BARCELONA -- El Clásico de este miércoles en el Camp Nou no será el primero que se dispute en una fecha posterior a la prevista inicialmente. Hace 51 años, en 1968, el partido que Barcelona y Real Madrid debían disputar en el estadio azulgrana el 7 de abril, correspondiente a la jornada 27 (de 30) y que se aventuraba decisivo en la suerte del campeonato, fue suspendido la noche antes de su celebración. ¿El motivo? La inesperada y súbita muerte de Julio César Benítez, futbolista uruguayo del Barça y que provocó un gran impacto y consternación.
Benítez era un lateral uruguayo nacido en 1940 y que fichado por el Barça en 1961, procedente del Zaragoza, fue ganándose un lugar con dificultades en el equipo hasta convertirse en indispensable a partir de 1964. Muy estimado por parte de los aficionados, sus duelos con Gento en los Clásicos eran vistos como una de las claves que desequilibraban la balanza en esa clase de partidos y el que debía disputarse aquel domingo 7 de abril, a tres jornadas del final de la Liga y llegando el Real Madrid con 3 puntos de ventaja (entonces la victoria sumaba 2 puntos) se contemplaba como decisivo en la suerte del torneo.
El Madrid llegó a Barcelona el sábado por la mañana en tren y quedó alojado en un hotel céntrico de la ciudad a la espera del duelo cuando, de pronto, se conoció la noticia: Benítez, 27 años, había fallecido. Oficialmente el parte médico razonó que fue debido a unos mejillones en mal estado que provocaron una intoxicación sistémica... Fue la versión oficial que se trasladó a la opinión pública por más que entre bastidores se conocía que el bravo lateral uruguayo no llevaba precisamente una vida muy ordenada.
Sea como fuere, de inmediato, el Barcelona solicitó el aplazamiento, contando con el apoyo del Real Madrid, y la federación dictaminó que el Clásico se suspendía y trasladaba al martes 9 de abril, dos días después de la fecha inicial. La directiva del Barça, argumentando el hundimiento psicológico de los jugadores, pidió aplazar el partido una semana y jugarlo tras la jornada siguiente pero la Federación Española de Fútbol, se dijo que presionada por el presidente del Real Madrid Santiago Bernabéu, rechazó la solicitud y obligó a jugar el encuentro dos días después.
El Camp Nou se llenó, como se esperaba, aquel 9 de abril pero el ánimo del Barça, que tras enlazar 4 victorias consecutivas había perdido (1-0) en Pontevedra y estaba obligado a ganar el Clásico para colocarse a un punto del Madrid y presionarle en los 3 partidos que faltaban, no fue el esperado.
Zabalza marcó pronto el 1-0, igualó antes del descanso Pirri y ya no se movió el marcador, protestando el equipo azulgrana un penalti sobre Rexach que pudo cambiar el rumbo del partido. Y, quizá, de la Liga.
Fue, a lo largo de toda la historia, el único Clásico disputado en el Camp Nou aplazado hasta esta temporada.