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Blog de Rafa Ramos: Diego Cocca y el cónclave de los Judas ante Honduras

HOUSTON — Los jugadores de la Selección Mexicana arribaron este lunes a Houston. No había luto ni duelo. La humeante cabeza de Diego Cocca en la cesta mortuoria de la FMF apenas los había salpicado. Arribaron sonrientes, festivos. El funeral era ajeno. La culpa propia. Se tomaron fotos y garabatearon objetos de culto: camisetas, fotos, nostalgia. Apenas unos ocho aficionados se arrimaron al JW Marriott de The Gallery.

Tuvieron la noche libre. Algunos rompieron filas desde Las Vegas. Unos se recluyeron en el hotel. Otros como Luis Chávez y César Montes salieron a cenar al Sushigami, un restaurante japonés icónico, para paladares palurdos. Saludaron a los medios apostados frente al hotel. ¿Remordimiento? No, eran sonrisas hedonistas, de liberación. Este martes, también tendrán asueto. Lo único que no increparon de Diego Cocca fue eso, los dos días francos en Houston.

Llegaron huérfanos. Duilio Davino en viaje relámpago a Monterrey. E Ivar Sisniega fue sólo el mensajero apocalíptico para despojar en Las Vegas a Diego Cocca de la cruz, el silbato y la cachucha. Una limpiadita de la sangre salpicada, para entregarle los símbolos del martirio, de principio y fin, de alfa y omega, a Jaime Lozano.

Jimmy es esperado este martes. El miércoles deberá entrar en funciones. Borrar la última brizna de Cocca en las cabecitas de los muchachitos que reniegan trabajar mucho y jugar poco. En cinco días, este emergente Tony Stark debe transformar las enclenques marionetas de la Liga de las Naciones en Los Vengadores de la Copa Oro. Ni los scripts de Stan Lee harían tal milagro para enfrentar a Honduras.

Se fueron confirmando detalles sobre el exilio de Cocca. Mensajes de WhatsApp, susurros, murmullos, filtraciones. A Diego Cocca no lo aniquilaron sus números ni la derrota ante Estados Unidos. Fueron las voces inconformes. Las voces que reclaman, las de la Concacaf. Y las voces que suplicaban, las de los jugadores.

¿La Yunta de Dueños, diría Sven-Goran Eriksson? No. De entre ellos, sólo una voz urdió, sólo una voz siseó, ese sonido onomatopéyico de las serpientes. Sólo Jesús Martínez parasitó las entendederas de Emilio Azcárraga Jean y Juan Carlos Rodríguez. Astuto, sabía que era el golpe de gracia contra su colosal enemigo, Alejandro Irarragorri. Kaput.

La Concacaf hizo lo suyo. Los asientos vacíos en el Allegiant Stadium no eran el problema. El problema era la pandemia que podía provocar, el virus germinando. Había histeria porque la afición mexicana huyera de la Copa Oro. Que le diera la espalda al torneo. “Víctor Montagliani y Juan Carlos Rodríguez son muy buenos amigos. Hablaron, seguro hablaron”, explica una de las fuentes. Ninguno quiere un desastre financiero. Ambos están, no para sumar, sino para multiplicar. Ambos tienen el poder de Jesús en Betsaida, ese de multiplicar panes y peces.

Y la Concacaf no quería vivir otro Waterloo taquillero. Montagliani pidió soluciones. La Bomba las tenía. El domingo por la mañana, antes del juego con Panamá, era secreto a voces: si Cocca gana, se queda hasta que concluya la Copa Oro.

Pero la llamada de Montagliani ocasionó otras llamadas. “Sí, Juan Carlos habló con varios jugadores, los de experiencia, europeos, líderes”, explica una de las fuentes consultadas. “Le dijeron que todo estaba igual que con Gerardo Martino, que no iba a funcionar”.

Y claro, la llamada del Juicio Final. La Bomba pidiendo permiso a Azcárraga Jean para encenderse su propia mecha. Juan Carlos Rodríguez tomó un encendedor Dupont y antes de que cayera el gol de Jesús Gallardo, apenas al minuto cuatro de juego, Diego Cocca estaba despedido, sin saberlo. Y también los aires de purga acompañarían a Ares de Parga, otro de los enemigos directos del Grupo Pachuca, e impuesto por el teatro guiñol de Irarragorri.

