El arco es un lugar que templa el carácter. Para ser arquero hay que tener una capacidad física particular y, sobre todo, una fortaleza mental consolidada. El trabajo del guardameta se caracteriza por esperar, mucho, por una oportunidad y saber aprovecharla. Esforzarse en las prácticas, aguantar la dureza del banco de suplentes y destacarse cuando toque ponerse los guantes para entrar al campo. Agarrar el arco y hacer lo que sea necesario para no soltarlo nunca más. Andrew Redmayne, el héroe más reciente del fútbol australiano, aprendió todo esto sin que se lo cuenten; lo vivió.
Cuando iban 120 minutos del repechaje mundialista entre Australia y Perú, el 13 de junio de 2022, en Doha, Redmayne saltó a la cancha para protagonizar una tanda de penales histórica. Con 33 años, era apenas su tercer partido en el arco del equipo nacional. En su larga carrera futbolística, en la que pasó por varios clubes locales y diversas selecciones juveniles (2 juegos con la Sub-23 y 25 con la Sub-20), la Selección Mayor siempre fue un lugar hostil, apenas 173 minutos de experiencia. Estuvo a punto de dejarlo todo, resurgió y se convirtió en ídolo. Hizo el camino del héroe en tres años. Se vistió de bufón, jugó a ser un canguro, saltó y bailó por un sueño. Y en tres saltos, llevó a su país a la Copa del Mundo.
PRIMER SALTO: AL RETIRO
Redmayne tuvo su primer partido como arquero de Australia en junio de 2019, casi 11 años después de su debut como profesional con el buzo de Central Coast Mariners. Fue en un amistoso, derrota 1-0 ante Corea del Sur. Se jugó menos de tres semanas después de la final de la Liga Australiana, en la que Andrew se destacó durante la tanda de penales, por atajar un par y por sus particulares movimientos para distraer a los rivales.
Un par de años antes, Redmayne ni se imaginaba tener una chance con su Selección. De hecho, había pensado seriamente en retirarse a los 27 años. "La autoestima entró en juego: para ser sincero, no creía que fuera lo suficientemente bueno. Fue una etapa bastante dura de mi vida", recuerda. Lo habló con su mujer y su contador. Tenía todo planeado, los números daban. Hizo un curso de barista para trabajar en el café de un amigo mientras completaba sus estudios para ser maestro en una escuela primaria. Se lo contó todo a una periodista de The Guardian mientras la ayudaba a usar una máquina de café.
En 2017, cerca de los 30 años y tras varias temporadas como suplente en cuatro equipos australianos (luego de su primer club pasó por Brisbane Roar, Melbourne Heart y Western Sydney Wanderers) el arquero empezó a perder la fe en sí mismo. “Estaba en una pequeña encrucijada en mi carrera. No estaba seguro de que atajar me daría comida y un techo”, explica.
La educación se transformó en un plan B que le dio paz mental, un horizonte. "Estudiar me quitó un peso de encima. Como jugador joven pones todos los huevos en una canasta, 'si no lo consigo como futbolista, entonces no tengo nada'”, cuenta Redmayne. “Si no tuviera esto, podría preocuparme por un golpe o una molestia, pero ahora sé que tengo algo en lo que apoyarme y soy capaz de dar un poco más de rienda suelta al fútbol, dar todo lo que tengo", agrega.
Ante la incertidumbre sobre su carrera, poder pensarse como docente le permitió a Redmayne seguir adelante. La propia vida del futbolista, con giras y viajes largos, le permitió profundizar sus estudios. "Estudiaba en los aviones, autobuses y en los hoteles, fue bueno para llenar el tiempo. No estás sentado en la habitación pensando demasiado en el fútbol. También me preparaba para la vida después del fútbol, también me dio confianza en eso". Andrew aprovechó un programa de becas impulsado por el gremio australiano de futbolistas con el que buscan ayudar a los jugadores a encarar el retiro. “Es algo que preocupa a muchos pero de lo que no se habla abiertamente”, afirma el arquero.
La docencia no fue una elección casual. Redmayne dice que se trata de un “negocio familiar”. Sus padres, sus tíos, sus tías, sus primos y su cuñado también son educadores. "Siempre admiré a los profesores como modelos a seguir cuando iba a la escuela", sostiene. "Creo que hay similitudes entre la enseñanza y atajar. Hay que comunicar mucho desde atrás y supervisar todo, y estoy seguro de que las cosas que he aprendido en mi carrera profesional se trasladarán cuando me pase a las aulas", asegura.
