BARCELONA -- El Espanyol y Quique Sánchez Flores ya han iniciado los trámites de divorcio. La derrota frente al Eibar, la bronca de la hinchada, su encontronazo con un periodista y la reunión que este jueves celebraron los futbolistas sin su presencia fueron los últimos capítulos de un desencuentro que no tiene marcha atrás. En Cornellá no le quieren… Y él no tiene ya motivación por seguir.
El técnico acabará la temporada en su puesto… O no. La intención es sentenciar su salida a la conclusión del curso, pero a lo visto en los últimos partidos y con el partido de Girona en el escaparate, el domingo, nadie se atreve a asegurar que su despido pudiera no ser inmediato.
El club blanquiazul se ha convertido en un auténtico polvorín, cuya mecha encendida nadie está interesada en apagar y que amenaza con explosionar en cualquier momento. Mientras el Barcelona se relame las heridas de la Champions preparando la final de la Copa del Rey ante el Sevilla y descontando los días para conquistar la Liga, su gran rival ha pasado de la depresión al desespero y en ese presente la figura del entrenador está sentenciada.
Quique Sánchez Flores mantiene una temporada más de contrato con el Espanyol pero ya no es un secreto que no va a cumplirlo. Falta, en este proceso de divorcio, saber quien y cómo estirará la cuerda, dando por hecho que ni el técnico está dispuesto a perdonar el salario de ese año restante ni el club quiere (ni puede) hacer frente a él, calculado en más de 2 millones de euros.
El desgaste del entrenador madrileño, cuyo nombre fue relacionado a finales de 2017 con el West Ham y no atendió a una propuesta del Stoke City, ha sido evidente en los últimos meses, perdiendo primero su ascendente con el graderío y, después, siendo ampliamente rechazado por una afición que reclama su salida sin disimulo.
PLAZO ABIERTO
Desde el club se ha trasladado un mensaje de cierta calma, en la medida de lo posible, y se ha dado por hecho que Quique acabará la temporada en su puesto. La dirección deportiva, con el consenso de los hombres de confianza del presidente Chen Yansheng, busca entrenador para el próximo curso… Pero alrededor de Cornellá no se da nada por supuesto.
El Espanyol, que acumula 468 minutos sin anotar un gol y lleva marcados apenas 26 en 33 jornadas, visita el domingo al Girona y aunque su situación liguera debería darle por salvado, los últimos partidos invitan al pesimismo o, cuanto menos, a la preocupación.
Habiendo sumado solamente 1 de los últimos 15 puntos, el equipo blanquiazul se encuentra 9 puntos por encima del Deportivo, el primero en posición de descenso, cuando restan 15 por jugarse. A la vista de los resultados precedentes y de la depresión que se vive en el seno blanquiazul, una derrota en Girona, el domingo, podría acelerar los acontecimientos.
¿Un despido? Quique no perdonará el año de contrato y la negociación se establecería en base a los plazos en que le debiera pagar el club, pero atendiendo a que el Deportivo aún debe visitar Cornellá, hay quien entiende la necesidad de dar un golpe de timón.
El vestuario ha perdido la confianza en Quique, el entrenador no tiene feeling con sus jugadores, la afición le ha sentenciado y el club ha comprendido que no hay vuelta atrás. El divorcio es un hecho. Falta por concretar, solo, los plazos y condiciones.