Me acaba de llegar a mi calendario un recordatorio que creé hace poco más de un año para burlarme de mi amigo Daniel. “No hay forma de que un equipo de Grandes Ligas permita batear a Shohei Ohtani”, me juraba durante la primavera pasada. “Cero oportunidades. Demasiado riesgoso”.
En ese momento, esa era una opinión sumamente común, aunque aún lejos de ser unánime. Era demasiado riesgoso. Ohtani era un pitcher potencialmente especial y uno no se arriesga con los pitchers especiales. Un año después, la sugerencia loca y riesgosa sería decir lo opuesto: detener el experimento de Ohtani como bateador y lanzador.
Difícilmente podrán conseguir otra cosa que haya funcionado tan bien como el experimento Ohtani hasta ahora. Lanzando en la rotación de seis abridores de de los Angelinos de Los Ángeles, Ohtani ha hecho siete aperturas y los alados han conseguido récord de 6-1 en dichos encuentros; por su parte, mientras juega tres o cuatro días a la semana como bateador designado del club, ha bateado en 90 ocasiones y superado ofensivamente a todos en su equipo, con la excepción de Mike Trout. Es difícil considerar a un periodo tan corto como algo concluyente en el béisbol; no obstante, podemos decir ahora que Ohtani es con toda certeza uno de los 50 mejores pitchers del mundo, probablemente uno de los 30 mejores, plausiblemente uno de los 10 mejores y hay una probabilidad, un brillo de esperanza, una posibilidad ligera de que, realmente, sea el mejor lanzador del mundo y todos estamos deseosos de saber si efectivamente es así. Y prácticamente podemos decir lo mismo de él como bateador.
Cuando algo funciona tan bien, es natural decir que es mejor dejarlo todo tranquilo; y es cierto que el experimento Ohtani está funcionando. Pero el hecho de que funcione bien no elimina la posibilidad de que algo pueda estar funcionando mejor y simplemente aceptar la inevitabilidad de la situación como existe hoy en día (porque el cambio representa algo demasiado riesgoso) es como uno termina siendo objeto de burlas un año después. Daniel.
Entonces, con mi solemne promesa de que el presente artículo no tiene la intención de burlarnos de todos; además, es cierto que al escribir el presente párrafo no tengo idea de cuál será la respuesta y que, de hecho, voy a dejar que ustedes sean quienes tomen la decisión final, hagamos esta pregunta: ¿Es esta, con toda certeza, la mejor manera de usar a Shohei Ohtani?
Advertencia: No sabemos cuál fue la promesa que los Angelinos hicieron a Ohtani cuando le ofrecían su contratación, y si, de hecho, su decisión de firmar con Anaheim fue hecha en base a este plan de uso para él, entonces discutir lo siguiente termina siendo inútil. Es obvio que Ohtani y los Angelinos saben o intuyen millones de detalles más con respecto a su nivel de comodidad, niveles de energía, su codo, la plenitud del roster. Para nosotros, este es un experimento de reflexión. Para ellos, es una decisión basada por completo en su interés mutuo y mucho más complicado que simplemente sumar WAR.
El plan de uso para Ohtani fue desarrollado cuando existían niveles sumamente altos de incertidumbre sobre cada detalle de su desempeño futuro. El desempeño de cualquier pelotero es difícil de predecir. No obstante, en el caso de Ohtani se duplicaba la incertidumbre para luego ser multiplicada por los costos inciertos (fatiga, lesiones, falta de disponibilidad) producto de tener que desempeñar dos roles agotadores. Mucha de esa incertidumbre ya ha sido eliminada y el rango de nuestros desconocimientos es ahora mucho menor. Ya sabemos que Ohtani es un pitcher de calidad para Grandes Ligas al igual que óptimo toletero a ese nivel. Entendemos que es capaz de desempeñar físicamente ambos roles en una misma semana (aunque no sabemos si él estaría mejor si se le permitiera enfocar su atención y energía en un solo rol). Comprendemos sus limitaciones, al menos, aquellas existentes dentro del plan actual. Hemos reducido muchas incertidumbres.
