Nota del editor: Tor-Kristian Karlsen es un evaluador de talentos futbolísticos de origen noruego, que laboró como jefe ejecutivo y director deportivo del AS Monaco. Escribe regularmente notas para ESPN relativas al negocio del fútbol y el proceso de evaluación de talentos.
A la hora de enfrentarse a la tarea crucial de designar un nuevo director técnico, en pocas ocasiones los presidentes, propietarios o directores de los distintos clubes se enfrentan a una decisión relativamente sencilla. O bien optan por designar a la persona que se retiró temprano como jugador activo (o que ni siquiera pudo desarrollar una carrera como profesional) y trabajó ascendiendo en los distintos niveles del fútbol juvenil o clubes de ligas inferiores, hasta recibir finalmente la oportunidad de entrenar al más alto nivel; o se decantan por un ex jugador relevante quien, súbitamente, salió de la nada para asumir el cargo.
En el último caso, con mayor frecuencia, el elegido no contaba con un diploma de entrenador o carecía de ideas futbolísticas claras, más allá de desear que el equipo juegue "con pasión", "que muestre un fútbol vistoso" o expresar su intención de "ordenar al plantel" y se confiaba en que su reputación bastara para motivar al equipo. Sin embargo, en años recientes, la línea que separaba ambas categorías se ha hecho mucho más difusa. Ha surgido una nueva especie de director técnico: ex jugadores estrellas que parecen estar mucho más comprometidos con el proceso de entrenar en un todo. No se trata de sólo depender del reconocimiento de un nombre o su carisma, aunque derrochan ambos elementos.
A medida que el rol de entrenador comenzó a concentrarse mucho más en los aspectos técnicos y tácticos, y menos en la actividad de transferencias y negociaciones contractuales (especialmente en la Premier League, donde normalmente los técnicos lo hacían todo), una nueva y moderna especie de entrenador ha salido al ruedo. Frecuentemente jóvenes, se muestran vinculados a conceptos tácticos claros, una pasión por la tecnología y un pensamiento innovador, junto con la habilidad de mejorar a un jugador mediante métodos creativos e innovadores. También tienden a ser excelentes motivadores y gestores de personal, dándole fuerza a la idea de que alguien que ha ganado trofeos como jugador es la persona mejor capacitada para liderar a aquellos que luchan en pos de éstos.
Si bien eso ha sido considerado por largo tiempo como idea común y un argumento frecuentemente utilizado para poner a cargo a una leyenda del club, dando por sentado que cuentan con la habilidad de lograr que las consideradas "figuras" den su máximo aporte, mientras logran mantener los egos a raya, estos dinámicos técnicos noveles han demostrado con creces ser aptos para lograrlo.
Un ejemplo de ello es la capacidad mostrada por Jurgen Klopp en su gestión de un plantel del Liverpool que ha ganado títulos de Champions y Premier League, o la forma admirable en la cual Thomas Tuchel ha logrado apaciguar el que parece ser el vestuario más complicado del fútbol europeo, con el Paris Saint-Germain. Es cierto que se han convertido en figuras conocidas de la actualidad, pero evidentemente hablamos de dos ejemplos recientes de directores técnicos que terminaron gestionando un grupo de astros de talla mundial tras haber llegado al máximo nivel del balompié de la forma más difícil y sin la ventaja de contar con una ilustre carrera como jugador que les sirviera de respaldo. Se espera que Julian Nagelsmann, entrenador del RB Leipzig, siga ese mismo camino.
Por estos días, parece que las figuras relevantes que incursionan como entrenadores al máximo nivel, sienten inspiración gracias a estos nuevos y progresistas entrenadores. Antes lograban saltarse la fila gracias a los méritos alcanzados en su época como jugador activo (aparte de contar ocasionalmente con glamur y carisma suficientes para contagiar al propietario o presidente del club). Ahora, estamos a punto de presenciar un cambio interesante. Varias estrellas recientemente retiradas muestran una curiosidad y mente abierta, elementos tradicionalmente asociados a los directores técnicos "puros".
Este domingo, Andrea Pirlo liderará a la Juventus por primera vez, cuando juegue en condición de local contra Sampdoria. A principios del mes pasado, el ganador de la Copa del Mundo 2006 y uno de los jugadores más icónicos de una generación, con una carrera brillante con las camisetas del AC Milan y Juventus, dio la sorpresa cuando fue designado como sucesor de Maurizio Sarri.
Siendo Italia como es, las calificaciones, experiencia y credenciales de entrenador importan más allí que en cualquier otro sitio; aunque cuesta imaginarse que las proezas de Pirlo en sus días como jugador fueron ignoradas por completo al ser elegido para asumir el puesto. De hecho, apenas recibió a principios de esta semana su diploma de entrenador, lo que le permite asumir oficialmente las riendas de un equipo de Serie A. A pesar de ello, varias fuentes vinculadas a los gigantes de Turín apelan a la comprensión táctica y perceptiva del fútbol demostrada por Pirlo (aparte de la idea sumamente obvia de que se encuentra capacitado para gestionar el vestuario del club, repleto de figuras mimadas) como los motivos principales de su contratación. Su entusiasmo por el análisis estadístico, la ciencia deportiva y una "visión 360 grados del puesto de director técnico" también habrían causado grata impresión entre la alta jerarquía Juventina.
