MÉXICO -- La National Football League está diseñada sobre un modelo de cambio constante.
Desde la celebración del primer draft colegial el 8 de febrero de 1936 en el Ritz-Carlton Hotel de Philadelphia, hasta la instauración del tope salarial en 1994 --pasando por la implementación de la agencia libre moderna en 1993, y el fallido Plan-B que le antecedió--, los esfuerzos de la NFL se han concentrado en priorizar el fortalecimiento del todo, la liga, por encima de cualquiera de sus partes, los clubes.
Los contratos no garantizados en su totalidad a los jugadores, las selecciones de draft compensatorias, y la repartición de ganancias equitativas entre las franquicias son otras de las medidas que contribuyen a realzar el espíritu competitivo de la liga, permitiendo algunos equipos escapar del varios años de temporadas perdedoras en un periodo relativamente rápido, si se hacen las cosas correctamente, pero también dificulta el establecimiento de dinastías.
Como todo ciclo, hay periodos a la alza y hay periodos a la baja para todos los equipos. Sin embargo, los dirigentes de cada club tienen la capacidad de acelerar o desacelerar estos ciclos, de acuerdo a su capacidad.
El caso de los San Francisco 49ers es notorio por lo rápido que se ha desmantelado una plantilla que hasta hace poco tiempo era un candidato serio a obtener un sexto Trofeo Vince Lombardi. Hoy, en cambio, el equipo es prácticamente irreconocible.
Todo comenzó con el entrenador en jefe, Jim Harbaugh. Una disputa entre el propietario del equipo, Jed York, y Harbaugh, condujeron al final del mandato más exitoso para un entrenador en jefe del equipo desde George Seifert. De hecho, cuando Harbaugh tomó las riendas del equipo, los Niners estaban hundidos en una racha de ocho temporadas consecutivas sin marca ganadora ni postemporada. Tres entrenadores en jefe --Dennis Ericksson, Mike Nolan y Mike Singletary--, junto a ocho coordinadores ofensivos y cuatro coordinadores defensivos se encargaron de convertir los días de gloria de Joe Montana, Dwight Clark, Jerry Rice y Steve Young en recuerdos más distantes en la memoria que en el tiempo.
Harbaugh cambió todo eso. Procedente de la cercana Universidad de Stanford, Harbaugh le dio estabilidad a una franquicia que la necesitaba con urgencia, auxiliado por sus coordinadores Greg Roman y Vic Fangio. En cuatro años de Harbaugh al frente del timón, los 49ers nunca tuvieron una temporada perdedora, y consiguieron tres viajes consecutivos al Juego de Campeonato de la NFC y un pasaje al Super Bowl XLVII, donde sucumbirían ante los Baltimore Ravens de su hermano John.
Tan rápido como Harbaugh le dio una identidad a los Niners como un equipo demoledor por tierra y poseedor de una defensiva de élite, se va desmoronando el equipo. Lo más importante, fue que Harbaugh nunca perdió a su equipo. A pesar de una campaña de 8-8 que terminó muy por debajo de las expectativas impuestas por el éxito de los tres años previos, y a pesar de múltiples rumores de que el vestidor de los 49ers estaba "fracturado" --los cuales pudieron haberse filtrado desde las oficinas en Santa Clara--, los pilares de la plantilla jugaron fuerte para Harbaugh hasta el final, una victoria por 20-17 sobre los Arizona Cardinals.
Para ser justos, Harbaugh no construyó esa plantilla. Pero sí la hizo jugar a un nivel que ninguno de sus predecesores pudo, y eso podría ser igual de complicado, y eso incluye la única temporada buena de Alex Smith con el equipo (porque sí, solamente fue una).
