La carta de presentación del técnico de la Selección de Estados Unidos, Gregg Berhalter desde que asumió el mando del equipo fue proponer un juego intenso y ofensivo para sacar provecho a la fortaleza física de sus futbolistas.
Ha encabezado un cambio generacional luego de que el conjunto de las barras y las estrellas se quedó fuera de la pasada Copa del Mundo en Rusia 2018 y en lo que va de su proceso ha logrado plasmar una idea de juego muy clara en la nueva camada de jugadores estadounidenses.
Estados Unidos suele tener un parado clásico: un 4-3-3 con un solo contención, dos interiores ofensivos de buen pie y el ataque comandado por Christian Pulisic, la máxima estrella del equipo.
Hay un mecanismo que se repite constantemente por las bandas y es el intercambio de posiciones, lo que, a juicio del entrenador, le permite variedad ofensiva y confundir a las zagas rivales.
En la portería se mantiene la duda porque el puesto titular lo disputan Zack Steffen, quien pasó a Middlesbrough tras dejar Manchester City ya que no sumaba minutos allí, pero en las últimas convocatorias Ethan Horvath ha ganado puntos y no le ha puesto fácil la decisión al entrenador respecto a quién debe jugar.
La línea defensiva suelen conformarla DeAndre Yedlin, Walker Zimmerman, Aaron Long y Antonee Robinson (o Joe Scally); los mediocampistas son Tyler Adams, Weston McKennie y Yunus Musa; y el ataque habitual es con Christian Pulisic, Jesús Ferreira y Tim Weah.
El posible once mundialista sería: Zack Steffen o Ethan Horvath, DeAndre Yedlin, Walker Zimmerman, Aaron Long, Antonee Robinson; Tyler Adams, Weston McKennie, Yunus Musa; Christian Pulisic, Jesús Ferreira y Tim Weah.