DOHA (Enviado especial) -- Rodrigo De Paul jugó 48 de los 54 partidos del ciclo de Lionel Scaloni en la Selección Argentina. Es el futbolista que más participó de este proceso y al mismo tiempo es el máximo símbolo de esta era. Es, sin ninguna duda, el líder espiritual de su generación. Su importancia excede las cuestiones futbolísticas y llega hasta el terreno de lo anímico y lo mental. Por eso, su probable ausencia en el partido más trascedente de los últimos cuatro años es un problema tan inesperado como angustiante.
¿De Paul es irreemplazable? Es una pregunta de compleja respuesta. Desde lo futbolístico, el plantel tiene mediocampistas de gran nivel que ya han probado su capacidad y su carácter para hacerse cargo de la camiseta nacional. En cambio, desde lo emocional, su presencia sí es única. Allí estará el gran desafío colectivo si el exmediocampista de Racing Club no se recupera a tiempo para el viernes, algo que parece muy difícil.
Las funciones del jugador de Atlético Madrid son imprescindibles para la idea de Scaloni. De Paul presiona, tiene un despliegue enorme, se asocia, toca corto y largo y cubre. No hay ningún otro futbolista que pueda hacer todo esto junto, pero sí hay variantes para que el equipo se equilibre sin el número 7.
Enzo Fernández y Alexis Mac Allister se ganaron el puesto por mérito propio. Habían hecho un gran comienzo de temporada en sus clubes y sus apariciones en el once se impusieron por peso propio. El de Benfica le ganó el lugar a Leandro Paredes y el de Brighton se quedó con el puesto de Giovani Lo Celso, que antes había sido de Alejandro Gómez. Con la posible baja de De Paul, ambos se mantendrían en la alineación inicial.
Los jóvenes mediocampistas no solo le dan movilidad y dinámica al equipo, sino también gol. Marcaron contra México y Polonia y su buen tiro desde media y larga distancia es un recurso que suma valor en estas instancias. En esta nueva situación, Enzo podría jugar como interior, algo que hacía en River Plate y que también hizo en Benfica, donde la mayor parte de los encuentros jugó como doble cinco.
Entonces, debería entrar un volante central y quien tiene todas las posibilidades es Paredes. Los tres jamás jugaron juntos sin De Paul, pero sus características se complementan. El hombre de Juventus recuperaría su lugar en el centro y tendría dos socios con gran criterio e inteligencia para moverse entre líneas y para tocar hacia adelante.
Otra de las funciones de De Paul es equilibrar la presión que no hace Lionel Messi, quien de ese modo queda más liberado para jugar con la pelota. Esta ha sido una de sus tareas silenciosas principales y buena parte del éxito de este ciclo tuvo que ver con esto. El seleccionado entero lo sabe y desde luego se intentará cumplirla de forma conjunta.
Acerca de la entrega y el corazón de De Paul, hay poco que decir. Su actuación consagratoria en la final de la Copa América ante Brasil lo elevó en el cariño popular y desde ese lugar se convirtió en una autoridad en la Selección. Su Mundial comenzó mal, como el de todos, pero con el correr de los partidos recuperó confianza y terminó el partido ante Australia con otra demostración de carácter y buen juego.
Un Mundial presenta desafíos de todo tipo y el de reemplazar a un hombre fundamental es uno de los menos deseados. Pero Argentina tiene jerarquía y personalidad para hacerlo, incluso cuando se trate del líder espiritual y del principal socio del capitán.
En el pase de FÚTBOL 12 y 90 se debatió sobre quién podría reemplazar al volante si no puede jugar ante Países Bajos.