En un partido en el que Uruguay volvió a adolecer de claridad, capacidad ofensiva y sociedades que generaran superioridad numérica, Tábarez mandó a la cancha a Brian Ocampo, una de las figuras más desnivelantes del fútbol uruguayo.
Se plantó sobre la banda izquierda y desde su primera aparición logró inquietar y generar un tiro de esquina, lo que para ese momento era como agua en el desierto para Uruguay.
Fueron más insinuaciones que concreciones, pero el peso del partido no recayó sobre el zurdo que mostró sus virtudes, su movilidad y se mostró como una de las piezas que entraron para cambiarle la cara a un equipo que en el complemento tuvo una vocación mucho más ofensiva, pero que no logró traducir en jugadas de gol.
Así como sucedió con Torres en el Centenario ante Paraguay, Ocampo hizo su estreno con la celeste en un partido pesado y demostró estar a la altura. Tabárez deberá encontrarle su lugar y su momento, para que Brian pueda explotar todas sus virtudes en la Selección como lo hace en Nacional, en Uruguay y en los torneos internacionales.