“Todos saben que si tienes un
hermano, te vas a pelear”.
Liam Gallagher
MÉXICO -- No es que el puesto de director general de la Cooperativa La Cruz Azul, S. C. L., se pueda heredar, pero con la influencia que llegó a tener en la organización don Guillermo Álvarez Macías, bien pudo tomar antes de morir la decisión de quién le sucedería en el cargo.
Gran líder de la cooperativa, don Guillermo estaba en la cúspide de la vida empresarial y deportiva cuando el 18 de diciembre de 1976 esperaba en Tula, Hidalgo, al presidente de la república, José López Portillo, en su primera gira de trabajo; de repente, el padre de José Alfredo, Guillermo Héctor, María del Carmen y María Gilda, todos de apellido Álvarez Cuevas, se desvaneció y murió de un fulminante ataque al corazón, cuando apenas tenía 57 años de edad.
Por aquel entonces ya llevaba un largo periodo de 33 años al frente de una Cooperativa pujante y en constante progreso. En el futbol había logrado, además del ascenso a Primera División, cinco títulos del máximo circuito en apenas siete años (de 1969 a 1976).
Derivado de factores que seguramente los hijos saben muy bien, cuando lo normal hubiese sido dejar al hermano mayor José Alfredo al frente de la Cooperativa y del equipo, decidió que fuera su segundo hijo, Guillermo Héctor quien lo sucediera. El ascenso de “Billy” no fue inmediato. Primero se eligió a Joel Luis Becerril Benítez, un cooperativista muy respetado, para encabezar a la empresa y a su retiro (no en los mejores términos, según me confesó hace unos 15 años, en su casa de la colonia Del Valle) fue Guillermo Héctor Álvarez Cuevas, quien tomó el control y la responsabilidad.
Algunos cooperativistas me han comentado que esa decisión "nunca la ha podido aceptar Alfredo", aunque finalmente han podido cohabitar en el trabajo durante décadas, unas veces en los mejores términos, otras en los peores, pero al final Guillermo se fue aferrando a la silla de la dirección general, ya no por diez años, como era tradición en la Cooperativa, sino por casi 40. Y Alfredo se ha tenido que conformar con otros cargos. El equipo de futbol Cruz Azul, pasión de los dos, siempre fue también un motivo de diferencias. Cada uno tenía su manera de entender ese mundo. Aunque "Billy" siempre tuvo el control, en algunas ocasiones le cedía “por un año” y a veces “hasta por dos años” la toma de decisiones a su hermano mayor, es decir, la elección de entrenador y de jugadores.
En estos últimos 40 años, su relación ha sido, como decíamos antes, de los picos más altos a los más bajos, de la armonía a la guerra, del abrazo fraterno a la mirada crispada de enojo, de la lealtad a la traición. Varios socios cooperativistas que los conocen desde hace 50 años, han presenciado de cerca esta singular relación de hermanos. Incluso, al momento de casarse ambos y al empezar a crecer sus respectivos hijos, los problemas en ocasiones disminuían y otras veces se incrementaban. Hoy, como su padre hace 44 años, en algún momento habrá pasado por la cabeza de ambos cuál de sus hijos sería el mejor sucesor en la Cooperativa. Y es normal que esto ocurra porque Dios perdona, pero el tiempo no.
Guillermo Héctor tiene casi 75 años y José Alfredo ya cumplió 76. Y cada uno ha pensado que el mejor relevo es su propio hijo. Pero para que esto ocurriera, tendría que votarse en asamblea, luego de que ambos resuelvan primero su cita con la justicia y salgan bien librados. Quizá los peores momentos de esta relación fue el año 2010, después de la tormentosa asamblea de 2009, en la que Carlos Terroba Wolf aparece grabado explicando a los cooperativista “la Operación Europa” y la transferencia de fuertes cantidades de dinero al extranjero (se habló de 400 millones de dólares) para comprar seguros y reaseguros, así fue como se llevó dinero a paraísos fiscales (después denunciados por Paradise Papers).
Derivado de aquella asamblea se determinó la expulsión de Víctor Manuel Garcés Rojo, cuñado de ambos, casado con su hermana María Gilda. A “Billy” se le raspó ante la opinión pública pero no se le movió de su puesto, aunque después de eso se le desencadenaron muchas demandas de socios cooperativistas. Y lo que sí echó a funcionar “Billy” fue una maquinaria de defensa jurídica poderosa y muy cara, que le ha costado a los socios cooperativistas miles de millones de pesos. Aquella vez, después de que José Luis Carbajal Campos presentara la denuncia de “hechos probablemente constitutivos de delitos por presuntas operaciones de procedencia ilícita (lavado de dinero)”, el 16 de julio de 2010, ante la PGR y turnada a la SIEDO, se produjo otro encontronazo entre hermanos. Y aunque curiosamente en esa denuncia de hechos de 13 fojas no se involucraba a José Alfredo Álvarez Cuevas, al ser señalado públicamente, se sintió en la necesidad de asumir su primer deslinde jurídico de su hermano Guillermo Héctor.
