En la primera mitad de 2024 se ha hablado más arriba del ring que afuera, se han realizado cuatro peleas que todos deseaban, han revivido figuras y surgido nuevos herederos.
Un peleador de artes marciales mixtas tirado en el ring de boxeo, una “Pantera” anestesiada en las cuerdas, un “Pitbull” que ladró hasta ser campeón, un “Monstruo” invencible, “dos soldados” que ganaron sus guerras, un “nuevo loco” en el peso superligero y una estrella mexicana que sigue huyendo de los lobos. La primera parte del 2024 ha sido muy emocionante, se han realizado cuatro de las peleas que todos deseaban y, al menos, se ha hablado más arriba del ring que afuera.
Anthony Joshua regresó a la realidad a Francis Ngannou, quien el año pasado se había creído el cuento de ser boxeador profesional cuando mandó a la lona a Tyson Fury, sin embargo, Joshua lo retiró (aparentemente) del pugilismo en dos asaltos. Si hay un peleador que enamora a los fanáticos en cada combate es Isaac “Pitbull” Cruz, aunque está lejos de ser técnico y desbordado de talento, le sobra coraje, suficiente para noquear a Rolly Romero; los pesos pequeños tienen a un nuevo monarca (Jesse “Bam” Rodríguez), quien tomó la estafeta con un brutal fuera de combate sobre Juan Francisco “El Gallo” Estrada: ¿Retará a Chocolatito?
Luis “La Pantera” Nery terminó convertido en cenizas ante la fuerza de Naoya “El Monstruo” Inoue, dejando claro una vez más que no hay nadie capaz de vencerlo, al menos no por ahora. Oleksandr Usyk y Vasily Lomachenko, inspirados por sus compatriotas que libran una batalla cruenta contra la invasión rusa a Ucrania, subieron por todo al ring, el primero sorprendió a Tyson Fury y el segundo le dio una paliza a George Kambosos Jr.; Denys Berinchyk, también ucraniano, tiró del caballo al “Vaquero” Emanuel Navarrete en su búsqueda por ser campeón en cuatro divisiones; Gervonta Davis salió de la cárcel para gritarle al mundo que su boxeo sigue intacto tras noquear a Frank Martin; Liam Paro le pinchó el globo a Subriel Matías; Teófimo López continuó dejando más dudas que certezas ante Steve Claggett y Gilberto “El Zurdo” Ramírez se convirtió en el primer mexicano en ser campeón en peso crucero.
Aquí te presentamos lo bueno, lo malo y lo feo que dejaron los primeros seis meses del 2024.
Lo bueno
La victoria de Usyk sobre Fury provocó cambios en la clasificación de ESPN.
Lo mejor del año ha sido que finalmente los promotores, apoderados y boxeadores entendieron una lección básica: si no le presentan espectáculo al público, el mercado los terminará devorando en un mundo cada vez más competitivo y variado. En los primeros seis meses del año se concretaron cuatro peleas de las tantas que todos deseaban ver: Oleksandr Usyk vs. Tyson Fury, Ryan García vs. Devin Haney, Naoya Inoue vs. Luis Nery y Juan Francisco Estrada vs. Jesse Rodríguez. Como resultados de esos combates el fanático volvió a creer en el noble arte.
Usyk destaca entre todo lo bueno por cómo logró doblegarle las piernas a un gigante de 262 libras. Usyk salió con determinación: ojos abiertos, dientes apretados y músculos tensos. Aunque para muchos solo estaba en juego la supremacía de los pesos pesados y, el ganador se haría dueño de todos los cetros (AMB/CMB/OMB/FIB), en la mente del peleador ucraniano estaba la de llevar esperanzas a su sufrida nación.
El triunfo de Usyk por decisión dividida galvanizó a millones: un momento de felicidad en medio del infierno. Usyk despertó a Fury, que bailaba y exhibía superioridad en cada asalto en la primera parte del combate, jamás se imaginó que en ese noveno round la mano izquierda del ucraniano lo dejaría en tan malas condiciones que giraría por completo el destino de la pelea.
No podría dejar afuera el impacto que ha tenido Arabia Saudita en la consecución de grandes combates que en el pasado eran prácticamente irrealizables. A golpe de billetera, Turki Alalshikh, presidente de la Autoridad General de Entretenimiento de Arabia Saudita, ha estado atrayendo a las principales estrellas del deporte, y el megacombate de Usyk-Fury, por todos los títulos de peso pesado, es una muestra fehaciente.
Lo malo
El análisis de lo sucedido en la victoria de Saúl Álvarez frente a Jaime Munguía, en Las Vegas.
El 2024 inició tan bien para el boxeo que ya estaba firmada la pelea en donde todos los títulos de peso crucero (175 libras) estarían en juego. Otra vez el oro árabe lo haría realidad ¡Parece que tienen dinero por castigo! Dimitri Bivol, supercampeón de la AMB, se enfrentaría a Artur Beterbiev, poseedor de las coronas del CMB, FIB y OMB. El combate estaba llamado a ser un espectáculo, sin embargo, una rotura en el menisco de Beterbiev durante uno de sus entrenamientos enterró las ilusiones de la pelea (de momento), porque se espera que a finales de año se concrete.
También tenemos que colocar la negativa de Canelo Álvarez por enfrentar a David Benavidez. La grandeza de los peleadores está en los oponentes, no solo en los títulos. El mexicano decidió enfrentar a Jaime Munguía, un valiente muchacho con más corazón que técnica, pero insuficiente para poner en jaque a Canelo. Fue tan buen compatriota que, a pesar de mandarlo a la lona y ponerlo en malas condiciones, decidió dejarlo vivir hasta el asalto 12.
Lo feo
Bernardo Osuna destaca el impacto negativo del presunto dopaje del boxeador de origen mexicano para su legado.
Aquí hay unanimidad por todos: Ryan García. Y no porque decidió actuar como “el chico malo”, el rebelde, el irreverente, el retador, el “nuevo loco” de los pesos welter junior o el antihéroe. Ese papel lo han jugado muchos y no es del todo malo para el pugilismo. No obstante, una cosa es actuar para intimidar al oponente y ganar espectadores, a consumir sustancias prohibidas como lo hizo con la ostarina, catalogada como agente anabólico por la WADA en 2022, en su pelea ante Devin Haney y conseguir ventajas físicas: músculos más desarrollados, pérdida de grasa y aumento de resistencia.
“Nunca tomó intencionalmente ninguna sustancia prohibida”, señalaron sus abogados en un comunicado. El problema es que la ignorancia no te exime de cumplir las reglas. Ryan se ha dedicado a hacerse la víctima, vender la imagen de que todos están en su contra, cuando lo único que se le pedía era reconocer su error, pedir disculpas, pasar página y volver el siguiente año con más fuerza, aprendiendo de los fallos. Un violinista incomprendido.
Al final la espectacular victoria de Ryan García no fue más que un espejismo. Había un truco en la función.