<
>

La suerte y el talento jugaron papeles clave durante la Semana 14

Kenyan Drake hizo su tercer corte, se dirigía hacia la banda y sólo le quedaba un obstáculo qué vencer para concretar el milagro.

Rob Gronkowski era lo único que se interponía en el camino de Drake a la zona final y cuando el corredor de los Miami Dolphins hizo ese tercer corte, Gronkowski tenía un buen ángulo para detenerlo, pero, el destino le tenía preparada una desagradable sorpresa al ala cerrada de los New England Patriots, quien tropezó y perdió la posibilidad de evitar uno de los finales más dramáticos en la historia reciente de la NFL.

Dicen que uno construye su propia suerte, pero hay ocasiones en que la suerte da una palmada desinteresada en la espalda o traiciona en el peor momento.

En la Semana 14 de la temporada 2018, la suerte, esa que para muchos no juega, tuvo un papel clave en varios encuentros, pero en muchas ocasiones, la buena fortuna se confunde con la capacidad y talento de un jugador que gracias a esas cualidades, “construye su buena suerte”.

El tropezón de Gronkowski, cuya prioridad no es taclear ni perseguir jugadores sino atrapar, ser perseguido y tacleado, es un ejemplo claro de cómo la suerte suele noquear sin misericordia.

Un ejemplo del talento que provoca buena fortuna es Patrick Mahomes. El domingo ante la férrea defensiva de los Baltimore Ravens, el quarterback de los Kansas City Chiefs hizo gala de su capacidad para improvisar para sacar algo de situaciones que regularmente se dan como oportunidades perdidas en la NFL.

Abajo 24-17, con 1:29 por jugar en tiempo regular y en cuarta y nueve en su yarda 40, Mahomes salió de la bolsa de protección, perseguido por varios defensivos de los Ravens y se dirigió a la banda derecha y en una situación en la que la mayoría de los quarterbacks saldrían del campo o lanzarían el ovoide hacia afuera, Mahomes, quien en ese instante estaba cinco yardas atrás de la línea de scrimmage, decidió lanzar el ovoide en un pase cruzado que viajó 37 yardas y fue atrapado en el centro del campo por Tyreek Hill, quien era seguido por dos defensivos y luego corrió 21 yardas más con el ovoide para salir del campo en la yarda 12 de Baltimore.

¿Jugó la suerte en favor de Mahomes o se trató sólo de la capacidad del quarterback para ver el campo y sacar provecho de la fuerza de su brazo derecho para lanzar, cruzado, sobre la carrera?

En una de las repeticiones, es posible ver que Mahomes ve y busca conectar con Hill, pero no lanza el pase directamente a su receptor sino que lo lanza frente a Hill, quien corre unos metros para llegar al punto donde caería el ovoide. Mahomes lanzó el pase a un área desierta en el centro del campo y le dio oportunidad a Hill de atrapar el balón de frente para correr con él.

Analicemos la jugada detenidamente y veremos que Mahomes lanza el balón con una clara intención.

Sí. En este caso, la suerte no juega. Lo que Mahomes presume es su capacidad para sacar algo, en este caso, 48 yardas, prácticamente de nada.

Olvidemos el hecho de que tener cubierto a un receptor por más de seis o siete segundos es prácticamente imposible para los defensivos profundos. Los defensivos de los Ravens hicieron su trabajo en la línea de scrimmage y en el perímetro. La capacidad atlética y el talento de Mahomes los vencieron en esa acción, que le permitió a los Chiefs empatar la pizarra más adelante.

Volvamos al “Milagro de Miami” o “Miami Miracle”. En esa acción, Drake tiene mucho mérito también al hacer gala de su talento como corredor al eludir tacleadas, hacer cortes y acelerar su carrera tras recibir el segundo pase lateral en esa improbable acción.

En ese sentido, el corredor de los Dolphins hizo su trabajo, pero las circunstancias parecían ser adversas y ahí, la suerte de que Gronkowski tropezara le abrió la puerta al touchdown del triunfo.

En muchas ocasiones, los análisis de varios juegos en los que se presentan varias pérdidas de balón o éstas se dan en momentos clave se limitan a calificar como errores esas acciones, lo cual, muchas veces, resulta injusto para las defensivas, cuyo trabajo es forzar esos errores.

Claro, hay ocasiones en las que los quarterbacks lanzan malos pases que terminan interceptados, como le sucedió el domingo ante los Chicago Bears a Jared Goff, quien voló a un receptor y el ovoide terminó en manos de un defensivo que estaba cinco yardas atrás para una de las tres intercepciones que sufrió el quarterback de Los Angeles Rams.

Pero, en muchas ocasiones, las defensivas fuerzan esos errores y muchas veces no reciben el crédito que merecen. El lunes por la noche, Russell Wilson tenía a los Seattle Seahawks en situación de gol al final del primer medio y al ser presionado por la defensiva de los Minnesota Vikings, tomó la decisión de lanzar un pase que salió descompuesto hacia un lado y éste fue interceptado.

Muchos recordarán el error de Wilson, pocos que éste fue forzado por la presión de la defensiva de los Vikings.

En el duelo entre Ravens y Chiefs, luego de la espectacular acción de Mahomes, Baltimore tuvo la oportunidad de avanzar e ir por el gol de campo del triunfo en tiempo regular, pero Justin Houston, linebacker de Kansas City, venció al liniero ofensivo que lo contenía y forzó un balón suelto de Lamar Jackson que recuperaron los Chiefs en territorio de Ravens.

Otro error forzado por un defensivo, pero que pasará desapercibido porque Harrison Butker, pateador de los Chiefs, falló el intento de gol de campo del triunfo en la última acción del tiempo regular.

Y ya que hablamos de pateadores, ¿consideran que lo sucedido en la última jugada del duelo entre Pittsburgh Steelers y Oakland Raiders fue cuestión de suerte?

Si algo ha marcado la temporada 2018 de la NFL son las constantes fallas de los pateadores en momentos clave, pero lo que le sucedió a Chris Boswell al resbalar justo al plantar el pie de apoyo para patear el ovoide no puede calificarse de otra forma más que de mala suerte por el momento tan inoportuno en el que este resbalón se dio para los Steelers.

Claro, para los Raiders, el resbalón llegó en el mejor momento y al menos por una vez en la campaña, la suerte les sonrió a los de negro y plata.