El 2024 se termina y River Plate se quedó con las manos vacías. Se tuvo que conformar con haberse clasificado a la fase de grupos de la CONMEBOL Libertadores 2025, cuando para un club como River, ese no es un logro en sí mismo, sino la consecuencia de haber conquistado algún título o una muy buena campaña. Pero ninguna de esas dos circunstancias se dio esta vez.
“Termina con un gusto amargo, malo, no hemos podido culminar las cosas que nos hubiese gustado en la Libertadores ni el Torneo, pero es fútbol, es así, River necesita, es exigente, sabemos que tenemos que pelear por los torneos que juegue”, reconoció el mánager deportuivo del club, Enzo Francescoli, en charla con ESPN, recientemente.
No fue la primera ni será la última vez que el Millonario no se consagra campeón en una temporada, pero este 2024 resultó particularmente decepcionante.
Con Demichelis y Gallardo, el fútbol apareció en cuentagotas y en los torneos locales, River no compitió
En el primer semestre, Martín Demichelis no consiguió afianzar un equipo ni mucho menos encontrar el juego con el que había deslumbrado al fútbol argentino un año atrás. En el mercado de pases perdió a dos piezas clave como Nicolás De la Cruz y Enzo Pérez, e incorporó jugadores que nunca terminaron de convencer (Nicolás Fonseca, Agustín Sant'Anna y Rodrigo Villagra).
Aun así, Demichelis sostuvo a River siempre entre los primeros cuatros puestos, en la fase regular de la Copa de la Liga, donde se clasificó primero para los play-offs. Y hasta ahí llegó. En cuartos de final, le tocó enfrentarse, nada menos que con Boca, que ganó por 3-2 el Superclásico en Córdoba. Pudo ser una derrota "saca-técnico". Sin embargo, el club de Núñez le dio una vida más al DT.
River superó invicto, líder y con el mejor puntaje la fase de grupos de la CONMEBOL Libertadores y Demichelis se ganó unos meses más en el banco millonario.
En mayo, la confianza hacia el entrenador iba a sufrir un nuevo golpe: la eliminación en 16avos. de final de la Copa Argentina, por penales, ante Temperley. Un fracaso estruendoso. Llovieron los cuestionamientos.
Demichelis sobrevivió y comenzó el Torneo de la Liga, con un equipo que no convencía, pero al menos ganaba. Hasta que perdió en La Paternal con Argentinos. Y justo antes del receso por la Copa América, sufrió la histórica derrota por 2-0 frente a Deportivo Riestra.
En la reanudación del torneo, River no pudo dar signos de recuperación: empató con Lanús en el Monumental, perdió con Godoy Cruz y la dirigencia dijo basta. Demichelis fue despedido y tuvo su partido final, con un 1-0 sobre Sarmiento.
Noveno en la tabla de posiciones, pero clasificado para octavos de final de la Libertadores, River salió a buscar un reemplazo, o, lo que es más probable, ya lo tenía apalabrado: Marcelo Gallardo estaba sin trabajo, en el país y dio el sí.
El regreso del entrenador más ganador de la historia del club generó una gran expectativa. La dirigencia hizo un "segundo mercado de pases" en la misma ventana y le concedió al Muñeco todos sus pedidos. Le trajo los refuerzos que no le consiguió a Demichelis.
Pero los resultados no fueron los esperados. Seis fechas del Torneo de la Liga pasaron para conseguir el primer triunfo de la segunda etapa de Gallardo. De nuevo, el equipo jugó bien sólo de ratos. Incluso, se apagó Miguel Borja, gran goleador del año (31). Y nunca pudo ponerse en carrera por el título. Ni siquiera cuando los de arriba dejaron muchos puntos en el camino.
Al final, River tuvo que conformarse con clasificarse a la fase de grupos de Libertadores 2025 y, ni siquiera por mérito propio, si no, gracias a que Vélez fue campeón y liberó un cupo, porque el Milllonario perdió el clásico de la última fecha con Racing y Gallardo prefirió irse en silencio.
Irregular, hasta en el Superclásico
Hubo tres enfrentamientos entre River y Boca en este 2024: un empate, una derrota y una victoria. Y el saldo es, definitivamente, negativo, porque perdió el único de los duelos que valía más que tres puntos.
El primero, disputado en el Monumental en febrero, fue demasiado temprano en la Copa de la Liga, e incluso, por haber sido como local y haber estado en ventaja con un gol de Pablo Solari, el 1-1 le dejó un mejor sabor a Boca.
