El fútbol sudamericano es el más prestigioso del planeta. El juego que nació en las islas británicas se perfeccionó y llegó a su punto de máxima pureza del otro lado del Atlántico. Y para hacerlo no necesitó demasiado tiempo. A fines del siglo XIX la cuenca del Plata ya era la tierra donde mejor se había comprendido cómo jugarlo. En las décadas posteriores, los futbolistas más geniales y los equipos más exitosos surgieron de aquí, a pesar de las evidentes diferencias económicas con los países privilegiados de Europa. Por todo esto, veinte años representan una espera demasiado larga para tener en el continente al campeón del mundo.
La espera al fin terminó. Las Eliminatorias de la CONMEBOL serán prestigiadas con la participación del campeón reinante por primera vez desde el proceso clasificatorio para Alemania 2006. Brasil había ganado el título en Corea y Japón y fue el primero de la era moderna en verse obligado a competir por el pasaje al Mundial siguiente. Aquella fue la última ocasión en la que el parche más deseado vistió una camiseta de esta región hasta que Argentina lo haga desde el jueves próximo.
Cuatro campeones europeos diferentes pasaron entre Brasil 2002 y Argentina 2022. Italia, España, Alemania y Francia. Lo que en otros tiempos era un dominio compartido se convirtió en hegemonía europea. Hasta 2006, Sudamérica tenía más coronas que Europa, 9 contra 8. Entre Chile 1962 y Alemania 2006, los dos continentes más importantes se alternaron el título, pero la coronación italiana en Berlín, tras unas semifinales en su totalidad europeas cambiaron el paradigma.
Los motivos son variados, pero parten desde la diferencia de recursos tras la sanción de la ley Bosman a finales del siglo XX. Los mejores futbolistas del mundo nutrieron desde muy jóvenes a las ligas europeas y gracias a esa competitividad se formaron las mejores selecciones de esta época. El dios dinero impulsó el cambio en el escenario del fútbol internacional. Pero siempre, a la larga, triunfa el talento natural.
Argentina le devolvió el protagonismo a Sudamérica. De la mano de un Lionel Messi pletórico que personificó como pocos la genialidad proverbial del fútbol sudamericano, se coronó campeón de forma brillante contra el mejor representante europeo, Francia. Fue una especie de acto de justicia después de dos décadas de frustraciones. Con un respeto absoluto por el estilo de su continente, el conjunto dirigido por Lionel Scaloni rompió la seguidilla europea y dio comienzo a una nueva era.
¿Qué tanto le servirá a la competencia la presencia del campeón mundial en ejercicio? Mucho. Cada rival tendrá una motivación extra cuando visite o reciba al seleccionado albiceleste. A la implícita tensión competitiva de un certemen como este, se le sumará la presión de enfrentar a la mejor Selección del momento. Porque Argentina ostenta la corona con el orgullo de los grandes equipos. Su presencia eleva el nivel de las Eliminatorias sudamericanas.
Ecuador será el primer rival de los campeones, que también llevan un largo invicto en partidos de clasificación mundialista. No perdieron en el camino hacia Qatar 2022 y hay que retroceder hasta 2017 para encontrar su última derrota. La Tri sabe bien que un buen resultado en el Monumental impulsará su campaña rumbo a Estados Unidos, México y Canadá 2026.
Será la segunda vez en la historia que el campeón defensor juega las Eliminatorias mundialistas. Solo el mencionado Brasil en 2006 lo hizo, ya que los otros ocho campeones sudamericanos se clasificaron al Mundial siguiente de forma automática. Tener a los defensores del título en los estadios del continente es un privilegio, una motivación y un elogio para el fútbol sudamericano sobre todo.