BARCELONA -- Leo Messi no volverá a vestir la camiseta del Barcelona y esta realidad impensable se hace ya certera alrededor de un Camp Nou todavía incrédulo y en estado de shock desde que el jueves por la tarde el club emitiese el comunicado del adiós.
Agarrados a teorías de toda clase periodistas y aficionados mantuvieron la esperanza que aquel frío comunicado de tres párrafos apenas fuera un capítulo más de la novela... Con el paso de las horas se descubrió que no. No había trampa ni cartón.
"No es una jugada. Leo se va", se explicó a ESPN Deportes desde el club; "Se ha acabado", relató una fuente cercana al jugador. La incredulidad del entorno fue similar desde el jueves a la de Messi. No le dejaron marchar en agosto de 2020, cuando lo intentó de todas las maneras, con más corazón que cabeza y probablemente mal asesorado, y le invitan a irse al cabo de un año cuando su deseo es quedarse.
Se quedó con un presidente Bartomeu con quien no se podía ni ver y se va con Laporta al frente del club. Con el presidente que mejor relación tuvo durante su carrera deportiva... Hasta que pareció no serlo tanto.
Leo se mostró frío y distante con Laporta, a quien se refirió como "el presidente" cuando no "Laporta" a secas, sin ninguna clase de proximidad. Y calló más de lo que habló aunque se le entendió todo en el discurso.
"Yo hice todo lo posible por quedarme y no sé si lo hizo el club", dijo, descarnado, el argentino... Yendo incluso más allá al desmentir que se le hubiera llegado a pedir un mayor esfuerzo. "Después de rebajarme el 50 por ciento no se me dijo nada más. Es mentira que me pidieran otro 30 por ciento como se ha dicho" proclamó, mostrando la sensación de que fuera el club el que no quisiera su continuidad. Por increíble que pueda parecer.
FINAL
Al cabo de 13 años el Barcelona comienza el curso sin el dorsal 10. Estrenado con derrota, el 31 de agosto de 2008, Messi dirigió la magia de Ronaldinho a una nueva y desconocida dimensión durante 668 partidos en que la zamarra fue suya. La 10 de Pelé y de Maradona es también la 10 de Messi y lo será por siempre en el fútbol mundial... Pero sin discusión y con más sentido en un club que hoy se siente más huérfano que nunca.
Proclamó Laporta en su discurso del jueves que el Barça tiene 122 años de historia, pero nada ni nadie en la era moderna del club ha tenido la ascendencia de Messi. Aquella
firma en una servilleta, acto reflejo y anécdota elevada con el paso del tiempo a capítulo gigántesco en el relato barcelonista fue la pequeña puerta de entrada a la eternidad. Al cabo de casi 21 años no se explica el Barça sin él. Abuelos que aún recuerdan las fintas del Kubala que inventó la rosca han sucumbido tal como padres que crecieron con Cruyff y mantienen en la retina el gambeteo de Maradona o la explosividad de Ronaldo, tan breves como inolvidables. A
l cabo han sido los más pequeños, los nietos, quienes han convertido a Leo en el número uno de la lista y han arrastrado a todos a esa consideración. Nadie hubo como Messi. y Nadie se adivina capaz de ocupar su lugar...
Legendario en el marcador y en el fútbol, siempre permanecerá en la retina el Barça de Guardiola que nacido en 2008 alcanzó una consideración unánime en todo el mundo. Alcanzado el éxtasis de resultados con el sextete de 2009 y la leyenda absoluta al cabo de dos años, en 2011, aquel equipo fue capaz de colocar en el podio a tres de los suyos como los mejores en 2010, acompañando Iniesta y Xavi a Leo en el podio del Balón de Oro que coronó al mejor Barça.
Messi supo hacerse su sitio y se adaptó a todos los cambios, casi siempre abruptos, en el club. Al cambio de presidencia en 2010 con la llegada de Rosell en lugar de Laporta, a la marcha de Guardiola en 2012, a la enfermedad y muerte de Tito Vilanova en 2014, a su desencuentro con Luis Enrique un año después y a la huida de Neymar en 2017, acaso el momento en el que comenzó a despedazarse el club.
Él siempre estuvo ahí, marcando más de 30 goles por temporada y repartiendo asistencias por doquier para mantener en pie a un club que se iba despdazando en el vestuario y en los despachos, de los que se alejó cada día más Leo, viéndose engañado, cuando no burlado, por ejecutivos de mucha sonrisa y poco tacto.
No ha existido un futbolista capaz de sobrevivir al desgaste del Barcelona como Messi. Kubala acabó en el Espanyol años después de que Samitier se fuera al Real Madrid, señal inequívoca del caracter del club ya en sus tiempos lejanos. Maradona, Schuster, Laudrup o Figo abandonaron el Camp Nou de manera muy distinta a la esperada en medio de la tormenta y Neymar lo hizo colgado de un cheque a traición. Leo, en cambio, se mantuvo siempre firme con el 10 a la espalda y liderando proyectos, ya fueran ilusionantes o decandentes.
Todo en uno, en Messi se descubrió lo mejor de todos sus antecesores, desde Kubala y hasta Cruyff; desde la rosca imposible hasta el cambio de ritmo inalcanzable. Durante 17 años y hasta la eternidad, la figura de Leo Messi será mayúscula en el Camp Nou... Y su despedida tan inesperada como triste. Y fría.
Messi quería quedarse en el Barça y a Messi no le dejaron quedarse en el Barça. Tan simple y tan crudo.