El siguiente fue por cuartos de final de la misma competencia, pero pese a que el conjunto de Demichelis empezó ganando por el tanto de Miguel Borja, entre Miguel Merentiel y Edinson Cavani dejaron fuera de carrera al Millonario. Le ganó por 3-2 (Paulo Díaz descontó en tiempo de descuento).
El último Superclásico del año se jugó en La Bombonera: River estaba sexto y Boca 11°. Es decir, ninguno de los dos peleaba arriba. Gallardo sorprendió con su formación inicial, a tres días de tener que definir el pase a semifinales de la Libertadores con Colo Colo, tras haber empatado 1-1 en Chile. Con Manuel Lanzini como figura, la banda salió victoriosa de la Ribera y dejó la casa del rival prendida fuego. Fue una de las pocas satisfacciones para los hinchas millonarios en este año.
Mercado de pases: balance positivo en lo económico, pero no en resultados
La dirigencia de River tomó posturas muy distintas cuando Demichelis era el DT y luego, cuando llegó Gallardo.
Para el primero, optó por hacer un mercado austero, en busca de oportunidades y apuestas, que hasta ahora no resultaron.
En diciembre, Enzo Pérez no renovó su contrato y se fue libre a Estudiantes. Esa fue una decisión del jugador y ahí no puede culparse a nadie. Algo similar sucedió con la venta de Nicolás De la Cruz. El uruguayo era el gran generador del fútbol de River, pero hacía mucho se le había prometido venderlo ante una buena oferta. Y los poco más 14.5 millones de euros del Flamengo resultaron irrechazables.
De la Cruz le dejó un buen dinero al club, pero también un hueco en su juego.
En contrapartida llegaron Nicolás Fonseca, Agustín Sant'Anna y Rodrigo Villagra. Tres futbolistas jóvenes todavía no pudieron estar a la altura.
Para la segunda parte del año, Demichelis necesitaba refuerzos para dar pelea en la Libertadores, sin embargo, todo lo que le consiguieron fue a Federico Gattoni (a préstamo y sin jugar en Sevilla), Jeremías Ledesma (compra, 2.6 M) y Adam Bareiro (libre) y Franco Carboni, a préstamo como una apuesta. Mientras que Esequiel Barco, que no estaba en su mejor nivel, fue vendido al Spartak Moscú.
Poco después, el DT fue despedido y estos refuerzos quedaron en una especia de limbo.
Para Gallardo, la dirigencia rompió el chanchito y trajo a Germán Pezzella, Marcos Acuña, Fabricio Bustos (para renovar toda la defensa) y Maxi Meza. Es decir, hizo dos mercados de pases en uno.
¿Qué pasó con los que llegaron antes? Se quedaron todos, menos Carboni. Pero jugaron muy poco. Para el Muñeco, no tenían lugar entre los once y, a veces, ni en el banco.
En definitiva, River hizo una inversión muy importante. Malgastó en algunos casos, y ni siquiera, los grandes nombres que trajeron más tarde, le sirvieron para lograr el gran objetivo: levantar la Libertadores en el Monumental.
La Copa era una obsesión y terminó en decepción
Con Martín Demichelis como DT en el primer semestre, River superó sin mayores problemas su grupo ante Deportivo Táchira, Nacional y Libertad en forma invicta, sólo cedió un empate en Montevideo. Y resultó ser el mejor clasificado de la fase, lo que le garantizó definir como local todas sus series de "mata-mata".
Pese a este buen comienzo en la Copa, los vaivenes futbolísticos derivaron en el despido del técnico justo antes del inicio de los octavos de final. Así, Gallardo se "subió al tren en movimiento", con refuerzos campeones del mundo y de nivel. Y dejaron en el camino a Talleres, con victoria 1-0 en Córdoba y 2-1 en Núñez.
Los cuartos de final fueron más apretados: un 1-1 con Colo Colo en Chile y 1-0 como local, para meterse en semis, con el Superclásico de por medio.
Atlético Mineiro castigó a River en Brasil. Dyverson y compañía pegaron en los momentos justos y Gallardo y los suyos no supieron ni pudieron reaccionar. Se volvieron a casa con un 0-3. Una desventaja que ni todo el empuje de más de 80 hinchas en el Monumental, ni las ganas ni la mística y experiencia del Muñeco pudieron revertir.
Probablemente, hablar de fracaso cuando River llegó a estar entre los cuatro mejores del continente, sea demasiado. Pero decididamente, fue una gran decepción, porque todo parecía dado para que volviera a ser campeón: un plantel reforzado, la vuelta de Gallardo y la final programada en su propio estadio.