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Argentina y una victoria que puede ser el elemento liberador

Lionel Messi, autor del primer gol de Argentina en el triunfo por 2-0 ante México en el Mundial de Qatar Fotobaires

DOHA -- "Ahora vamos a poder empezar a disputar el Mundial. Estuvimos dándole mucho a la cabeza pero ahora vamos a estar mejor". Rodrigo De Paul es el líder espiritual de la Selección Argentina. Cuando él está enfocado y juega bien, el equipo se mueve a su ritmo y brilla. Cuando él no logra conectar, el juego decae y la Albiceleste sufre del mismo modo que el número 7. Por eso, sus palabras adquieren un significado mayor tras la victoria sobre México. Y el "ahora vamos a estar mejor" es una declaración esperanzada que podría convertirse en certeza frente a Polonia.

"Estuvimos dándole mucho a la cabeza", dijo el mediocampista de Atlético Madrid. Y fue la mejor manera de describir el problema del cuadro nacional en el choque contra Arabia Saudita y en los primeros 60 minutos contra México. Argentina estuvo contenido, como si los nervios no solo nublaran los sentidos sino también contuvieran las piernas.

La tensión de la Copa del Mundo está presente en los 32 planteles participantes. Ninguno tiene la mentalidad de hierro suficiente como para abstraerse de un contexto tan trascedente para sus pueblos. Aunque algunos lo disfracen con bailes y sonrisas, son conscientes de la responsabilidad que representa vestir la camiseta nacional. Es decir que lo que le ocurre al plantel de Lionel Scaloni es lo mismo que le sucede al resto. Solo que en este comienzo los ha afectado un poco más.

"Argentina se liberó después de ganar la Copa América", se dijo una y otra vez. Y es cierto. La victoria en el Maracaná les quitó un peso de encima, sobre todo a aquellos que había perdido finales antes, como Lionel Messi, Nicolás Otamendi y Ángel Di María, los símbolos del grupo. Tras lograr el éxito tan anhelado, el equipo mejoró su rendimiento y alcanzó su pico, justo antes de la cita más importante. Sin embargo, ya en Qatar volvieron algunos fantasmas del pasado, que quizás hayan sido espantados con el gol de Messi y la aparición fulgurante de Enzo Fernández.

Esa debe ser la gran esperanza argentina: que los tres puntos sufridos conseguidos en Lusail frente al combinado mexicano actúen como elemento liberador. Que el golazo del capitán sea el comienzo de un nuevo camino en Medio Oriente. Que los pases fallados, los movimientos torpes y descoordinados y la poca inventiva en ataque desaparezcan gracias a la prepotencia de la victoria. Si algo tenía como virtud este seleccionado era su frescura y su voracidad para atacar. Su natural capacidad de asociación y su fluidez. Para todo eso se necesita paz interior.

"Eramos conscientes de que había que jugar con más tranquilidad, estábamos precipitados y lo sabíamos pero la situación te lleva a jugar de esa manera", dijo Messi con gran claridad conceptual tras el encuentro. Cuando habla de "la situación", se refiere a la necesidad. Tras la sorpresiva derrota contra Arabia Saudita, la Albiceleste tuvo que afrontar un partido definitorio mucho antes de lo pensado. Y eso genera aún más tensión de la que tenía. ¿Y qué es lo contrario del estrés? La tranquilidad.

En el fútbol profesional, la cuestión anímica es la más importante. Y más aún en un torneo como este, en el que las calidades individuales y colectivas son tan parejas. Aquí, lo que hace la diferencia es la actitud, el carácter y, otra vez, la tranquilidad para afrontar tanto situaciones negativas como positivas. El nerviosismo es el peor enemigo de las selecciones que tienen ambiciones y fue el rival que le ganó a los argentinos en el debut y los complicó en el segundo partido.

Afianzar la liberación en todo sentido. De las ataduras anímicas primero, futbolísticas después y físicas al final. Ese debe ser el objetivo de Scaloni y su cuerpo técnico de cara al partido contra Polonia, en el que un triunfo alcanzará para ganar el grupo. La parte más difícil de la tarea ya la hicieron Messi y Fernández. Ellos edificaron una victoria clave para que el equipo recupere su forma, esa que le permitió llegar a la gloria.