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Historias del Australian Open: El recuerdo de los dos títulos de Guillermo Vilas

En la historia del tenis argentino, relacionarlo con el Abierto de Australia suele ser poco convincente. Es que a través de los años, los jugadores albicelestes no han podido tomar relevancia en el que es uno de los torneos más importantes del mundo del tenis. Sin embargo, hay un eslabón que une a estos dos mundos. Y su nombre es Guillermo Vilas.

Después de un 1977 arrasador (16 títulos en una temporada), Willy aparecía como uno de los principales candidatos para el Australian Open 1978, sobre todo con las ausencias de los dos rivales más importantes que tenía por aquella época: Jimmy Connors y Bjorn Borg.

De esta forma, asomaba al major de césped (se jugó este torneo sobre esta superficie entre 1905 y 1987) como el mayor candidato. Sin embargo había otros nombres de peso que le podían competir como José Luis Clerc, Arthur Ashe o los locales John Alexander y Ken Rosewall. Y para esta contienda había tomado una decisión que inclinaría la balanza a su favor: viajar un mes antes para aclimatarse al terreno de juego.

En las primeras tres rondas sorteo a jugadores australianos de muy poca jerarquía como Terry Rocavert, Brad Drewett y Allan Stone. Sin embargo, en cuartos de final apareció la primera gran prueba que lo catapultaría al favoritismo. Es que una vez instalado allí, tuvo que medirse frente al local Tony Roche, campeón de 21 títulos y figura a fines de la década del 60'. El triunfo de Guillermo fue una verdadera montaña rusa: 3-6, 6-1, 3-6, 6-3 y 6-2.

Una vez en semifinales, el rival fue un rival al mejor estilo John Isner como Hank Pfister. De casi dos metros de altura (1,93 cm), las características de este jugador eran el saque potente y la volea. Pero Vilas volvió a sortear el obstáculo de manera contundente: 6-2, 6-0 y 6-4. Y directo a la final.

En la definición por el trofeo, el argentino se enfrentó ante un contrincante de escaso recorrido en singles (tenía 26 años y registraba menos de 30 victorias en el circuito grande) y que no estaba rankeado ni entre los 100 mejores jugadores de ese entonces: John Marks. Pese a la sorpresa que había dado a todos los espectadores al llegar a jugar por un torneo tan prestigioso, además del agregado de ser local, Guillermo Vilas se llevó una abrumadora victoria por 6-4, 6-4, 3-6 y 6-3. Y de Marks no se supo mucho, más que obtuvo 11 victorias en singles entre 1979 y 1980, año de su retiro.

Un año después, en Kooyong (sede del Australian Open en ese entonces), Willy reapareció en el cuadro del torneo que lo tenía como protagonista nuevamente. En una lista de jugadores repleta de australianos y estadounidenses (NdR: solo ocho tenistas de 64 participantes eran de otras nacionalidades), el argentino nuevamente se hizo fuerte y conquistó lo que sería su cuarto y último torneo de Grand Slam.

Al igual que en 1978, las primeras rondas fueron ante jugadores accesibles. En el debut superó a John Chris Lewis en tres sets corridos y en segunda batió de igual manera, sin sobresaltos, al local Alvin Gardiner. La primera prueba del AO 79' fue el australiano Peter McNamara quien llegaba como la segunda mejor raqueta de su país al torneo y era el noveno preclasificado. Pese a esos pequeños laureles, Vilas lo batió muy cómodo por 6-3, 6-4 y 6-4.

Su partido más desafiante se vio en los cuartos de final. Phil Dent, de 29 años y campeón de dos torneos aquel año (ambos en Australia) aparecía como una sombra amenazadora en un certamen que parecía sacar lo mejor del argentino. Pero ni la lluvia que interrumpió el juego ni las cuatro horas de partido hicieron que Willy se rindiera: fue 6-2, 3-6, 7-6, 4-6 y 6-2. Y la final a la vuelta de la esquina.

Pero antes tenía una pequeña parada en semis contra el estadounidense mejor rankeado de esta edición del Abierto de Australia. El mismo era Victor Amaya, cuyo único título en el año había sido, justamente, sobre césped. Pero el zurdo, oriundo de Denver, no fue rival pese a robarle un set. El marcador dictó un 7-5, 3-6, 7-6 y 7-6 para Vilas. Ahora si, otra final más de Grand Slam.

Sin aventurar que iba a ser su última definición en un torneo major, Guillermo Vilas salió a enfrentar al único escollo que lo separaba de su segundo trofeo en Australia y de ser el primer hombre en siete años en repetir título en la isla (Ken Rosewall en 1971 y 1972): John Sadri. Nacido en Charlotte a mediados de los 50', Sadri no pudo hacer mucho. La victoria del argentino fue contundente. Un 7-6, 6-3 y 6-2 le dio su cuarto título de Grand Slam y el segundo en Australia, siendo el único sudamericano campeón allí.

En 1980 quiso ir por el tricampeonato pero Kim Warwick en semifinales y después de cinco sets le dijo basta. Y en 1981 Henry Pfister lo sacó en una rápida tercera ronda. Y 30 años después de aquella consagración en Kooyong, Vilas no escondió la emoción al visitar la tierra en la cual había hecho historia. "Yo nací ansiando ganar en este lugar. Me gustaría tocar la red un poco... Qué bárbaro. Nunca me emociono en una cámara... Nunca había entrado" le dijo a Miguel Simón en una entrevista a ESPN tres décadas después de su último major.

Luego Guillermo Vilas siguió haciendo historia, pero fuera de Australia. Entre 1980 y 1983 se quedó con 16 trofeos más, siendo el año 1982 su último gran momento, con siete títulos y dominando sobre el polvo de ladrillo. Sin embargo, la leyenda de Willy ya estaba escrita...la leyenda el único tenista argentino campeón del Abierto de Australia.