vecchia Signora había pasado del georgiano por negarse a pagar 20 millones de la moneda europea.
Kim, que a mediados de 2021 llegó a Europa, específicamente al Fenerbahce turco, pasó al Napoli en julio de 2022 por 18 millones, un poco más de lo que el club invirtió en el mismo mercado de pases por el uruguayo Mathías Olivera (16.5M), de Getafe, y el camerunés Frank Anguissa (16M), de Fulham, que el curso previo había jugado en el Gli Azzurri a préstamo. En ese período también arribaron a la capital de la región de Campania, en calidad de cedidos, Tanguy Ndombélé (Tottenham), Giovanni Simeone (Hellas Verona) y Giacomo Raspadori (Sassuolo), importantes como relevos en el equipo de Spalletti.
Más tiempo en el equipo llevan Piotr Zielinski (12M a Udinese en 2016), Mario Rui (6M a Roma en 2018), Giovanni Di Lorenzo (10M a Empoli en 2019), Eljif Elmas (16M a Fenerbahce en 2019), Amir Rrahmani (14M a Hellas Verona en 2020), Stanislav Lobotka (21M a Celta de Vigo en 2020), Matteo Politano (21M a Inter en 2021, tras 18 meses de cesión), pero todos tienen en común que, por ellos, no se pagaron cifras exorbitantes para el fútbol de estos tiempos.
Uno de los grandes logros de Spalletti en el Napoli es haber potenciado a sus jugadores. El toscano de 64 años, que había tenido buenos ciclos al mando de Udinese, Roma e Inter, pero no había conseguido ningún Scudetto, asumió hace dieciocho meses con el objetivo de llevar a cabo la transición necesaria para cualquier renovación, reducción salarial del plantel mediante. No solo cumplió su fin con creces, sino que revalorizó a Kvaratskhelia, Kim y Lobotka, entre otros, como había hecho con Mohamed Salah, Antonio Rüdiger y Marzelo Brozovic en distintas etapas de su carrera.
La arista dirigencial, claro, acompañó, con De Laurentiis, un especialista en mantener a los jugadores mediante largos y convenientes contratos (Kvaradona, por ejemplo, cobra 1.2M por temporada), al frente. El magnate del cine, pronto a cumplir un par de décadas en el club, prometió estabilidad financiera para, luego, reconstruir al club. Y vaya si lo logró. El Napoli campeón de la Serie A luego de 33 años demostró que, si todas las partes trabajan en conjunto y se respalda un proyecto a pesar de resultados adversos, el éxito llega. En este caso, además, se superaron las expectativas.
3. Éxito
Resultado feliz de un negocio o actuación.
Quizás el término más polisémico y controversial. ¿Qué es el éxito? Justo en días en los que se debatió profundamente qué era el fracaso en el deporte, después de que el basquetbolista griego Giannis Antetokounmpo reflexionara al respecto tras quedar eliminado de los playoffs de la NBA, la discusión se torna interesante.
En un plano resultadista, es difícil argumentar que Napoli no tuvo éxito esta temporada. El tercer Scudetto de su historia ya descansa en el Estadio Diego Armando Maradona, artífice de los dos primeros, en tanto la institución se metió entre las ocho mejores de la UEFA Champions League por primera vez. Un mal tramo final de temporada no solo lo dejó sin pelear hasta el final de la Orejona (NdR: el Milan lo eliminó en cuartos de final), sino que postergó un poco la consagración en el plano local, que por la inmensa diferencia con sus perseguidores nunca se llegó a poner en tela de juicio.
Pero haber roto el manual, el libro de reglas, para armar un equipo campeón, tomando riesgos al dejar ir a jugadores consagrados y al fichar a promesas con potencial no demostrado al más alto nivel, también es éxito. Y del difícil. Coronarse en el fútbol del catenaccio, pero con un juego ofensivo, fluido y vertical, también. Al comienzo un poco escépticos, los tifosi se terminaron sintiendo muy identificados con el equipo de Spalletti, que luego de tres décadas de trayectoria puso su nombre en la historia del fútbol.
Y lo más claro: cortar treinta y tres años de sequía es, sin dudas, éxito.