Un número importante de esos pilares ha quedado fuera de la organización. El corredor Frank Gore, quien sostuvo "Mis mejores años, fueron con [Harbaugh]... él estaba aquí y nosotros ganamos", tras el triunfo sobre los Cards, acordó un contrato para unirse a los Indianapolis Colts en lugar de renovar con el único equipo para el que ha jugado en la NFL, y del cual es líder histórico en yardas terrestres con 11,073.
A eso, hay que sumarle la salida de los dos mejores jugadores defensivos que han pasado por San Francisco en la última década y media. Reportes señalan que el apoyador Patrick Willis y el ala defensiva Justin Smith han optado por el retiro. Smith es un veterano de 14 campañas en la liga, por lo que su decisión de decir adiós no es del todo inesperada. Sin embargo, lo de Willis si es una sorpresa. El apoyador interno formó parte de la élite en su posición durante las primeras siete de sus ocho temporadas profesionales, y apenas el año pasado perdió tiempo significativo de juego por una lesión, por primera vez en su carrera. Las teorías acerca de la salida de Willis van desde una preocupación por la lesión en un dedo del pie que le hizo perderse 10 encuentros de la campaña pasada, pero que era un problema que arrastraba de tiempo atrás, hasta un reciente despertar religioso. De cualquier manera, no es descabellado suponer que el estado actual de la franquicia de York influyó, en mayor o menor medida, también.
Si uno observa la plantilla de los Niners que inició el Super Bowl XLVII el 3 de febrero del 2013, el equipo ya es casi irreconocible.
De la alineación ofensiva titular que saltó al campo aquella tarde en el Superdome de New Orleans, se han ido el centro Jonathan Goodwin, el receptor abierto Randy Moss, y el ala cerrada Delanie Walker, además de Gore y el guardia Mike Iupati, quien recién acordó con los Cardinals. El receptor abierto Michael Crabtree podría unirse muy pronto a esa lista en la agencia libre.
Las bajas del lado defensivo son más dramáticas. Al retiro de Willis y Smith, se unen las salidas de los linieros defensivos Isaac Sopoaga y Ray McDonald, los esquineros Tarrell Brown y Carlos Rogers, y los profundos Dashon Goldson y Donte Whitner.
El pateador de lugar David Akers, y los especialistas en devoluciones, Ted Ginn y LaMichael James, tampoco están más en la nómina de los Niners. Los entonces esquineros reservas Perrish Cox y Chris Culliver están a punto de convertirse en agentes libres, y el apoyador Ahmad Brooks podría ser cortado, luego de perder minutos de juego valiosos el año pasado ante Aaron Lynch.
De concretarse todas esas salidas, dejaría solamente al pateador de despeje Andy Lee, dos defensivos titulares (Aldon Smith y NaVorro Bowman), y cinco ofensivos titulares (Colin Kaepernick, Vernon Davis, Joe Staley, Alex Boone y Anthony Davis), como los jugadores que permanecen de aquél equipo campeón de la NFC de hace dos campañas.
York y los 49ers deben saber que construir momento ascendente es más difícil, más tardado, que descendente. La sequía de ocho años de la década pasada debió ser lección suficiente. Ahora el lastre recae sobre los hombros de Jim Tomsula, un consentido de York. De acuerdo a múltiples reportes, Tomsula era el "elegido" para tomar las riendas de los Niners incluso desde antes de que se oficializara el "divorcio necesario" entre el club y Harbaugh. Otras fuentes señalan que Adam Gase, el ex coordinador ofensivo de los Denver Broncos y uno de los candidatos más codiciados para vacantes de entrenador en jefe de las últimas dos temporadas baja, rechazó el timón de los 49ers al no aceptar que la directiva le impusiera a Tomsula como coordinador defensivo.
Tomsula no solamente enfrentará la misión de reconstruir a una plantilla que ha perdido a tres de sus elementos más importantes en cuestión de días. Tendrá que hacerlo con el fresco recuerdo del éxito inmediato de Harbaugh pendiendo sobre su cabeza... y la de York, el hombre que decidió los cambios.