La desoladora estadística de Zverev al momento de ganar

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Medvedev levantó un durísimo 0-2 ante Zverev y se metió en la final del Australian Open

Tras cuatro horas, el ruso se quedó con la victoria por 5-7, 3-6, 7-6 (4), 7-6 (5) y 6-3 y jugará contra Sinner.

Alexander Zverev, Nº6 del mundo, es un tenista con todas las letras. De eso no quedan dudas y sus estadísticas, en líneas generales, son propias de un jugador top. Medallista de oro en Juegos Olímpicos, campeón de Masters 1000 y ATP Finals, entre otras cosas. Sin embargo, también es cierto que hay algo que le cuesta y que se ha convertido en una especie de maldición: cerrar los partidos en momentos críticos, especialmente en rodas decisivas de los torneos más significativos del calendario.

El alemán se convirtió en el primer jugador en perder una semifinal y final de Grand Slam luego de estar con ventaja de 2-0 en sets. En el Abierto de los Estados Unidos 2020, lideraba el match ante Dominic Thiem por 6-2 y 6-4, pero no lo liquidó y acabó cediendo por 6-4, 6-3 y 7-6 (6). Tuvo el campeonato a un juego de servicio (5-3 en el quinto)... no obstante, el austríaco se convirtió, en ese entonces, en el primer tenista en la Era Abierta en revertir un marcador así en una definición del US Open.

Siguiendo esa línea, el germano, campeón a comienzo de año con su país en la United Cup y verdugo del español Carlos Alcaraz en cuartos de final, triunfo que significó su primera vez ante un top 5 en Majors, sufrió una nueva decepción. Esta vez en las semifinales del Abierto de Australia, para colmo, ante un acérrimo rival como el ruso Daniil Medvedev (3º), quien lo batió en seis de las últimas siete veces que se midieron.

Zverev comenzó encendido y se puso 2-0 (7-5 y 6-3) con plena autoridad. Confiado y exponiendo un nivel espectacular, nada hacía imaginar que el rumbo cambiaría por completo. Medvedev luchó como de costumbre y dio vuelta la historia al hilvanar tres parciales consecutivos, dos de ellos en tiebreaks: 7-6 (4), 7-6 (5) y 6-3, en cuatro horas y 18 minutos de acción.

De esta forma, el diestro nacido en Hamburgo, ex tres del mundo, sumó una herida difícil de cicatrizar. La tensión a la hora de ponerle el moño a los encuentros le suelen jugar una mala pasada. A lo largo de su carrera, también, demostró dudas a la hora de enfrentar a las mejores raquetas del mundo en torneos grandes.