Rafael Nadal, próximo a cumplir 37 años, atravesó una carrera tenística extraordinaria, solo a la altura de un ínfimo puñado de deportistas. Colmado de gloria, títulos y récords, el mallorquín también aprendió a transitar muchos momentos indeseados que lo transformaron en un claro ejemplo de resiliencia. Duras lesiones marcaron su vida y lo alejaron del circuito en diversas ocasiones. Un repaso.
El campeón de 22 trofeos de Grand Slam y 92 títulos ATP no compite desde la segunda ronda del Abierto de Australia 2023 (cayó lesionado con Mackenzie McDonald). Mucho se especuló con su regreso, pero tristemente, con el paso del tiempo, fue anunciando su baja en cada uno de los torneos del calendario: Indian Wells, Miami, Monte-Carlo, Bacelona, Madrid, Roma y el más reciente e importante, Roland Garros.
Esta noticia no fue una más, ya que en rueda de prensa confesó que se tomará una licencia de meses y que el 2024 sería, casi con seguridad, su último año tenístico. Consultado sobre si se imagina siendo competitivo en la temporada siguiente, Nadal afirmó: "No lo sé, va a ser difícil luchar en Grand Slam. Es evidente que después de un freno tan grande será complicado. No soy una persona irracional, soy consciente de la dificultad que eso conlleva, pero ¿por qué no?, tampoco soy negativo, voy a darme la oportunidad de intentarlo".
Es que Nadal demostró infinidades de veces ser capaz de desafiar a la lógica y ese historial permite a sus fanáticos ilusionarse con otra milagrosa recuperación. En dos décadas de carrera sufrió aproximadamente 20 lesiones de mínimo un mes de recuperación y siempre encontró la manera de volver a ganar.
Problemas en hombros, pies, rodillas, abdomen, muñecas y costillas, entre otras, lo marginaron de la competencia, en su sumatoria, por cuatro años (aproximado). La primera lesión grave fue en 2004: el balear se fracturó el pie izquierdo, se ausentó por cuatro meses y no pudo asistir a Roland Garros, torneo que ganaría el argentino Gastón Gaudio y daría paso a la hegemonía del genio de Manacor.
Sin embargo, la más dolorosa ocurrió en la temporada 2012. En el césped sagrado de Wimbledon, donde fue campeón en dos oportunidades, Nadal padeció la rotura del tendón de la rodilla izquierda y hoffitis que le demandó ocho meses de recuperación y le prohibió acudir a grandes citas, entre ellas al US Open, los Juegos Olímpicos de Londres y el Abierto de Australia del 2013. Tan grande es su dominio en Roland Garros que, aún así, se coronó allí en 2012 y 2013.
En 2005 y 2021 un mismo problema afectó a su rendimiento y lo sacó del circuito por cinco meses. Se trató del Síndrome de Müller-Weiss, una lesión congénita en el pie izquierdo con la que Nadal convivió casi con naturalidad. Otro mal trago lo pasó en Roland Garros 2009, donde perdería por primera vez ante el sueco Robin Soderling. El español sufrió una tendinitis en la rodilla y a la vez una rotura abdominal que serían las causantes de su baja en Wimbledon meses después, torneo que defendía por su logro en 2008 y que fue ganado por el suizo Roger Federer.
Así, Nadal afrontó innumerables daños físicos que le pusieron trabas en su camino. La última lesión de inmenso renombre fue en el mencionado Australian Open 2023, en lo que fue su última participación profesional hasta el momento. El manacorí sufrió un daño de nivel 2 en el psoas ilíaco, un músculo que se encuentra entre la cavidad abdominal y la parte anterior del muslo de su pierna izquierda, y se despidió en la segunda ronda a manos del estadounidense McDonald.
En principio, dicha herida no suponía más de dos meses de inactividad pero lejos de de hacerse realidad, se prolongó hasta provocar, ni más ni menos, que el posible retiro en 2024. El circuito tendrá fuera de cancha a uno de los mejores exponentes de toda la historia y será el tiempo el que decida si habrá o no una nueva función de Rafael Nadal. Todos esperamos que sí.