DOHA (Enviado especial) -- Lautaro Martínez llegó a la Copa del Mundo de Qatar 2022 como el segundo máximo goleador del ciclo de Lionel Scaloni y como el titular indiscutido de la Selección Argentina en el centro del ataque. Sin embargo, al término de los octavos de final, tiene ocho remates, de los cuales solo dos fueron al arco. Además, le anularon dos goles y tiene 183 minutos de juego sobre 360. Perdió el puesto por primera vez desde su irrupción deslumbrante y viene de fallar un par de mano a mano contra Australia.
En cualquier circunstancia, esto sería un problema gravísimo para un seleccionado con aspiraciones. Que el nueve sufra de falta de confianza y esté enemistado con el gol es un drama del que muchas veces es difícil reponerse. Sin embargo, la Albiceleste cuenta variantes ofensivas como para reemplazar esos goles y, de paso, apuntalar la recuperación de su artillero.
Julián Álvarez se ganó el puesto por mérito propio más que por errores ajenos. Llegó a Qatar tras un gran comienzo de temporada: en sus primeros meses en Manchester City, convirtió 7 goles en 20 encuentros a pesar de la indiscutible presencia de Erling Haaland en su posición. Su calidad, pero sobre todo su personalidad y su temperamento, le abrieron las puertas del plantel nacional y él hizo lo que ha hecho siempre: aprovechó sus oportunidades.
Lautaro fue titular ante Arabia Saudita y México. Contra el primero definió muy bien en dos ocasiones pero sus goles fueron anulados por posición fuera de juego. Más allá de eso, se lo vio desconectado y poco participativo. Arrastra una molestia y, en un contexto de emergencia, Scaloni decidió darle la titularidad a Álvarez por sobre el atacante más rendidor de su ciclo. El exjugador de River marcó contra Polonia y Australia y se entendió a la perfección con Messi. En este punto está su gran virtud.
Julián es inteligente, esa es su característica saliente. Tiene talento, potencia, velocidad y habilidad, pero sobre todo es muy listo para moverse y para saber cuándo presionar y cómo hacerlo. Por eso, mezcla tan bien con el diez. Sale y entra de la posición de nueve con criterio y le abre espacios a Messi, quien encontró en él un socio que lo comprende y lo sigue a la perfección. Esa alternativa ofensiva surgió en esta Copa y ha sido una bendición.
Además, el equipo encontró dos mediocampistas con muy buenas capacidades para atacar. Enzo Fernández y Alexis Mac Allister convirtieron contra México y Polonia respectivamente, aunque más allá de este hecho simple y tan significativo, también han demostrado ser importantes en diversas funciones ofensivas.
El de Benfica ha jugado como mediocampista central y sus características le permitieron al seleccionado nacional ser mucho más vertical con la posesión. Enzo "saca el equipo hacia adelante". Por su parte, el de Brighton sabe a la perfección moverse entre líneas y recibir con ventaja en zonas liberadas, lo que agiliza los avances. Los dos tienen otro arma clave: el disparo de media y larga distancia.
El otro elemento del ataque argentino es Ángel Di María. El rosarino, quien se recupera de una molestia y está en duda para el duelo frente a Países Bajos, es fundamental por su capacidad para el desequilibrio individual. En este torneo la gambeta es un instrumento de apertura de defensas que se cotiza mucho. Más allá de que todavía no convirtió, se destacó en los tres encuentros en los que jugó desde el comienzo y eso se ve en las estadísticas: es uno de los seis jugadores con más gambetas del torneo. Para concluir su aporte, queda un elemento intangible: su fortaleza mental y la sensación de que el destino le tiene guardado algo grande.
Sin Di María, las posibilidades para reemplazarlo son varias, pero si Scaloni decide mantener la fisonomía del once titular, podría jugar Ángel Correa, quien no tiene la habilidad y el remate del número 11, pero sí podría ofrecer un mayor desgaste y desborde para aprovechar el centro atrás. Él, al igual que Paulo Dybala, aún no sumó minutos de juego. El crack de la Roma es otra posibilidad muy interesante, ya que tiene un talento que en estas instancias podría hacer la diferencia.
Todo lo dicho arriba es importante y tiene el potencial de serlo aún más en los cuartos de final. Sin embargo, debe quedar en segundo plano frente a una fuerza superior. Porque Argentina cuenta con el más arma más poderosa que existe en el fútbol mundial. Lionel Messi es capaz de todo y en él se afirman las ilusiones de un país. Su talento, su energía, su experiencia y sus ganas son suficientes para romper cualquier defensa y, además, para contagiar a sus compañeros. Con él, la Albiceleste multiplica sus posibilidades. Y su esperanza.