El mismo Rodríguez aprovechó la inercia. Este reportero ha podido escuchar discursos de muchos otros presidentes de la FMF. Ni Justino Compeán se atrevió a tanto. La Bomba tuvo un efecto expansivo. Advertencias a jugadores de crisálida piel; a directivos amantes de la intriga y la disolución, y a Jimmy Lozano lo condicionó. Sólo evitó tocar con el pétalo de una rosa a los medios, y les acarició la crin a los aficionados, con el afán de montarlos nuevamente.

¿Quién llegará de manera definitiva a la Selección Mexicana? Juan Carlos Rodríguez quiere un mexicano. No piensa transigir, a menos que su gastada lámpara de Diógenes no le encuentre el candidato perfecto. La última opción es Javier Aguirre, pero porque es la primera opción para ser director de selecciones nacionales.

Sí: la caballada está flaca. Víctor Manuel Vucetich renegó de trabajar con mexicanos mientras dirigió a Chivas; ¿Miguel Herrera? Lo que menos quiere una bomba es otra bomba de tiempo. “Guillermo Almada”, musita reiteradamente Jesús Martínez. Pero Rodríguez sabe que ungir a Almada es entregarle la selección a Grupo Pachuca, que, si bien ha sido sometido desde el #TuzoGate, bien se sabe, las víboras cambian de piel, pero no de hábitos.

La salida de Cocca fue un catalizador emocional. Jimmy Lozano es mexicano, goza de simpatías por la medalla de bronce, y se le prometió que, si gana, gusta y golea en la Copa Oro, se consideraría su permanencia en el Tri. O al menos su permanencia en el cuerpo técnico para el proyecto 2030.

Surtirá ese total efecto expansivo la bomba, el replanteamiento absoluto del Hiroshima Rodríguez. Tal vez. Tras el discurso ha quedado claro que tiene todo el apoyo de Azcárraga Jean. Si es necesario destruir todo hasta los cimientos, para reconstruir todo desde los cimientos, podrá hacerlo.

“Si te fijas, el discurso de Juan Carlos abarcó todos los problemas. Es un tipo que sabe interrogar y ver respuestas detrás de las respuestas. Fue mi jefe y te puede destruir hoy si cree que es justo, y mañana abrazarte porque cree que es justo”, explica un allegado a La Bomba. “De futbol no sabe todo lo que debería, pero va a aprender”.

Otra de las fuentes sintetizó: “Ojo con esto que te voy a decir: hoy, la Concacaf le debe una a Juan Carlos Rodríguez. Él se la sabrá cobrar a tiempo”.

Recuérdese que cuando Conmebol abandonó la mesa de negociaciones de la Copa América Centenario y amenazó con no realizarla, fue La Bomba quien recalculó un nuevo proyecto y finalmente se llevo a cabo el torneo en Estados Unidos. “No fue Yon de Luisa (quien salvó la Copa), Yon de Luisa fue el que le pidió a Rodríguez que lo ayudara”.

¿Qué tan saludable ha sido que los jugadores asuman un motín pasivo y hayan sugerido la salida de Cocca? Absolutamente. Es peligroso dejar la Iglesia en manos de Lutero. Por leyes de la zoología, las ovejas no pueden pastorear al lobo. Pero, en su discurso, Juan Carlos Rodríguez también dejó entrever que quien refunfuñe o reniegue de la camiseta verde, no volverá.

Por eso, el juego ante Honduras este domingo será el perfecto crisol de los efectos de La Bomba.

1.- Concacaf observará la taquilla y #ElGrito.

2.- La FMF observará a Lozano y a su equipo.

3.- Diego Cocca observará el cónclave de los Judas.

4.- Y Emilio ordenará un nuevo capítulo de La Rosa de Guadalupe.

El resultado final, como podrá verse, no estará en la cancha, sino en la tribuna. Nunca tanto un proceso de una Selección Mexicana dependió tanto de su afición, como éste.