<
>

Cien historias rumbo a Qatar 2022: Túnez, un mosaico árabe para el primer Mundial en Medio Oriente

Jalel Kadri y cuerpo tecnico, la mirada puesta en Qatar AP

Túnez es un cruce de caminos. Un lugar hecho de muchos lugares, de diferentes civilizaciones y múltiples experiencias. Un colorido mosaico que se construyó con cada pieza de su historia sin ocultar ninguna. Lo que emergió de su vasto desierto y lo que atracó en sus costas mediterráneas. La cultura tunecina es la suma de sus partes. Su orgullosa pertenencia árabe surge de esa multitud de fragmentos, incluído su pasado colonial. Por eso es un lugar tan especial, tradicional y, a su vez, moderno. Su Selección de fútbol, que tenía que estar en Qatar 2022, no podía ser diferente.

El equipo de Jamil Kadri responde a la descripción de su patria. La mayor parte del plantel que estará en el primer Mundial que se disputará en Medio Oriente juega al fútbol en Túnez o en otros países árabes. Apenas unos pocos llegan del prestigioso fútbol europeo, en especial de Francia, la última madre colonial de los tunecinos.

No es que no haya futbolistas de Túnez en el Viejo Continente, los hay en cantidad pero la decisión del actual cuerpo técnico es apostar por la experiencia y por el sentimiento nacional. Y esas cualidades las tienen aquellos jugadores veteranos que siguen en el mundo árabe. Ellos son los que mejor comprenden lo que significa para los tunecinos jugar una Copa del Mundo en Medio Oriente.

UN CRISOL DE CIVILIZACIONES
No hay otro lugar como Túnez en el mundo árabe. Mientras que el universo musulmán suele ser un ambiente cerrado la particular historia tunecina alumbró una cultura diversa. Su estratégica ubicación geográfica en la costa africana del mediterráneo hizo que por allí pasara buena parte de la historia de la humanidad. El resultado es una mezcla rica en tradiciones, siempre atenta a la novedad.

Esto se nota en cada aspecto de la cultura tunecina. Por ejemplo, el idioma oficial es el árabe pero también la población domina el francés, la lengua de su último colonizador, hasta mediados del siglo XX, y actual socio comercial. Aunque, en realidad, el idioma más popular es el árabe tunecino. Se trata de un dialecto que tiene raíces bereberes y púnicas, e influencias de todos las culturas que en algún momento se asentaron allí: la turca, la italiana, la española, la francesa y más. Es un tipo de árabe que nadie en el mundo árabe comprende.

Túnez es así de especial. Y eso se lo debe a su historia como colonia de casi todas las civilizaciones conocidas. Además de los cartagineses, su población nativa, por allí pasaron fenicios, romanos, vándalos, judios, cristianos, árabes, islámicos, turcos y varias culturas europeas modernas. El patrimonio cultural tunecino se construyó durante siglos con retazos de estas historias importadas. Ese choque de identidades se resolvió asumiendo la diversidad, sin negar sus conflictos y, también, sin ocultar sus diferencias.

Quizás solo sea lógico que el arte más reconocido de Túnez sean los mosaicos, una tradición que se remonta a tiempos pre romanos. Toda su cultura es una cerámica construida con piezas de diversas civilizaciones. Con patrones coloridos y repetitivos, adornan paredes y pisos para representar historias o personajes. Del mismo modo, los tunecinos se dieron una identidad a sí mismos.

Su flor nacional es el jazmín, llegada de Andalucía en el siglo XVI. Del desierto, las tierras del Magreb, adoptaron la hamsa, el símbolo de la palma de la mano que es un amuleto contra el mal de ojo. Su música, primero fue influenciada desde Oriente por La Meca y Medina, luego por la España musulmana y, por último, desde el imperio Otomano. Su arquitectura expresa todas estas eras coloniales. También la comida, mezcla de la cocina mediterránea, las recetas de sus conquistadores y las tradiciones nómades del desierto. La poesía tunecina, siempre inconformista e innovadora, en contacto con la cultura francesa adquirió un marcado enfoque crítico. Y su fútbol, claro, también es hijo del multiculturalismo.

La pelota llegó a Túnez con los franceses, pero las demás colectividades nacionales y religiosas allí asentadas (italianos, malteses, judios y musulmanes) también hicieron su contribución. Su primer héroe futbolero, Abdelmajid Chetali, se formó como DT en Alemania. La liga de Francia lleva décadas nutriéndose del talento tunecino, y en los últimos años Escandinavia se volvió otro destino frecuente para sus futbolistas. Pero es el mundo árabe, el propio torneo tunecino, de los más fuertes de África, y las poderosas ligas de Medio Oriente como Arabia Saudita, Emiratos Árabes y Qatar, donde las Águilas de Cartago anidan la mayor parte de su fútbol.

