Desconsolada. Apesadumbrada. Devastada. Turbada. Abatida. Afligida. Agobiada. Afectada. Así se sintió Amanda Anisimova cuando recibió el premio de finalista de Wimbledon de manos de Kate Middleton, duquesa de Cambridge.
Encaró (obligada) el micrófono después del doble 6-0 que le propinó Iga Swiatek y se dirigió a los presentes con los ojos llenos de lágrimas: "Esto es muy doloroso. No es la final que esperaba", dijo la estadounidense con una voz que se quebraba en cada frase.
Es que el partido tomó tintes de crueldad porque Anisimova no estaba preparada para enfrentarse a algo así y en varios momentos del encuentro amenazó con largarse a llorar, sobrepasada por el partido en el que sufrió más de lo que jugó.
"Gracias a todos los que me apoyaron desde mi primer partido aquí. Me ayudaron mucho. Fueron dos grandes semanas, aunque me quedé sin gasolina. Ojalá haber jugado un partido mejor", prosiguió.
Nunca dejó de mirar a su mamá, ubicada en la platea, y le dedicó unas palabras: "Gracias a ti estoy aquí". Y le contó al mundo del tenis lo que significa: "Mi madre es la persona más desinteresada que conozco y ha hecho todo lo posible para llevarme a este punto de mi vida".
Fue aplaudida por Martina Navratilova, por Billie Jean King y por miles de fans. A la estadounidense, aún muy joven a sus 23 años, le servirá como aprendizaje.
Intentó algún chiste con su vencedora pero la procesión (y en demasía) iba por dentro: "Eres una jugadora increíble, Iga. Obviamente lo has demostrado, hoy, eres una inspiración para mí. Tuviste dos semanas increíbles ganando tu primer Wimbledon. Es muy especial. Felicitaciones a ti y a tu equipo".
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