LUSAIL (Enviado especial) -- La Selección Argentina le ganó a Países Bajos uno de los partidos de fútbol más emocionantes de todos los tiempos. En el estadio Icónico de Lusail y por los cuartos de final de la Copa del Mundo de Qatar 2022 se ha escrito historia. Y esa leyenda quedará impresa con letras doradas y aún más brillantes gracias a la participación estelar de Lionel Messi.
Cuando un suceso es significativo de verdad, no necesita del paso del tiempo para hacerlo grande. Tampoco de cómo ocurran los acontecimientos que lo sucedan. Cuando algo de verdad quedará grabado para siempre en el recuerdo popular se siente en la piel. Y la victoria por penales de Argentina para alcanzar las semifinales ha tenido la épica de aquello que alegrará por muchos años la vida de los pueblos.
Quizás el sufrimiento fue mucho mayor al merecido, porque la Albiceleste llevó las riendas del juego durante 110 de los 120 minutos. Se jugó a su modo y con sus ritmos. Pero perdió la cabeza por diez minutos y sufrió dos goles que llevaron el desenlace al tiempo extra y a los penales. Luego, como si ese golpe matador no fuera más que un empujón del destino para reaccionar, se levantó y volvió a hacer méritos para ganar. Fue al frente, jugó, atacó y con ese envión anímico y futbolístico ganó por penales.
Las razones de la victoria serán analizadas en profundidad más adelante, cuando las emociones de este partido ya no nublen tanto los sentidos. Ahora solo queda hablar de aquel del que siempre se debe hablar. Del hombre capaz de todo. Del que se juramentó vivir este Mundial como no vivió ningún otro torneo. Otra vez, como contra Australia, Messi tuvo una actuación conmovedora. Quizás por diferentes motivos, pero igual de movilizante para cualquiera que lo haya presenciado.
La organización le dio el premio a la figura del encuentro por sobre Emiliano Martínez y Nahuel Molina, el héroe de los penales y el primer goleador. Más allá de ese reconocimiento burocrático, la tarea del diez fue antológica. Gambeteó, tocó, habilitó, se peleó, discutió. Lideró con fútbol, inteligencia y carácter a un grupo de jugadores dispuestos a todo por él y por la camiseta
La acción del gol de Molina solo Messi es capaz de ejecutarla y por eso es difícil apreciar su belleza y su extraordinaria utilidad. En la comparación contra él mismo, quizás pierda. Es un poema que transita entre el engaño, la potencia y la genialidad única del pase sin mirar y entre las piernas de un rival. Luego, Molina define con una jerarquía impresionante contra Virgil Van Dijk, uno de los mejores centrales del mundo.
Antes y después del primer gol, armó su recital de siempre en Qatar. Un recital en el que la partitura está escrita por él y para él. Porque su principal tarea en este campeonato es marcar los tiempos del equipo con la pelota. Argentina juega a lo que él decida. Es el líder total en lo futbolístico, pero esta vez también lo fue por temperamento.
Cuando el encuentro se calentó, Messi copó la parada, como se dice en su país. En el instante en el que los dos goles neerlandeses podían terminar por liquidar las ilusiones, se hizo cargo de la pelota pero también se puso delante del seleccionado para bancar la tormenta. Y Argentina fue muy superior en el suplementario gracias a su carácter de hierro.
Quedan dos pasos hacia el objetivo de su vida. Dos partidos. Ya pasó una prueba tan dura como valiosa. Y en un día que pasará a la historia, la foto será la suya, como tantas otra veces. Y también como nunca.