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Jean-Marc Bosman, el hombre que cambió el fútbol para siempre

Hoy en día es muy común observar que jugadores de distintas partes de África, Asia, Sudamérica y Oceanía se desenvuelven en las grandes ligas del mundo. La Premier League es un claro ejemplo: ver a Salah asistiendo a Mané para marcar un gol en Liverpool o deleitarse con los regates de Heung-Min Son en Tottenham es algo rutinario en nuestras vidas, pero a su vez totalmente impensado hace 30 años atrás. Si podemos disfrutar de la habilidad de estos jugadores en las principales competencias de Europa es gracias a Jean-Marc Bosman, el volante belga que, a partir de 1996, produjo un antes y un después en la forma de ver el fútbol. No por su juego, de hecho nunca se destacó en el apartado futbolístico, sino por lograr que no haya tope en el fichaje de jugadores comunitarios de la Unión Europea y prohibir las indemnizaciones en los traspasos. En síntesis, podríamos decir que Bosman fue el creador del fútbol actual que analizamos y disfrutamos día tras día desde hace 25 años.

La situación del jugador de Bélgica fue muy particular. Bosman jugaba en Real Fútbol Club Lieja y su contrato finalizaba en 1990, por lo que el equipo le ofreció extender el vínculo por un año más. Sin embargo, las condiciones salariales del nuevo acuerdo estaban muy por debajo de lo que el mediocampista cobraba y Lieja quería reducir su sueldo en un 75%. En este contexto, Jean-Marc se resistió a negociar y, debido a que era ‘jugador libre’, buscó una salida del club.

Dunkerque, equipo francés, estaba interesado en adquirir los servicios de Bosman, pero surgió una nueva traba: en esos años, los jugadores que finalizaban sus contratos no eran totalmente libres, sino que seguían dependiendo de la institución a la que pertenecían. Debido a esto, Lieja colocó al belga en la lista de transferibles, pero con una cláusula de indemnización que superaba los 11.000 francos belgas, que era el precio que debía pagar cualquier conjunto que deseara incorporar a Bosman en sus filas. Ambos equipos habían llegado a un acuerdo en cuanto al traspaso, pero Dunkerque se negaba rotundamente a pagar esa cláusula impuesta por el equipo de Bélgica.

Este hecho desencadenó la furia de Jean-Marc Bosman, quien demandó al Lieja por considerar que las condiciones que le impusieron evitaban ser contratado por otro equipo. Este era sólo el inicio de la batalla legal entre Bosman y Lieja, la cual duraría cinco años y finalizaría en el Tribunal de Justicia de Luxemburgo el 15 de diciembre de 1995, cuando Bosman ganó el juicio y le otorgaron una indemnización de 400.000 Euros. Además, dictaminaron dos leyes fundamentales para el fútbol actual: la sentencia no sólo reconocía la libertad de los jugadores al finalizar sus contratos, sino que también permitía la libre circulación de jugadores de la Unión Europea. A partir de ese momento, el paradigma que regía al fútbol iba a cambiar completamente y los mercados europeos le abrieron sus puertas definitivamente a los jugadores de todo el mundo.

¿De qué manera afectó esto al fútbol? Antes de la denominada Ley Bosman, los equipos sólo podían contar con 3 extranjeros por plantilla, sin importar si eran europeos o no. El plantel de Milan de 1989-90 puede ser un claro ejemplo de esto, ya que contaba con 28 jugadores, de los cuales 25 eran italianos y 3 holandeses: van Basten, Gullit y Rijkaard. En el caso de España, se permitían 4 por plantel, pero sólo 3 en cancha. A partir de 1996, los equipos de Europa tendrían libertad de fichar por los jugadores europeos que quisieran sin importar si su nacionalidad coincidía con la competencia que estaban disputando o no, lo que abrió el camino para que los futbolistas de otros continentes, mediante el pasaporte comunitario, pudieran llegar a las grandes ligas.

