Hoy tenemos 'grupos de animación' o 'barras' que bien podríamos llamar delincuentes; esto es realmente peligroso porque pueden mexclarse intereses políticos
Hace tiempo que el futbol mexicano perdió su valiosa esencia de ser un espectáculo familiar. Las tribunas han sido 'secuestradas' -un término delicado en nuestro país- por 'barras' que no pueden, de ninguna forma, llamarse 'grupos de animación'. Son grupos de delincuentes, vándalos, asesinos, sinvergüenzas, malhechores que han llevado el terror a los estadios y que se han apoderado de ellos, todo eso ante la displicencia y hasta la sospechosa colaboración de los clubes de la Liga MX. La barbarie de La Corregidora se venía anunciado con anticipación…Finalmente, llegó, llegó 'la guerra', la 'otra guerra'…
Eran esos domingos de sol y de familias, del 'Chiquitibum a la bim, bom, bam…', de papá con una camiseta, la esposa y los hijos con otra y el sonido de las matracas, lo que hacia especial y único al futbol mexicano. Esa esencia familiar por el juego ha sido aniquilada, la hemos perdido.
A cambio de ello, hoy, tenemos 'grupos de animación' o 'barras' que bien podríamos llamar grupos de vándalos, delincuentes, asesinos, sinvergüenzas, auténticos malhechores que se han adueñando de las tribunas en el futbol de México. Quiero pensar que el futbol no puede provocar la violencia, la barbarie que atestiguamos el sábado en el Estadio de Querétaro, pero tampoco podemos responsabilizar totalmente al deteriorado estado social y violento que vive el país. No, el futbol mexicano es responsable de estos actos. Los ha cultivado, los ha permitido, los ha solapado, los ha patrocinado.
No entiendo, nunca he alcanzado a entender la renuencia de los clubes del futbol mexicano por erradicar a esas 'barras bravas', a menos que los tentáculos de esos grupos de delincuencia se hayan involucrado directamente con la operación del futbol. Y eso es realmente peligroso porque dentro de esas 'células de animación' también pueden mezclarse intereses políticos, así como miembros de la delincuencia organizada y el narcotráfico.
“No habrá más barras visitantes en los estadios”, anunciaba Mikel Arriola, el presidente de la Liga MX, la tarde este domingo en Querétaro, una medida, irónicamente, otra vez copiada del futbol argentino, como lo fue, en su momento, el arribo de las 'barras bravas' al futbol mexicano. Pero, la gran pregunta es si los dueños de clubes, que se reunirán el martes en una asamblea de carácter extraordinaria, serán capaces de erradicar por completo a estos grupos de animación -o de delincuencia-.
Los clubes necesitan invertir más en seguridad. Cuidar los accesos, credencializar a los aficionados -como planea hacerlo la FMF con la selección mexicana-, regular la venta de alcohol y prohibir el acceso de estupefacientes a los estadios. Los clubes deben tener la voluntad y el interés de hacerlo. Si lo dejan como lo han hecho en los últimos años, el futbol seguirá siendo un campo de batalla, una guerra, sin cuartel, como la que atestiguamos, el sábado, en La Corregidora.
@Faitelson_ESPN