En enero de 2017, cuando ya estaba resignada, y se veía más en un aula que en un arco, lo llamó por teléfono su primer entrenador de arqueros, John Crawley. Le dijo que era parte del cuerpo técnico de Graham Arnold, el actual DT australiano, y que lo querían sumar al Sydney FC, el equipo en el que estaban entonces. Crawley, que había formado a Mat Ryan, el titular de los Soccceroos, buscaba reforzar el arco que defendía Danny Vukovic con Redmayne. Hoy, esos son los tres arqueros de Australia para el Mundial.
Crawley, admite Redmayne, lo reconstruyó desde cero. En su juego y su confianza. Cuando Vukovic fue transferido a Bélgica, le dieron la titularidad y el respaldo para sostenerse ahí. Para mayo de 2019, cuando Sydney FC llegó a la final de la Liga australiana, Andrew ya era titular indiscutido con otro entrenador. Si tenía un déficit en su juego quizás era que no podía atajar penales. Pero eso cambió en aquella final ante Perth Glory que terminó 0-0.
Redmayne se vistió de amarillo, bailó y saltó antes de cada disparo. Atajó dos penales, Sydney ganó 4-1 y se coronó campeón. Tras la consagración, le quitó mérito a su actuación. "Me agarró un virus o algo, no atajé un penal en toda mi carrera y ahora paré cuatro este año. No sé qué está pasando". Andrew sí lo sabía pero eligió no contarlo. Sus charlas y entrenamientos con Crawley, que ya estaba en la Selección, dieron fruto por primera vez. No sería la última.
El título, sus bailes y sus atajadas le dieron fama local y lo llevaron a la Selección de Arnold. Repitió el baile, meses después, vestido de rosa y lo bautizaron “The Pink Wiggle” (El meneo rosa) en referencia a un famoso programa infantil australiano en el que participó Kylie Minogue. Unas semanas después debutó con Australia, a los 30 años. “Es un momento que voy a recordar por siempre”, dijo Redmayne de aquel partido ante Corea del Sur. "No puedo agradecer lo suficiente a los chicos, al cuerpo técnico y a Arnie. Ha sido una semana increíble. Es una gran experiencia para muchos de nosotros que no hemos tenido ese tipo de exposición a nivel internacional", sostuvo. El mejor recuerdo de ese debut debe ser esta linda atajada ante Son Heung-min.
This was a superb save from @redders_20 to deny Son Heung-min! 👏#KORvAUS #GoSocceroos
— Socceroos (@Socceroos) June 7, 2019
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SEGUNDO SALTO: AL PASADO
Volvió a atajar para Australia dos años después, en Katmandú. Un destino exótico para una exótica carrera. Los Socceroos volvían a jugar luego de la pandemia. FIFA había decidido apretar los calendarios para poner rápido al día las Eliminatorias para Qatar y se disputaron cuatro juegos en 12 días.
El 3 de junio de 2021, Australia le ganó 3-0 a Kuwait con su equipo estelar y Ryan en el arco. El día 7, ante un rival menor como China Taipei, el arquero fue Vukovic. El 11, Redmayne tuvo la chance de jugar su 1er partido oficial en la victoria 3-0 en Nepal, otro de los rivales fáciles. Faltando 7 minutos, lo reemplazó Lawrence Thomas, el cuarto arquero del plantel. El 15, otra vez en casa y otra vez con mayoría de titulares, Australia derrotó 1-0 a Jordania y cerró la segunda fase de las Eliminatorias de Asia con puntaje ideal, 8 triunfos en igual cantidad de partidos, 28 goles a favor y solo 2 en contra. Ninguno se lo habían hecho a Andrew.
La congestión de partidos obligó al DT Arnold a rotar mucho el plantel para presentar lo mejor en cada juego. La debilidad de algunos rivales le permitió, también, experimentar con jugadores y esquemas de cara a la decisiva fase 3, en la que se definieron los boletos para Qatar 2022. Esa larga ventana FIFA se pareció mucho a un campamento de pruebas para definir a los integrantes del plantel nacional. La mente de Redmayne debe haber viajado a su juventud pero los recuerdos no eran nada buenos.
En 2005, un Redmayne de 16 años viajó a Europa con el equipo juvenil en el que se formaba, el New South Wales Institute of Sport. En un partido amistoso que terminó con un sorpresivo triunfo de los australianos ante las juveniles del Arsenal, Andrew se destacó al dejar su arco en cero. Los técnicos Gunners no perdieron el tiempo y le ofrecieron una prueba en Londres.
