Pese a disputarse por primera ocasión en 1891, el Abierto de Francia recién recibiría su actual nombre en 1928, en modo de homenaje a un héroe nacional, que quedaría inmortalizado en el prestigioso torneo.
Las primeras 37 ediciones de la competencia se celebrarían en diferentes locaciones hasta la indispensable construcción de un estadio con mayor capacidad, luego de la proeza de los "Cuatro Mosqueteros", integrados por Jean Borotra, Jacques Brugnon, Henri Cochet y René Lacosta, en 1927, cuando derrotarían a Estados Unidos como visitante para levantar la Copa Davis, competencia que deberían defender en casa el año siguiente.
En consecuencia, el presidente del club Stade Francais, Émile Lesieur, cedería tres hectáreas para permitir la obra al oeste de París, aunque con la condición de que la pista llevase la denominación de su difunto amigo Eugéne Adrien Roland Georges Garros, piloto de aviación francés y fallecido en 1918, cinco semanas antes de la finalización de la Primera Guerra Mundial.
Nacido en Saint-Denis, una isla tropical de Reunión, en octubre de 1888, Garros se convertiría en un auténtico pionero en la materia al romper el récord de altura en 1911, alcanzando los 3.950 metros, y transformarse en 1913 en el primer hombre en cruzar volando el Mar Mediterráneo sin escalas, experiencia en que recorrería 756 kilómetros en ocho horas, previo al aterrizaje prácticamente sin combustible en Túnez.
No obstante, el aficionado del tenis evidenciaría su compromiso y amor por la patria en el comienzo del conflicto bélico, época en que encomendaría sus servicios hacia los aliados para contribuir a importantes triunfos hasta 1915, siendo derribado por un ataque alemán, quienes lo encarcelarían durante tres años en una prisión de Magdeburgo hasta que lograra huir camuflado en 1918.
La historia se repetiría unos meses después aunque sin la misma fortuna, porque sufriría otra ofensiva germana, esta vez en Las Ardenas, en octubre, perdiendo la vida para convertirse en una leyenda nacional.
De esta manera, los franceses desafiarían a la lógica al levantar una cancha de cemento para 10.000 espectadores en menos de un año, rindiéndole tributo a Roland Garros al obsequiarle la designación no solo del estadio sino del torneo.