BUENOS AIRES -- El domingo comenzaba a despedirse con la mueca de lamento forzada por Mario Götze. Sin embargo las grandes avenidas de las diferentes ciudades argentinas rebalsaban de celeste y blanco. El reconocimiento popular se volcó a las calles sin el exitismo con el que acostumbra a vestirse la derrota. ¡Se festejaba el segundo lugar!... Sí, se festejaba el segundo lugar.
Impulsado desde todos los puntos cardinales mediáticamente de manera ejemplar. Como a mí criterio debería suceder siempre desde los grandes medios formadores de opinión. Inculcar en el mensaje que ser primero, segundo o tercero es meramente una consecuencia de un juego que se ha convertido en un negocio.
Y sobre este sustantivo voy a frenar. El "negocio" del fútbol evidentemente hace que cada circunstancia que rodea al deporte tenga diferentes valores según el cristal con el que se la analice. Detrás de cada cristal hay intereses que respaldan a algunos de los diferentes medios de comunicación más influyentes que a la hora de emitir opinión destacan o defenestran, por ejemplo, un segundo lugar.
Sin viajar mucho en el tiempo (y seguramente por mi habitual estadía laboral en Boca) inmediatamente recordé el cuestionamiento de parte de la gran mayoría de canales, radios y diarios hacia Carlos Bianchi cuando el entrenador declaró irónicamente: "no sabía que no sirve salir segundo" luego de conseguir el subcampeonato en la última fecha del Torneo Final 2014.
Y como una llave a veces abre más de una puerta, comencé a recodar más situaciones que se vivieron en esta Copa del Mundo muy similares a las que me tocó vivir últimamente en Boca, pero con diferente tratamiento popular de la noticia.
A mediados de 2012 desde el círculo íntimo de Riquelme, voluntaria o involuntariamente, se instaló el día antes de jugar la final de la Copa Libertadores que Román dejaría el equipo luego del partido con Corinthians y hasta llegué a escuchar que lo tildaron de "desestabilizador intencional". Dos días antes de protagonizar la final de la Copa del Mundo, allegados a Alejandro Sabella, voluntaria o involuntariamente, instalaron que el entrenador no seguiría después del partido con Alemania. La reacción periodística en su gran mayoría no observó signos de mala intención.
Mientras Román definía dónde iba a jugar en 2013 criticó el sistema de juego del por entonces técnico de Boca, Julio César Falcioni, manifestando que: "primero Boca debe saber a qué quiere jugar" y a Riquelme lo trataron de irrespetuoso y busca pleito. En cambio cuando Lionel Messi fue crítico con el sistema de juego de Sabella, al término del partido con Bosnia, la gran mayoría le dio la razón como la única salida para potenciar su juego.
A principios de 2014 cuando Bianchi le dijo que no a la llegada de Ever Banega a Boca argumentando: "si yo tengo pasta en el plato (por Fernando Gago), no voy a seguir pidiendo pasta", fue cuestionado desde todos los costados. El rendimiento de Banega en Newell´s no fue el que todos esperaban y no se escuchó públicamente que con el tiempo le dieran la razón al entrenador.
Quiero dejar en claro que no cuestiono las declaraciones de Bianchi, de Riquelme, de Messi, ni de los allegados a Sabella. Entiendo que cada uno de ellos siempre buscó al hacer público su deseo el bien común en pos de un objetivo. Solo que la Copa del Mundo ha despertado en mí algunos interrogantes como el por qué, sobre una misma circunstancia del juego, a veces existen diferentes tratamiento de la noticia.