El cuerpo técnico encabezado por Juan Eduardo Hohberg, que contaba con el profesor Alberto Langlade en la preparación física, y con Juan López, DT campeón en 1950, desarrolló una planificación de largo aliento para la Copa del Mundo de 1970 en México.
En la parte técnico-táctica, la preparación incluyó una gran cantidad de partidos amistosos celebrados desde 1967 en adelante, cuando el entrenador todavía era Juan Carlos Corazo -el abuelo de Diego Forlán-, que había llevado a la Celeste a levantar la Copa América ese año. Esto incluyó dos amistosos en México contra la selección local, que se jugaron en la altura de Ciudad de México, y otro en Guadalajara contra la selección del estado de Jalisco.
Ya en el año del Mundial, la delegación uruguaya se instaló en México con anticipación para lograr la aclimatación del plantel. Pero antes realizaron una serie de amistosos contra Colombia, Ecuador y Perú que sirvieron para que el plantel se acostumbrara a los impactos del juego en la altura. Los partidos de la primera fase se jugaron en la ciudad de Puebla, que tiene una altura media sobre el nivel del mar de unos 2.000 metros, y si superaban la primera fase jugarían en Ciudad de México que supera los 2.200 metros.
Pero, además, la estrategia que buscaba reconquistar el título mundial 20 años después de Maracaná abarcó también a los clubes. Había quedado estipulado que Nacional y Peñarol no iban a contar con sus futbolistas afectados a la selección después de la primera fase de la Copa Libertadores de 1970. Este hecho no era menor: en esa época, la Celeste todavía se nutría, casi por completo, de futbolistas de las dos instituciones más grandes del fútbol local. Nacional terminó cayendo en la segunda fase contra Universidad de Chile, y Peñarol perdió la final contra Estudiantes de La Plata.
Finalmente, a Uruguay le bien en la altura de Ciudad de México, donde se encuentra el Estadio Azteca. En la primera fase, le ganó a Israel, empató con Italia y perdió con Suecia, por lo que clasificó en la segunda posición. Luego, en la misma ciudad, eliminó a la poderosa Unión Soviética. Y, como es sabido, todo estaba dado para que Uruguay siguiera jugando en la capital mexicana, pero los dirigentes brasileños lograron el cambio de sede para Guadalajara (de menor altura y una temperatura más alta) para el cruce por semifinales.
Uruguay terminó cayendo con Brasil y quedó entre los cuatro mejores. Años más tarde, Oscar Tabárez propondría una postura casi opuesta a la empleada en este Mundial, buscando llegar lo más tarde posible al país sede, reconociendo lo agotadores que pueden ser estos certámenes para los futbolistas; aunque cabe señalar que las alturas de las sedes de Sudáfrica eran más similares a las de Guadalajara que a las de Ciudad de México o Puebla.