UNA SELECCIÓN DEL MUNDO ÁRABE
En sus últimas presentaciones, el repechaje para el Mundial, las Eliminatorias para la Copa Africana y la Copa Kirin, Túnez presentó un plantel estable de unos 25 futbolistas. Dos de cada tres juegan en ligas dentro del mundo árabe. Apenas ocho futbolistas militan en Europa: Elias Achouri (23 años, Viborg FF), Hannibal Mejbri (19, Birmingham), Anis Ben Slimani (21, Brondby), Issam Jebali (30, OB), Ali Abdi (28, Caen), Mohamed Dräger (26, Luzern), Montasar Talbi (24, Lorient) y Rami Kaib (25, Heerenveen).

Falta poco para el Mundial pero el ciclo Kadri como seleccionador de Túnez recién comienza. Dirigió menos de una decena de partidos desde que tomó el cargo en enero de 2022. El equipo aún no tiene un 11 fijo pero en estos pocos meses ya expresa ideas claras que se venían trabajando con su antecesor, Mondher Kebair, y que Kadri, que fue su asistente, supo continuar con más éxito.

Se abandonó el juego ofensivo de hace unos años, la solidez defensiva y el orden táctico son su bastión. Túnez conjuga esas cualidades con los intérpretes adecuados. Kadri prefiere a futbolistas experimentados e inteligentes, en su mayoría la misma base que estuvo en Rusia 2018, por sobre los jóvenes talentos. Sus preferencias están basadas en su experiencia de más de dos décadas como entrenador. Primero, llevando clubes a la 1ra división de Túnez, lo que le dio un amplio conocimiento del fútbol local. Y, luego, como DT trotamundos por Medio Oriente con paso por Arabia Saudita, Líbano, Emiratos Árabes Unidos y Libia.

Para llevar adelante su plan de juego, Kadri buscó y encontró las piezas necesarias sin tener que irse muy lejos, en esos lugares conocidos. Eligió a futbolistas, de entre 27 y 30, que son las figuras del fútbol tunecino, sobre todo del poderoso Espérance, y de las grandes ligas de Medio Oriente. A modo de ejemplo, en el partido decisivo para clasificar a Qatar 2022 el 11 titular de Túnez solo tenía 2 jugadores “europeos”.

Los futbolistas más curtidos, como su capitán Youssef Msakni (31, Al Arabi), Ferjani Sassi (30, Al Duhail), dos que brillan justo en Qatar, o Seifeddine Jaziri (29, Zamalek SC), son los que cargan con la responsabilidad de aplicar estas ideas en el campo. Las jóvenes promesas, que el DT anterior probó con éxito en la Copa Árabe 2021, como Mejbri, son revulsivos que complementan el plantel.

Con una nómina tan pareja, una filosofía tan colectiva y de tanta rotación es difícil encontrar una formación estable en Túnez. El arco lo defiende habitualmente Bechir Ben Said (27, del Monastir tunecino), fue el arquero en la serie ante Mali, pero durante la Copa Kirin sumó minutos Aymen Dahmen (25, del Sfaxien local) por lo que la pelea por la titularidad en Qatar está abierta.

En defensa, la línea de 4 y la presencia de Talbi en la zaga son una de las pocas certezas. El tunecino brilla en Francia y es un pilar pese a su juventud. Es una señal de que Kadri tiene ideas pero no dogmas. Su acompañante suele ser Nader Ghandri (27, Club Africain de Túnez) pero el veterano Bilel Ifa (32, Al Kuwait) también puede hacerle dupla. Dylan Bronn (27, Salernitana), que estuvo en Rusia 2018 podría regresar ahora que juega más seguido en su nuevo club. En las bandas, Dräger es habitual en el lateral derecho y el experimentado Ali Maâloul (32, Al Ahly) en el izquierdo, pero un “europeo” como Ali Abdi (28, Caen), supo reemplazar a ambos.

En la media cancha, el corazón de este equipo plagado de volantes tácticos y cerebrales, es donde más fútbol árabe encontramos. Aissa Laïdouni (25, Ferencvarosi TC), que estuvo en cada partido del ciclo Kadri, marca los tiempos. Junto a él, suelen repartirse el campo el veterano Sassi, una de las figuras de la Liga qatarí, y la estrella del fútbol tunecino, Mohamed Ali Ben Romdhane (23, Esperance). También fueron titulares en algunos partidos recientes Ghailene Chaalali (28, Esperance) y el propio Mejbri. Por ahora, Ellyes Skhiri (27, Köln) no tuvo chances en este ciclo y habrá que ver si está a tiempo de tenerlas.

En la ofensiva, el goleador Jaziri y el capitán Msakni parecen tener lugares asegurados. A ellos debería sumarse Wahbi Khazri (31, Montpellier) que aún no sumó minutos en la era Kadri pero se espera que regrese a la Selección para el Mundial. Tras un semestre complicado perdiendo la categoría en la Ligue 1 con Auxerre, esta temporada comenzó con muchos minutos y goles en su nuevo equipo. En versiones más conservadoras, o en momentos del juego, algún delantero puede dejarle el lugar a un volante de experiencia como Naïm Sliti (30, del Al Ettifaq saudí), al “europeo” Jebali, o a uno creativo y sacrificado Ben Slimane, otro “escandinavo”, uno de los jóvenes que más jugó en este ciclo.