Sydney FC goalkeeper Andrew Redmayne had a trial at Arsenal back in 2006 & was meant to join the club, before #afc picked Szczesny instead. pic.twitter.com/J1pi5o1RgF
— afcstuff (@afcstuff) July 14, 2017
"Era el último año en el estadio de Highbury, así que había un poco de ruido con eso. Fue fantástico estar con el primer equipo y en esas instalaciones", recuerda Redmayne. El arquero integró un once juvenil que debía exigir a los profesionales, liderados por el francés Arsené Wenger. En el otro arco se turnaban Jens Lehmann y Manuel Almunia. Thierry Henry y Dennis Bergkamp eran las lujosas amenazas de gol que iban a probar el talento del australiano.
Redmayne cumplió y los directivos del club le ofrecieron sumarse a una gira por Hong Kong para una última evaluación antes de firmar contrato. Toda la ilusión de un futuro como futbolista en la élite se derrumbó cuando la familia de Andrew mandó un mail para confirmar los detalles del viaje. La respuesta fue devastadora para el joven Redmayne: “Recién contratamos a otro joven arquero, no podemos tener nueve arqueros para tres planteles por lo que sus servicios ya no son necesarios”. El otro juvenil era el checo Wojciech Szczęsny, de 15 años, que llegaría a atajar 181 partidos con Arsenal antes de pasar a Roma.
Redmayne no lamenta demasiado lo que sucedió, lo toma como una experiencia más en su vida de la que debió aprender. Aunque, no lo niega, su mente suele volver a ese momento: "A veces piensas ¿qué hubiera pasado si…?". Lo que está claro es que no guarda rencor. "Nunca había seguido a un equipo de la Premier, pero después de esa experiencia me convertí en un gran fan del Arsenal", confiesa.
En 2017, cuando la vida futbolística de Redmayne volvía a encarrilarse en el arco de Sydney FC, y con Arnold como DT, Arsenal se cruzó otra vez en su camino. El equipo inglés, que estaba de gira en Australia, se enfrentó al conjunto de Andrew. Los londinenses se quedaron con la victoria pero el arquero australiano se destacó una vez más. Tras el partido, la prensa le preguntó a Wenger por Redmayne y le recordó que se había probado con los Gunners. “No lo recuerdo, estoy hace muchos años en el club y se probaron muchos chicos”, se excusó el francés. "Si estuvo con nosotros, nos equivocamos al no ficharlo", sentenció.
TERCER SALTO: A LA GLORIA
“La idea de atajar los penales estuvo flotando al menos unas seis semanas antes del partido, me atrevo a decir”, reveló Redmayne tras consagrarse como el héroe de la clasificación de Australia para Qatar 2022, en el repechaje ante Perú. La decisión de Arnold de cambiar de arquero tras al final del suplementario sorprendió a muchos pero no fue una medida desesperada sino un plan fríamente calculado.
La primera persona que pensó en Redmayne para los penales fue Crawley, el entrenador de arqueros. "Me dijo: 'prepárate para eso'. Siempre estuvo en mi cabeza durante el partido ante Emiratos Árabes Unidos y también ante Perú. Fue algo planeado, entre el cuerpo técnico y yo", cuenta Andrew. Nadie más en la delegación australiana sabía del plan.
“Creo que algunos de los jugadores se dieron cuenta cuando me vieron entrando en calor durante el entretiempo”, revela Redmayne. El que no tenía ninguna idea era Ryan, el arquero titular. Cuando vio el cartel para el cambio se lo tomó con bastante tranquilidad. Fue hasta la mitad de cancha, chocó las palmas de sus manos con Andrew y le dijo: "Todo lo mejor amigo, este es tu momento".
"Siempre supimos que teníamos a Redmayne en la manga", dice Crawley a la cadena australiana ABC. "Lo teníamos previsto. Hicimos un par de sesiones de entrenamiento con cosas específicas sobre los penales. No necesitábamos decírselo a nadie en el equipo”, revela el entrenador de arqueros.
La decisión de tirar a Redmayne a la cancha ante Perú, segundos antes de definir el pase al Mundial en los penales, tenía un objetivo claro. "Hay que hacer algo diferente para alterar la rutina del tirador. Habían jugado contra Ryan durante todo el partido y sabían cómo era, así que cuando vieron que Redmayne entraba en juego, quizá pensaron: '¿quién es este tipo?’. Esa pequeña duda puede marcar la diferencia", explica Crawley.
Cuando Redmayne entró al campo, todos en Australia (y los que googlearon su nombre en el resto del mundo) recordaron la final de 2019. “Es una manera de que el rival no sepa a dónde me voy a tirar y además quiero que se pongan nerviosos, que el arco les resulte más chico de lo que realmente es”, había contado Andrew aquella vez. Ante Perú, esta vez, buscó lo mismo.
