Raphinha marcó dos goles y asistió en otro, redondeando una actuación estelar como capitán de un Barça sin fisuras, sin dudas y sin miedos que aplastó al Madrid.
Raphinha empezó la Supercopa de España siendo protagonista sin querer y la acabó como protagonista con galones. En la previa de la semifinal ante el Athletic Club insinuó las dudas que pudiera tener algún futbolista para fichar por el Barcelona en la situación actual del club, en una afirmación que provocó tantas críticas como elogios su torneo. Más aún en la final, siendo figura y líder de un equipo que no mostró ninguna fisura.
Raphinha pudo marcar el 0-1 a los tres minutos y cuando Kylian Mbappé anotó el 1-0 no perdió ni un instante en levantar el ánimo de sus compañeros. Estaba bien, cómodo, tranquilo y seguro el Barça en cuanto a su fútbol, así que no podía venirse abajo a pesar del golazo de Mbappé. Y no se vino por cuanto Lamine Yamal igualó, Robert Lewandowski le dio la vuelta y él, en primera persona, convirtió las dudas en certezas.
Soberbio el cabezazo del 1-3 a centro de Jules Koundé, no lo fue menos el regalo en forma de asistencia para que Alejandro Balde anotase el 1-4. Y más aún la majestuosidad en el contragolpe que sentenció para el 1-5. El brasileño, que celebró el título con unas llamativas gafas de sol, fue el líder de un Barça monumental, que en dos partidos esta temporada le ha metido nueve goles, nueve, a un Madrid impotente y entregado.
LAMINE YAMAL
El gol del empate llegó en su segundo remate entre palos, después de que el primero lo salvase Thibaut Courtois de forma milagrosa, dándose a entender la que le vendría encima al meta belga. Pero es que Lamine Yamal, 17 años el chaval, dejó constancia de que el futuro es suyo.
¿Hasta donde será capaz de llegar? El tiempo lo dirá pero lo que mostró durante la primera parte merecerá ser recordado. Majestuoso, recordó en ocasiones por sus requiebros a Lionel Messi y a veces, por sus controles, a Ronaldinho. Puede parecer, seguramente lo es, osado establecer a estas alturas comparaciones entre Lamine Yamal y aquellos dos monstruos pero lo que enseñó en Yeda tiene que ser puesto en su valor exacto.
MARC CASADÓ
Seguramente los aficionados veteranos y/o estudiosos recordarán el apodo de "Metrónomo" con que se conoció al legendario Andrea Pirlo. Marc Casadó está en los albores de su carrera, pero en la que es su primera temporada en el primer equipo, a las órdenes de un Hansi Flick que le dio confianza, ya ha alcanzado los galones necesarios para convertirse en un jugador imprescindible.
Casadó, que pasó casi de puntillas por la semifinal ante el Athletic, se hizo suya la final y si ya fue una maravilla su actuación en el Clásico del Bernabéu, en Yeda mandó de la manera que quiso, asociando con Pedri, buscando a Raphinha, dando calma a los defensas y enlazando con los delanteros, tuvo la pausa y el nervio en el momento exacto y de la forma oportuna.
KYLIAN MBAPPÉ
Perder por 2-5 y marcharse mostrando una más que correcta imagen. Buena, incluso, podría decirse. Eso fue Mbappé en Yedda, en una final a la que sí respondió, al menos de forma individual. Marcó un golazo, provocó la expulsión de Wojciech Szczesny y rozó otro gol que evitó con una parada mayúscula Iñaki Peña en el desemboque de una final ya sentenciada y a la que él, en primera persona, nunca le perdió la cara.