FÚTBOL COLECTIVO Y NACIONAL
La Selección de Túnez profundizó su identidad coral y nacionalista durante 2022, bajo el mando de Kadri. El flamante entrenador construyó su equipo de atrás hacia adelante, con solidez defensiva e inteligencia táctica. Estas Águilas se caracterizan por su experiencia, su familiaridad con el fútbol árabe y su espíritu colectivo.

En un equipo sin jugadores de renombre mundial, Túnez se hace fuerte desde la suma de las partes. Esa identidad plural es la que mantuvo a las Águilas, durante las últimas décadas, en los primeros planos del fútbol africano y en el elenco estable de la Copa del Mundo. “Nuestra fuerza es lo colectivo. El Mundial no es para los jugadores estrella. Cristiano, Messi y Neymar nunca pudieron ganarlo”, señala Wajdi Essid, otro DT tunecino con recorrido por el fútbol árabe. La de Qatar 2022 será la quinta participación de Túnez en los últimos siete Mundiales.

De algún modo, este Túnez manifiesta las cualidades de su seleccionador. Kadri llegó del anonimato para conducir al equipo nacional y representa a la perfección el ideal del tunecino promedio. Es un hombre común, de Tozeur, un pueblo del interior, alejado de las opulentas ciudades mediterráneas. Educado en las escuelas nacionales, de tradición francesa, como su fútbol, pero orgullosas de su nacionalidad tunecina. Trabajador y dedicado, es un ejemplo de que la movilidad social en la que tanto cree la sociedad tunecina existe. Y, sobre todo, una persona dispuesta a dar su mejor versión cuando representa a su patria.

Kadri predica en su plantel una férrea ética de trabajo y una responsabilidad nacionalista que motiva a sus futbolistas y enamora a sus hinchas. El sueño de una Túnez unida e invencible los une. El DT lo dejó en claro desde su primer partido, en Mali, por la ida del repechaje para ir al Mundial. “Hoy, ustedes no son jugadores, son militares. Doce millones de tunecinos esperan la victoria. Y sé que son capaces de conseguirla”, le gritó a sus futbolistas minutos antes de salir al campo. Tras el triunfo 1-0 en Bamako, el video de esa arenga se volvió viral.

Tácticamente, lo colectivo también se expresa. Las formaciones de Kadri suelen estar sobrepobladas de mediocampistas, dotados de la mentalidad táctica que el DT tanto valora. Es habitual ver a volantes ocupar la línea ofensiva, garantiza un repliegue ordenado, que transforma el 4-3-3 inicial en un 4-5-1 más rocoso y son hábiles para cortar el primer pase rival y lanzar contraataques. Mucho de esto se vio en la Copa Kirin que Túnez, inesperadamente, ganó en junio.

Ahora, lo que Túnez tiene por delante será el desafío más grande de todos. La Copa del Mundo, la primera en suelo árabe. Kadri admite que el sorteo no fue benévolo pero tampoco esperaban que lo fuera. La ilusión tunecina está intacta. “El sorteo puso a Túnez en un grupo difícil pero vamos a jugar con el objetivo de llegar a los 8vos de final por primera vez en nuestra historia”, afirmó en Doha cuando se conocieron todos los cruces.

Essid también cree que esta Selección puede dar la sorpresa y superar la fase de grupos. Túnez, dice, necesita dar ese salto de calidad. "El pueblo tunecino ya no acepta que vayamos de nuevo al Mundial para jugar los tres partidos de la primera fase y volver a casa", afirma.

Abre el Grupo D ante Dinamarca, semifinalista de la última Eurocopa, el 22 de noviembre. El debut, como siempre, será clave. "Es una gran nación futbolística pero el primer partido del torneo no debemos perderlo”, sostiene Essid. El juego dos, el 26/11, ante Australia es decisivo para llegar con ilusiones a la jornada final. Wajdi se preocupa por el “compromiso físico y el juego directo” de los Socceroos pero confía en que Túnez pueda desplegar su mejor versión.

El último partido, el 30/11, es especial. Porque Francia es el vigente campeón del mundo, porque los franceses colonizaron Túnez durante 75 años, porque nunca se enfrentaron en un partido oficial y porque los tunecinos jamás pudieron ganarle a sus ex conquistadores. "Contra Francia, no debemos jugar con el complejo de inferioridad. Contra Francia prevalecerá la preparación mental”, asegura Essid.

Kadri entiende como nadie el significado de ese partido para el pueblo tunecino. "Es un rival al que respetamos enormemente. Hay una gran población de tunecinos en Francia. Jugaremos sin complejos, haremos todo lo posible para honrar la bandera", afirma el seleccionador.

La confianza está puesta en un grupo de futbolistas veteranos, que aún viven en el mundo árabe. Ellos entienden mejor que nadie lo que estará en juego. Será un duelo que reunirá varias piezas de la historia tunecina. Kadri y sus muchachos buscarán formar un bello mosaico para honrar la ocasión. Para conseguir esa victoria inédita que los lleve a 8vos de final, para hacer de un partido de fútbol un momento histórico.