El 26 de julio de 2010, apenas 10 días después de levantada la denuncia de hechos, Alfredo se presentó ante un agente del ministerio público federal para aclarar el contenido del expediente PGR/SIEDO/UEIORPIFAM/AP/167/2010. “He tenido conocimiento de la existencia, radicación y contenido de esta investigación por las publicaciones que se han hecho en los medios de comunicación social. Así pues, como soy totalmente ajeno a ellos, he decidido comparecer formalmente ante esta Honorable Representación Social para hacer las manifestaciones que aquí se contienen y pueden surtir los efectos legales que corresponden”, dijo Alfredo en su declaración.
Y agregó: “Le expreso que niego categóricamente haber cometido delito alguno en relación con los hechos que se investigan en este expediente. La razón fundamental, le repito, es que soy totalmente ajeno a su realización. En efecto, de ser ciertos los hechos denunciados, insisto en que no tuve ninguna intervención en su planeación, deliberación y ejecución”.
Y quiso que quedara clara su conducta: “Debo subrayar que mi vida personal, familiar, profesional y social la desarrollo con respeto pleno e irrestricto a las buenas costumbres, la moral y el derecho”. El tiempo pasó y los encuentros y desencuentros seguían entre los dos hijos varones de don Guillermo Álvarez Macías. Diez años después, la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) de la Secretaría de Hacienda entregó a la Fiscalía General de la República la voluminosa carpeta de investigación de 96 fojas FED/SEIDF/UEIDFF/-CDMX/0000452/2019, tras la denuncia de los socios cooperativistas Rogelio Olguín Portillo, Raúl Cárdenas Oviedo, Héctor Olguín Portillo, Elizeo Villeda Valverde y Francisco Javier Olguín Cruz, en la que el director general de procesos legales de la UIF, maestro Javier Humberto Domínguez Aguilar, hace del conocimiento de la fiscalía “hechos que a consideración del que suscribe tienen apariencia de delito”.
Señalan entre los indiciados a los hermano Guillermo Héctor y José Alfredo Álvarez Cuevas, además de su cuñado Víctor Manuel Garcés Rojo, y a cualquier otro que pudiera resultar implicado. Ante eso, se presenta el segundo deslinde de Alfredo, quien pide que no lo relaciones en este hecho con su hermano y su cuñado y ofrece colaborar con información en el caso, buscando quizá la figura de testigo protegido.
En un comunicado hecho público el 4 de junio pasado, Alfredo fijó su postura: “Estimo importante expresar a ustedes que, al estar relacionado en investigaciones que realiza la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada de la Fiscalía General de la República, por diversos hechos con apariencia de delitos graves, realizada en mi contra y las de otras personas más, entre las que se encuentran mi hermano Guillermo ‘Billy’ Álvarez Cuevas y el señor Víctor Garcés Rojo, derivó que mi equipo de Abogados, liderado por José Luis García Miranda y Mauricio Villavicencio Rivero, analizáramos la posición que tengo en ese procedimiento legal y al concluir que no tuve participación en los hechos denunciados, pues no he dispuesto o administrado indebidamente el patrimonio y bienes de la empresa Cooperativa La Cruz Azul S.C.L., y sus filiales, entre ellas el equipo de futbol Cruz Azul”.
Precisa tener “información esencial y eficaz” para facilitar las investigaciones, las cuales pueden ser útiles a la autoridad. Por esa razón, dice Alfredo en este segundo deslinde, “solicité la aplicación de un criterio de oportunidad a mi favor y rendí mi entrevista ante la autoridad correspondiente”. Sin embargo, la Unidad de Inteligencia Financiera sí tiene a José Alfredo en lista de investigados porque, entre otras cosas, debe probar la adquisición de una propiedad en Nueva York a un costo de 310 mil dólares en el año 2013, a través del Bank of América, bajo el folio 2013000168379.
En su declaración anual del ejercicio 2013, Alfredo manifiesta ingresos por un millón 510 mil 473 pesos, con los cuales, a juicio de la autoridad, no alcanzaría a cubrir el monto de dicha compra en territorio norteamericano. También se le investiga por movimientos bancarios que tendrá que aclarar en su momento, tanto a su nombre, como otros movimientos bancarios a favor de su esposa Georgina Elena Kundig García Treviño y su hijo José Alfredo Álvarez Kundig.
Evidentemente que a esta historia le faltan todavía muchos capítulos. Y una guerra feroz en tribunales y en el circo de la opinión pública. Pero será sólo la autoridad, nadie más, la que determine el grado de responsabilidad de cada uno de los investigados. Pero más allá de lo que la justicia diga y de lo que la defensa de ellos puedan demostrar, bien valdría la pena preguntar: ¿Qué pensará, allá en la otra dimensión donde se encuentra, don Guillermo Álvarez Macías, de esta relación entre sus dos únicos hijos varones?