Entonces, una vez más haciendo la advertencia de que los Angelinos probablemente “consideren” todo y que cualquier cambio conlleva con él choques naturales y, por ende, no debería ser hecho a la ligera, vamos a introducir algunos supuestos en la máquina a ver qué nos sale:
Supuesto 1A: Asumamos la idea de que Ohtani es, exactamente, un bateador de inmensa calidad. Es un David Ortiz. Es un Joey Votto. Pues bien, eso es lo que él ha sido hasta ahora, con una línea ofensiva de .321/.367/.619 y un wRC+ de 167, lo cual significa que ha sido un 67 por ciento mejor que un bateador promedio. Giancarlo Stanton nunca ha ostentado un wRC+ tan alto, tampoco lo ha hecho Paul Goldschmidt. En la pasada temporada, Votto tuvo wRC+ de 165. En su temporada final, en la cual terminó en el sexto puesto en la votación por el Más Valioso, Ortiz tuvo wRC+ de 164. Si Ohtani batea por el resto de su carrera como lo está haciendo ahora, probablemente terminará siendo el segundo o tercer mejor toletero de la pelota mayor. A falta de cualquier otro dato, es tolerable asumir esto.
Supuesto alterno 1B: Asumamos que Ohtani está jugando con su mejor esfuerzo en estos momentos. Sin embargo, que podría estar a mitad de camino entre su calidad actual como bateador y el promedio de la liga. Entonces, él sería 33 por ciento mejor que el promedio de la liga. Le daría suficiente calidad para colocarlo al nivel de lo alcanzado por Edwin Encarnación, Eric Hosmer, Daniel Murphy y Justin Smoak en la pasada zafra.
Supuesto alterno 1C: Asumimos, en el peor de los casos, que Ohtani es al menos un bateador dentro del promedio de Grandes Ligas. Eliminamos la posibilidad de que “es un toletero mediocre”. Es un Lucas Duda o un Adam Duvall.
(Me niego a considerar el supuesto alterno 1D, que implica que es un bateador mejor que lo anterior. Pueden hacerlo ustedes en su tiempo libre).
Pueden escoger uno de los anteriores.
Supuesto 2A: Asumamos que Ohtani es exactamente un pitcher con esta calidad. Representa, entonces, una efectividad 25 por ciento mejor que el promedio de la liga, cercana a 3.40, similar a Aaron Nola o Jake Arrieta.
Supuesto alterno 2B: Asumamos que Ohtani se encuentra a mitad de camino entre su calidad actual como pitcher y el promedio de la liga. Es una versión más espectacular de Zach Davies, o lo que ha sido Sean Manaea en su carrera de tres años en las Mayores.
Supuesto alterno 2C: Asumamos que Ohtani, entonces, es mucho mejor que lo visto hasta ahora, que tendrá una efectividad 40 o 50 por ciento menor que el promedio de la liga, como fue el caso de Carlos Carrasco o Luis Severino la pasada campaña. Esto es lo que nos dicen nuestros ojos, ¿verdad? Este supuesto implica que su promedio de ponches (apenas dos pitchers tienen menores promedios de contacto inducido) nos dice más que cualquier otro argumento y, en consecuencia, Ohtani es un candidato al margen de ganar el Cy Young en un rol a tiempo completo. Es una idea fuerte, pero, si eso es lo que nos dicen nuestros ojos y las estadísticas, es donde nos encontramos.
Seleccionen un supuesto.
Ahora, podemos colocar estos simples supuestos en una tabla y podemos determinar, de una vez por todas…
¡Es broma! Se trata de una situación complicada, por lo cual, necesitamos entender otros supuestos, que les presento a continuación:
1. Suponemos que, sin importar el criterio que tengamos sobre la clase de pitcher que es Ohtani, el japonés sería un 5 por ciento mejor como pitcher a tiempo completo en vez de asumir un rol doble, lo cual realmente representa entre 1 y 3 carreras permitidas menos durante el transcurso de la temporada. La poca evidencia circunstancial que disponemos nos sugiere que hay algún efecto de la fatiga en un pelotero con rol dual y así lo manejaremos.