Es innegable que Pirlo asume el mando de un club con buen funcionamiento y una fuerte cultura ganadora (independientemente de sus recientes decepciones en Champions League, han alzado nueve títulos consecutivos de Serie A); sin embargo, estará asistido por un equipo altamente competente de personeros y entrenadores a su alrededor. Es evidente que la designación del ex maestro del mediocampo ha despertado mucha emoción entre los seguidores de la Juventus, que se extienden mucho más allá de las fronteras italianas, algo que Sarri jamás logró inspirar.
Esta reacción es una de las obvias ventajas adicionales de contratar a una persona que no sólo cuenta con un nombre reconocido, sino que también se encuentra vinculado a la historia reciente y leyenda moderna del club. Al igual que el glamur, carisma y atención que generan, pueden ayudar a que los medios de comunicación dejen a un lado la hostilidad y crean ambiente positivo entre la hinchada. Junto al conocimiento de las tradiciones y cultura del club, también existe la idea de que son capaces de infundir las memorias del ayer dentro del plantel actual.
Al igual que es válido asumir que se requeriría de un ciclo de resultados peor que el anterior para sacrificar a una leyenda del club, es ineludible pensar en la idea de que promover un nombre reconocido, con o sin experiencia previa como técnico al más alto nivel, hace que los responsables de su contratación sean objetos de cierta clemencia si la jugada no llega a funcionar.
Si un entrenador prometedor, aunque menos conocido en comparación, termina fracasando, se suele señalar con el dedo a otras personas dentro de la organización, desde directores deportivos hasta miembros de la Junta Directiva, propietarios y presidentes. Es paradójico ver que ni periodistas ni hinchas suelen pedir cabezas cuando se agota el ciclo de un técnico con larga vinculación con el club.
Un influyente ejecutivo de un club lo resumió de forma bastante precisa en una conversación que sostuve con él: "Si las cosas no funcionan con un entrenador prestigioso o un ex jugador de renombre, nada cambia de verdad... tienes otra oportunidad. Dicho sin rodeos: tener al mando a alguien con un rostro familiar, con el cual hinchas y medios se pueden identificar, se asemeja a tener una póliza de seguros. Si tiene éxito, maravilloso, todos contentos. Si fracasa, su nombre saldrá afectado, no el mío".
Contratar a una leyenda del club era frecuentemente percibido como maniobra populista por todos los motivos anteriores: podríamos argumentar que dicha tesis aplica en las contrataciones de Ole Gunnar Solskjaer con el Manchester United y Ronald Koeman en el Barcelona: a primera vista, ambos nombres se catapultaron para liderar a dos de los clubes más importantes del mundo, basándose en su vinculación previa con el club, en vez de ser la próxima gran sensación de la dirección técnica, o ser necesariamente representantes de una nueva generación de entrenadores. Y si bien es cierto que la presencia de una leyenda del club puede de por sí aportar estabilidad y unidad a un club bajo presión, aunque antes que el pasado; esta nueva generación de exjugadores estrella aporta mucho más a su oficio, cambiando de forma visible su forma de asumir la profesión.
Por estos tiempos, figuras tales como Pirlo, Zidane, Mikel Arteta y Frank Lampard demuestran mayor grado de competencia, curiosidad y humildad en sus actuales empleos. Se sienten contentos de hacer mucho más que limitarse a obtener una licencia de entrenador, algo que se toma mucho más en serio en la actualidad. Para recibir la Licencia UEFA Pro, considerado el diploma más importante, se requiere usualmente de un año de trabajo (junto a los dos años necesarios para recibir la "Licencia A", que permite convertirse en entrenador profesional) para completar el curso, cubriendo un amplio espectro de destrezas y herramientas, desde los aspectos tácticos, pasando por la sicología, hasta las nuevas tecnologías y análisis estadístico, que han sido recibidos con brazos abiertos por los exjugadores convertidos en técnicos de la actualidad, más progresistas y comprometidos que nunca.
Reconociendo que el impacto causado por sus nombres solo los puede llevar hasta cierto punto, se muestran preparados para delegar y encabezar un plantel junto a otros entrenadores y cuerpo de apoyo altamente calificados, que se complementan mutuamente. También existe una sincera disposición a desarrollar individuos y jóvenes futbolistas (algo de lo cual los jugadores de la "Generación Z" y las estrellas del mañana están conscientes en extremo), en vez de limitarse a ser buenos a la hora de aplicar presión sobre los propietarios/Junta Directiva (frecuentemente a través de los medios) para invertir en fichajes. Tienden a contar con una filosofía más inclinada a ver las cosas a largo plazo y una mayor lealtad a la posición de director técnico y la estructura deportiva del club, en comparación a lo visto previamente.
Es cierto (y obvio) que esto no representa garantías de alcanzar el éxito; pero esta filosofía novedosa, junto con la adopción de los métodos más modernos, por parte de estos ex futbolistas estrellas convertidos en técnicos con visión de futuro, mejora de forma evidente las probabilidades de hacer las cosas bien y de disfrutar ciclos largos y fructíferos al mando de sus clubes.