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Sergio Ramos, de los aplausos a los abucheos ante San Luis

El comandante de la Pandilla dejó la tierra potosina con tres puntos tras la victoria de la jornada dos


Sergio Ramos fue uno para la afición del Atlético de San Luis antes del juego ante Rayados y otro cuando sonó el silbatazo inicial. El zaguero español de Monterrey sufrió una mutación durante el encuentro en el Estadio Alfonso Lastras y, de forma curiosa, pasó de ser el centro de atención a uno de los jugadores más abucheados.

Los carteles de niños que pedían una foto, autógrafo o la playera de Ramos no faltaron en las gradas del recinto potosino. Otros más llevaron playeras de España o, incluso, del Real Madrid. El zaguero apenas los vio una vez que saltó a la cancha a calentar y no hizo caso. Pese a que le gritaban desde las tribunas implorando un recuerdo, los aficionados se fueron con las manos vacías.

La intensidad de Sergio Ramos se notó desde el calentamiento. Siempre en dupla con Stefan Medina, el sevillano no se guardó nada. Tras cambiarse y el protocolo de la Liga MX, Ramos se transformó en una fiera, la cual se comunicaba con silbidos que se escuchaban en todo el recinto.

A pesar de los cánticos de la porra local, Ramos solo tenía que silbar para que de inmediato le hicieran caso. Un silbido largo y la mano arriba hacia que su línea defensiva se quedara estática para provocar el fuera de juego.

Dos silbidos era para llamar la atención en un movimiento específico y tres eran para pedir el balón o hacer que sus compañeros voltearan de manera inmediata.

Sergio Ramos, sin correr como hace 10 años, ordenaba a todos con silbidos. Cuando no hacían caso, reprendía. Con Stefan Medina habló mucho en la primera parte y regañó a Germán Berterame en un descuido que el delantero tuvo en un cobro de falta.

El español no daba tregua. Sonrió sin titubear cuando corrió para abrazar a Óliver Torres tras el gol que Berterame hizo para abrir el marcador. Luego del encuentro entre sevillanos, felicitó a todo el grupo.

Los pedidos de fotos antes del juego cambiaron por abucheos. La afición potosina quiso presionar a través de la intimidación, pero faltó mucho más que abucheos para asustar a uno de los mejores centrales en la historia del juego.

Lo que nunca faltó fueron los reclamos de Sergio Ramos al árbitro, mismos que son una marca registrada de su carácter.

La visita de Sergio Ramos al final trascendió sin mucho asombro. Con la derrota casi firmada para los potosinos, las gradas comenzaron a despoblarse minutos antes del final. Aunque el zaguero seguía en el campo, ya no había emociones que despertara. Parece que su presencia ya es normal y su primera visita al Lastras pasó sin mucha trascendencia.