2. Supongamos que, si deja de pitchear, sería un jardinero derecho y se encontraría por encima del promedio a la defensiva (más no alcanzaría nivel de élite), con buena velocidad, un gran brazo y juventud. Que si bateara a tiempo completo sería un corredor de bases dentro del promedio de la liga (Hasta ahora, se ha ubicado ligeramente por debajo del promedio. Sin embargo, se ha mostrado sumamente conservador en circulación, para un pelotero de su velocidad). Si realmente tiene tanta calidad como bateador y juega una defensiva por encima del promedio a diario en el jardín derecho y se trata de un corredor de bases dentro del promedio, básicamente sería un Giancarlo Stanton en sus mejores años, pelotero con WAR de 6 o 7.
3. Supongamos que, si se convirtiera en lanzador a tiempo completo, podría servir como bateador emergente en muchos de sus días libres y si fuera un gran bateador sumaría cerca de un triunfo por año con esos turnos ofensivos. Si fuera un bateador óptimo, sumaría medio triunfo; y si fuera un bateador dentro del promedio sumaría dos décimas de triunfo.
4. Supongamos que, si deja de batear, lanzaría dentro de un cronograma de cinco días, en vez de uno de seis jornadas. Si realmente es tan buen lanzador y pitchea cada cinco días en vez de seis y que éste consigue el aumento del 5 por ciento por no ser bateador designado, sería un jugador con WAR de 4 triunfos aparte de lo que pueda sumar como emergente.
Ahora sí presentamos la tabla:
Como pueden notar, todo depende de los supuestos que hagan. En lo personal, probablemente asumiría que tiene buena calidad como lanzador (Nola, Arrieta), quizás un poco mejor; y que se trataría de un bateador a mitad de camino hacia la regresión (Hosmer, Smoak) o quizás un poco peor. Revisando la tabla, significa que el debería quedarse exactamente al nivel en el cual se encuentra actualmente. Menos mal.
Aunque también pueden ver que lo que pensamos del uso máximo (tanto como bateador y pitcher) puede llevarnos a un terreno engañoso. Un gran bateador puede jugar a diario y jugar en el terreno y deslizarse por las bases, sin mencionar el vivir a diario sin la amenaza omnipresente de lesionarse y tener que someterse a una cirugía en el codo o los hombros. Mientras tanto, un gran pitcher lanza cada cinco días en vez de cada seis y puede pasar los cuatro días restantes preparando su cuerpo para la labor específica de hacer 100 pitcheos. Cada mitad del físico de Ohtani está siendo canibalizado por las exigencias de juego de la otra. Y si creen que este rol dual como pitcher y bateador tiene un efecto que incrementa las posibilidades de lesionarse, entonces convierte a la columna del centro de nuestra tabla en un elemento menos atractivo.
No hay una regla simple que podamos utilizar. Sin embargo, utilizar a Ohtani como bateador y pitcher parece restar cerca del 30 o 40 por ciento de su valor como pitcher y aproximadamente el 60 o 70 por ciento de su valor como pelotero de posición (Mientras sea peor bateador, mayor porcentaje, porque una gran proporción de su valor es representado por la defensiva a la cual no juega). Si queda más o menos igual en cada rol, pues, podemos hacer cuentas: Probablemente todo su plan tenga sentido. Pero, si termina siendo considerablemente mejor como pitcher (lo cual era supuesto por la mayoría de nosotros la primavera pasada), no lo tiene tanto. El costo en cualquier caso es ya evidente.
Lo que se desprende de todos los supuestos anteriores es que las circunstancias a darse deben ser las correctas para que tenga sentido mantener a una estrella bateando y pitcheando a la vez. No basta ser lo suficientemente bueno como bateador de Grandes Ligas y lo suficientemente bueno para ser pitcher de Grandes Ligas. Se puede ser el mejor astronauta del mundo y el mejor capitán de submarinos del orbe, pero sigue siendo muy difícil desempeñar ambos roles en la misma semana. Los peloteros de Grandes Ligas (la mayoría de ellos en un solo rol) ya se encuentran agotados. El milagro no sólo es que podemos ver a un pelotero que es tan buen bateador como lanzador, como lo es Ohtani. El hecho de que podemos ver a alguien con un nivel de calidad precisamente tan alto en ambos roles es motivo por el cual su utilización en el terreno cobra sentido. Es la perfección.