El cambio fue drástico y se notó rápidamente: el plantel de Barcelona 1990-91 contaba con 3 extranjeros, mientras que la versión 1996-97 de los Culés tuvo a más de 10 foráneos en su plantilla. Desde ese 15 de diciembre de 1995, las principales ligas del mundo y, por sobre todas las cosas, los equipos más poderosos en términos económicos, comenzaron a incorporar jugadores de todas partes del globo terráqueo, haciendo hincapié en aquellos futbolistas que no jugaban en Europa. De esta manera, las billeteras gordas de las potencias futbolísticas comenzaron a desembolsar dinero en los mercados sudamericanos, africanos, asiáticos y oceánicos.

Si bien esta ley significó un paso muy importante en la libertad de acción para los futbolistas, ha generado una marcada diferencia de nivel entre los equipos europeos y el resto del mundo, lo que queda muy evidenciado cada vez que estos conjuntos se enfrentan en el Mundial de Clubes. Basta con hacer la comparación de dos ediciones de este certamen. En 1987, la antigua Copa Intercontinental fue disputada entre Peñarol y Porto. El once inicial que presentó el equipo europeo aquel día estuvo compuesto por ocho jugadores portugueses, un brasileño, un argelino y un polaco. Más cerca en el tiempo, en la edición 2005 del Mundial de Clubes, Sao Paulo se midió frente a un Liverpool que puso en cancha a ocho extranjeros y solamente tres ingleses.

El Mundial de Clubes puede separarse estadísticamente en dos etapas: A.B Y D.B, antes de Bosman y después de Bosman. En los años anteriores a la ley, los conjuntos sudamericanos dominaban el historial, que estaba a su favor 20-13, pero luego de que el fallo del Tribunal de Justicia de Luxemburgo saliera a la luz, los europeos ganaron 20 de las últimas 26 ediciones. Solamente Boca Juniors y Corinthians, ambos en dos oportunidades, Sao Paulo e Internacional han logrado la hazaña desde 1996 en adelante.

Esta sanción también incidió en la compra masiva de juveniles por parte de los equipos más grandes de Europa, lo que afectó de manera directa al nivel exhibido en las ligas sudamericanas. Cada vez es más usual que las jóvenes promesas se marchen al exterior en busca de asentarse en un fútbol que es considerado de mejor calidad y en muchas oportunidades se van sin jugar ni un solo partido en Primera División o con pocos minutos en el lomo. Los casos de Rodrygo y Vinicius Junior, quienes abandonaron Santos y Flamengo respectivamente con menos de 50 partidos oficiales disputados y fueron comprados por Real Madrid, son el fiel de reflejo de esta situación.

En un nivel más reducido y centrándonos en lo que es la Champions League, esta medida impactó fuertemente en las posibilidades de ver a equipos más débiles coronarse campeones de la competición. Del 2000 hasta la actualidad, todos los ganadores de La Orejona provinieron de las grandes ligas del Viejo Continente a excepción de Porto, que se coronó en 2004. Antes de la Ley Bosman, equipos como Estrella Roja, Marsella, Nottingham Forest, Hamburgo, PSV, Ajax y Steaua Bucarest lograron el tan ansiado título internacional, pero sus chances en la actualidad son muy escasas debido al poder económico de los principales equipos europeos. El inter de Mourinho, por citar un ejemplo, gracias a esta ley pudo poner en cancha a once jugadores no italianos en la final de la UEFA Champions League 2009-10, otra clara muestra de la influencia de Bosman. La excelsa combinación entre Messi-Neymar-Suárez que gozó el Barcelona de 2013 a 2017 es, entre otras cosas, otro aporte de Jean-Marc.

El 15 de diciembre de este año se cumple el vigésimo quinto aniversario desde que se dictaminó la ley y sus efectos siguen vigentes en la actualidad cada vez que miramos un partido de fútbol. Si bien Bosman ganó el juicio y sentó las bases para que los futbolistas de hoy en día tengan libertad para jugar donde quieran, a fin de cuentas resultó el más perjudicado ya que sólo obtuvo 400.000 Euros, pero a coste de su carrera como futbolista. Jean-Marc Bosman, ayer, hoy y siempre será recordado como el padre del fútbol moderno.