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Miguel Patiño pasó de ser un niño relegado a estrella de Águilas Blancas

Miguel Patiño narra cómo superó las adversidades durante su niñez hasta convertirse en el quarterback de Águilas Blancas


En su infancia, Miguel Patiño eran tan corpulento que los rivales le llamaban cachirul. Lejos de beneficiarle, su complexión le convirtió en un niño relegado. Fue el amor propio y el apoyo familiar los que le alejaron de la tentación de abandonar el deporte.

La apuesta ha rendido altos dividendos. En la actualidad, Mike es el quarterback titular de Águilas Blancas (2-0), equipo que este viernes enfrenta a Auténticos Tigres (2-0) en la semana 3 de la Conferencia de los 14 Grandes de la Liga Mayor de ONEFA.

La inspiración para Patiño Mejía no sólo ha venido de los consejos de su papá, Miguel Patiño Huerta, y su mamá, Alejandra Mejía, sino también de la motivación hallada en los libros y entrevistas a leyendas deportivas como Kobe Bryant o Phil Jackson.

Así, las lágrimas provocadas por la frustración de los momentos en que fue relegado a la banca; los capítulos con cuestionamientos a su liderazgo o bien, el de la durísima lesión que sufrió la temporada pasada, fueron superados con la misma receta: perseverancia y dedicación.

Todo converge en un polifacético muchacho que, además de haber estudiado Contaduría y Finanzas, es fan de los Pittsburgh Steleers, tiene por hobbie la pintura y, por si fuera poco, marcha hasta la Semana 2 como el líder en yardas por pase (663) de la Conferencia de los 14 Grandes.

En el nombre (y con el apoyo) del padre

Al narrarlo, la voz de Miguel se corta un instante. Es el nudo en la garganta que remite a un momento de tristeza.

“Me lesioné en la primera serie ofensiva del partido. Lo sabía, pero no quise salirme del campo hasta el segundo cuarto”, recuerda Patiño, en entrevista con ESPN Digital, en referencia al partido contra Pumas CU de la semana 6 de la temporada 2022 de la Liga Mayor y en el que sufrió una lesión en la rodilla que lo marginaría del emparrillado por el resto del calendario.

“Cuando salí del estadio e iba de regreso a mi casa con mi papá, estaba muy triste. Casi llorando le dije: ‘esto no es para mí. Ya no quiero jugar. ¿Cómo es posible que en este partido y con toda la preparación e ilusión que tengo, me pase esto?’.

“Mi papá me consoló y empezó a recordarme la forma en que Kobe Bryant afrontaba la adversidad”.

Luego, también relata Mike, su papá le puso un segmento de la película Rocky Balboa, en la que el protagonista le dice a su hijo: “Lo importante no son los golpes que das, sino los que eres capaz de soportar sin bajar los brazos”.

Así, Miguel arrancó una rehabilitación sin precedente en su vida, la cual le trajo otra lección: la paciencia es una virtud de sabios.

Patiño no se desanimó pese a que sabía que arrancaría la pretemporada sin ser considerado el quarterback titular de las Águilas Blancas.

“Yo me mentalicé en recuperarme y estar listo para dar lo mejor de mi”, acepta Miguel, quien para la Semana 1 de esta temporada obtuvo el pago a su perseverancia durante el partido en el regresó al campo y venció, precisamente, a Pumas CU.

“No fue la única ocasión en que mi papá me ayudó en un momento de crisis. Tras un partido en categoría juvenil, llegué a decirle que estaba muy decepcionado porque perdimos y todos mis compañeros esperaban que yo ganara el juego”, menciona Miguel.

“Mi papá me hizo notar que para ser un buen líder también tenía que pedirles a los demás que dieran lo mejor. ‘Tienes que hacer que crean que pueden ganar’, me dijo”.

Una cuna con antecedentes futboleros

La excelencia deportiva en la familia Patiño Mejía no es nueva. De hecho, el abuelo de Miguel, Víctor Manuel Mejía Ugalde, fue jugador profesional de futbol en Celaya.

Mientras que su papá practicó basquetbol en la juventud, su mamá se involucró en el mundo del ovoide gracias a que fue porrista de Búfalos de Toluca.

Su hermano menor, también juega como quarterback en Liga Mayor.

“Siempre tuve una conexión muy cercana con el deporte. El problema es que de niño tenía huesos muy grandes. Pesaba mucho y estaba más alto que los de mi edad”, recuerda Miguel.

Un tío, que jugaba en Búfalos, le propuso que jugara futbol americano, lo cual también le trajo problemas, pues pesaba demasiado para jugar contra los de su misma edad.

“A los 12 años pesaba 80 kilos, no podía desarrollar mis aptitudes. Cuando me veían los otros equipos me llamaban cachirul. Entonces, un coach de Fantasmas me dijo ‘no hay forma en que puedas jugar infantiles. En juvenil no hay límite de peso’. Así que me integré a ellas y a los 12, yo iba a jugar contra chavos de 18”, rememora Patiño.

Llegadas las juveniles, el coach Simón Bautista le dijo: “tienes que ser quarterback, tienes toda la pasta serlo”. Le tomó cariño a la posición y llegaron los años de la bonanza deportiva, acompañado de una fama en la que las personas que un día se burlaron de Miguel por su complexión, ahora le pedían tomarse fotos con él.

Pese a los reflectores, Patiño se considera un muchacho tranquilo, que halló en la Contabilidad una profesión afín a su personalidad (el gusto por cuidar los más mínimos detalles), a la par de que pasa sus horas libres pintando diseños para tenis o jugando boliche.

Este viernes encara una dura batalla contra Auténticos Tigres, organización a la que perteneció en la categoría Intermedia, en pos de que Águilas Blancas mantenga el invicto y aspire a ser local en los playoffs.

“Es el partido que marcamos como el más importante de la temporada”, acepta Mike, quien sabe que buena parte de su éxito en este compromiso será aplicar un poco de la filosofía de Rocky Balboa: no importarán la cantidad de golpes que propine a su rival, sino los que sea capaz de recibir sin bajar los brazos.