El país futbolero estaba en llamas. La determinación del técnico de Uruguay, Marcelo Bielsa, de no llamar a Luis Suárez para el inicio de las Eliminatorias generó críticas.
La apuesta era arriesgada. El entrenador se jugaba por un nuevo delantero: el silencioso Darwin Núñez. El artiguense, lejos de dejarse sobrepasar por la ola de la responsabilidad, asumió el rol y tuvo una actitud que no es para cualquiera: pidió la camiseta número 9.
No era una camiseta más. Es la que en los últimos tiempos inmortalizó e identificó a Luis Suárez, el máximo goleador de la historia de la Celeste.
Y cuando muchos pensaron que Darwin salía con una mochila en la espalda, el delantero de Liverpool salió a jugar la Eliminatoria como un veterano de mil batallas.
Metió dos asistencias de gol en la primera fecha contra Chile. Pero claro, las voces en contra recriminaron que no aportó goles. Fue a Quito donde no se destacó. Y lo miraron de reojo. La sombra de Luis Suárez sobrevoló las inmediaciones del Complejo Celeste.
Pero Bielsa redobló la apuesta. Para jugar contra Colombia y Brasil, citó un solo 9 con oficio de área como Darwin. Dejó afuera del plantel a su suplente natural Maximiliano Gómez.
En Barranquilla, contra Colombia, Núñez asumió cuando tenía que asumir. En los minutos finales, cuando Maximiliano Araújo fue víctima de penal, a Darwin no le tembló el pulso para agarrar la pelota y meterla en el ángulo. Demostró temple y categoría.
El pasado domingo, previo al partido de Uruguay contra Brasil, apareció una bandera en la tribuna popular del Parque Central que rezaba: “Bielsa: Suárez es la Selección”. La polémica volvía a escena.
Pero Darwin, dejando de lado las polémicas y los gustos futbolísticos, volvió a decir presente cuando más se lo necesitaba. En el cierre del primer tiempo se agachó y se tiró en palomita para marcar el gol de apertura contra Brasil.
En el segundo tiempo peleó una pelota contra la línea y la metió como pudo en el área para que Nico De la Cruz marcara el segundo gol.
Hoy Suárez no está, es una realidad. El técnico decidió no convocarlo. Se podrá discutir o no su determinación. Queda la sensación de que la intención de Bielsa es consolidar la figura de un nuevo 9 para el Mundial de 2026. Y polémicas al margen, por ahora, cada vez que la Selección lo necesitó, Darwin sacó la cara.