Al Barcelona se le atragantó la Copa en Alicante. En un escenario de primer nivel como es el Estadio Rico Pérez y con todo a favor para imponer su indiscutible superioridad sobre un Intercity que juega dos categorías por debajo del fútbol español, el equipo azulgrana resolvió la eliminatoria con mucha más pena que gloria. Y sufriendo lo que nunca pudo imaginar, ganando 4-3.
Se podría hablar de falta de motivación... O podría hacerse de falta de fútbol, de calidad global, de lógica o de todo ello a la vez. Que un equipo como el Barça tuviera que irse hasta la prórroga para sentenciar su clasificación dice muy poco de su teórica grandeza e invita a pensar que a un día feliz le siguen demasiados inasumibles para lo que debería ser.
Ansu evitó el ridículo, no el sonrojo, cuando casi acababa la primera mitad de la prórroga con un gol tan vital como afortunado que ya se entendió un golpe definitivo para el ánimo local, que se despidió de la Copa con una grandeza que, para nada, mostró el Barça.
Venció, no hacerlo habría sido una catástrofe, pero lo hizo después de completar un partido para el olvido, en el que apenas la buena imagen del reaparecido Araújo, después de tres meses largos de baja, y la presentación en la Copa de Pablo Torre se salvaron de la triste prestancia de un equipo al que los muchos cambios que introdujo Xavi en la alineación no le dieron ningún brío.
Marcó pronto a la salida de un córner por medio de Araújo y después de un cuarto de hora de buen nivel rebajó la intensidad, contemplando que al Intercity le pesaba tanto el resultado como el escenario y se dedicó a contemporizar sin ir a cerrar el partido con determinación como debiera esperarse.
No se podía sospechar demasiado que el animoso equipo alicantino le pusiera en problemas por más que Araújo, soberbio en la primera mitad, salvase un gol de Aaron bajo palos. Pasó el tiempo con cada vez más tedio y se revolucionó de la manera que nunca habría querido Xavi tras el descanso.
DORMIDO
Oriol Soldevila aprovecha el error y define de forma espectacular para empatar las acciones y firmar su hat-trick.
Sin pasión, sin garra y sin velocidad reapareció el Barça en la segunda mitad y con más ímpetu, atrevimiento y generosidad lo hizo un Intercity que a medida que fueron pasando los minutos le gritó que no iba a rendirse sin más.
Y tan dormido se quedó un Barça en el que Dembélé fallaba una tras otra, Kessié no daba señales de vida y la pareja Memphis-Ferran eran una nulidad, que el equipo de Gustavo Siviero se encontró con el empate, a la salida de un córner al defendido, y volvió a igualar... Y volvió a hacerlo hasta en una tercera ocasión, convirtiendo lo que debía ser un partido sin historia en una oda a la locura y a la histeria, en la que el equipo de Xavi no sabía si iba o volvía y el Intercity se pellizcaba para creerse lo que estaba disfrutando.
Nunca pensó que pudiera tener que irse hasta la prórroga para imponer la lógica y la impuso con un gol de rebote cuando el pánico ya era absoluto. El Barça jugará los octavos de final de la Copa del Rey... Pero lo visto este miércoles en Alicante no invita precisamente al optimismo de cara al choque del domingo en el Metropolitano frente al Atlético. Ni pensando en la Supercopa de la siguiente semana.