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Esta es la Selección de Angola, el exótico rival de Argentina en el último amistoso de 2025

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Julián Álvarez, Nahuel Molina y Giuliano Simeone, desafectados de la Selección Argentina (1:38)

Los jugadores de Atlético Madrid no podrán disputar el amistoso ante Angola por no llegar con los "trámites sanitarios vinculados a la vacuna de la fiebre amarilla". A su vez, Enzo Fernández tampoco estará presente por un edema óseo en su rodilla derecha. (1:38)

Cuando la Selección Argentina salga al césped del Estadio 11 de Novembro, en Luanda, el aire tendrá un aroma a fiesta. Será más que un amistoso: será una postal africana, un cruce entre el brillo dorado de los campeones y el latido orgulloso de un pueblo que celebra su independencia por vez número cincuenta. Angola, que no clasificó al Mundial 2026, no juega sólo por el resultado: juega por mostrarse ante el mundo.

Entre cánticos, banderas y percusión, los Palancas Negras -así llaman a su selección por el antílope sable gigante que habita en sus tierras- se preparan para su noche más importante del año. Para Argentina, el partido es un ensayo más rumbo al Mundial; para Angola, es un acto de identidad, un recordatorio de que el fútbol puede unir historia, orgullo y esperanza en un mismo gol.

Angola, un país que se muestra al mundo

Angola, ubicada en la costa atlántica del sur africano, celebra en noviembre de 2025 sus 50 años de independencia. El amistoso frente a Argentina forma parte del programa oficial de festejos, y el gobierno no escatimó recursos: según medios locales, pagó cerca de 12 millones de dólares para traer al equipo de Lionel Scaloni y a su principal atractivo, Lionel Messi.

Más allá de la cifra, el gesto es simbólico. Luanda quiere mostrarse como una ciudad moderna, vibrante, con un fútbol en crecimiento. Su estadio -el imponente 11 de Novembro, fecha en la que Portugal reconoció su independencia, con capacidad para más de 45 mil personas- fue remodelado para la ocasión. Las tribunas se vestirán de rojo y negro, los colores del país, en una noche que promete tanto ritmo de batucada como aroma de fiesta nacional.

Los Palancas Negras de Angola, orgullo y renacimiento

Angola no llega como un improvisado. Su selección vive un proceso de renacimiento deportivo,pese a no clasificar al Mundial. El equipo, dirigido por el francés Patrice Beaumelle, apuesta a un juego físico, de transiciones rápidas, con figuras que militan en Portugal, Francia y Arabia Saudita.

Entre sus nombres destacados aparecen Gelson Dala, goleador del Al-Wakrah de Qatar; Manuel Cafumana “Show”, mediocampista del Kocaelispor turco; el atacante del Rayo Vallecano Randy Nteka y el prometedor Zini, joven delantero que representa la nueva generación. No abundan las estrellas globales, pero sí la entrega y el entusiasmo de un grupo que ve en Argentina un espejo donde medirse.

Más que fútbol: celebración y símbolo para Angola

El encuentro llega justo en los días de conmemoración de la independencia angoleña. En todo el país se preparan eventos culturales, desfiles, conciertos y exhibiciones, y el amistoso se inscribe dentro de esa atmósfera de orgullo nacional. El gobierno lo presenta como “un mensaje de unidad y esperanza”.

En las calles de Luanda ya se venden camisetas con los rostros de Messi y de Gelson Dala. Los hoteles están completos, los restaurantes multiplican reservas y la ciudad espera recibir a miles de visitantes. Será, más que un partido, un espectáculo de identidad y celebración africana, donde la pelota apenas será una excusa para bailar, cantar y recordar cuánto puede mover el fútbol cuando se mezcla con la emoción colectiva.

Angola vs. Argentina: un viaje, dos mundos

Para Argentina será una parada exótica, una experiencia fuera del mapa habitual de Europa o América. Pero también una oportunidad de conectar con otra pasión, con otra forma de vivir el fútbol. Angola no tiene los títulos, pero sí el fuego.

Cuando suenen los primeros tambores en Luanda y la pelota empiece a rodar, el partido se transformará en lo que siempre fue el fútbol: una fiesta, una historia compartida entre dos mundos distintos que, por noventa minutos, hablarán el mismo idioma.