Lo primero que hizo Redmayne, lo que más se recuerda, es saltar y bailar sobre la línea de gol. El “meneo rosa” regresó pero con camiseta gris. Andrew ocupó su rol con naturalidad. El árbitro, recuerda, amenazaba todo el tiempo con amonestarlo por provocar a los peruanos. El arquero se lo negaba. “Le dije que no estaba haciendo eso. No le dije nada verbalmente a nadie pero cualquier cosa que pudiera hacer para tener un 1% más de chance de ganar haciendo algo estúpido, lo iba a hacer. Estoy más que feliz de hacer el ridículo si este es el resultado: llegar a un Mundial", dijo tras el partido.
Para conseguir ese boleto a Qatar, Redmayne hizo bastante más que saltar y bailar. Su plan secreto por desconcentrar a los jugadores peruanos incluyó muchos trucos conocidos y unos cuantos de los que no hay antecedentes. Geir Jordet, profesor de psicología del deporte en la Escuela Noruega de Ciencias del Deporte posteó un extenso hilo de tweets analizando los gestos más significativos de la guerra psicológica que Australia le ganó a Perú en la definición por penales, con Andrew como agente secreto.
Uno de los trucos conocidos fue alcanzarle la pelota a cada australiano antes de patear su tiro, una táctica que ya usó, por ejemplo, Inglaterra durante el Mundial de 2018. Ese gesto, afirma Jordet, contribuye a fortalecer la psicología de los pateadores. Hace que la estresante situación de patear un penal, más para clasificar a la Copa del Mundo, fuera lo más conocida y reconfortante posible. Les dio un punto de partida familiar y una palabra de ánimo.
Luego, Redmayne hizo algo sin antecedentes. Tras darle la pelota a su compañero, Andrew se daba vuelta y miraba fijo a Pedro Gallese, el portero rival, para alejarlo. "Asumió el papel de guardaespaldas de su compañero. Se puso entre el lanzador y el arquero como una barrera”, explica Jordet.
Otro gesto de Redmayne, uno de los más comentados en las horas posteriores al partido, fue que le robó la botella de agua a Gallese y la tiró detrás de los carteles de publicidad. Fue una táctica de intimidación, una cuestionable violación de su propiedad y su privacidad, que, además, le quitó información clave. El arquero de Perú tenía allí anotado cómo pateaba cada australiano.
Crawley cuenta que ellos también habían preparado una botella con agua y datos sobre los peruanos pero Redmayne prefirió confiar en su memoria, había visto videos con todos los penales que habían tomado sus rivales, y en el sistema de señas que habían desarrollado. “Cuando le di la botella, Andrew me dijo: 'amigo, ya hicimos las señales con éxito antes. Quedate con la botella”, recuerda Crawley.
Otra táctica de intimidación desplegada por Redmayne durante esos 12 minutos que decidieron un pasaje a Qatar 2022 tuvo como objeto a los jugadores peruanos. El arquero australiano agarró la pelota antes del disparo de cada rival y, en lugar de dárselas de forma educada, la dejaba caer y la pateaba lejos. “Fue un juego mental claro y explícito", afirma Jordet.
Todo lo que hizo Redmayne en esa noche qatarí no fue motivado por la locura sino por la razón. “Una investigación demuestra que cuando los arqueros intentan distraer al pateador, no importa como, eso reduce las chances de gol en un 10%”, cuenta Jordet. El objetivo era distraer a los pateadores en un momento de máxima tensión con movimientos erráticos e impredecibles.
Redmayne lo hizo en cada disparo peruano. Los dos primeros convirtieron sin problemas. El tercero, Advíncula, disparó al palo. El cuarto y el quinto volvieron a convertir. En el sexto disparo ocurrió lo importante. “Habíamos tenido una reunión el día del partido y decidimos que yo iría a mi derecha ante el disparo de Valera. Sabíamos que había tirado tres penales en su carrera y sólo una vez pateó al centro”, cuenta Redmayne.
Tras la atajada, el festejo se transformó en un meme triunfal. Redmayne se puso de pie a la derecha del arco y su cuerpo quedó congelado, mientras movía su cabeza, de lado a lado, con los ojos muy abiertos y la boca aún más. El juez le había pedido que espere por la revisión del VAR. El festejo pausado volvió a la acción cuando todo el plantel de Australia llegó hasta él para abrazarlo.
En apenas 5 años, Andrew Redmayne saltó del retiro inminente para ser maestro y barista, al recuerdo de la carrera europea que no fue y, luego, a la gloria mundialista. En 3 partidos, en 3 saltos, llevó a Australia a Qatar 2022. En unos años se lo contará a sus estudiantes pero ellos ya conocerán esta historia.